Como desde hace 120 años, el desfile de las Rosas en la ciudad de Pasadena –que terminó hace pocos minutos, hoy, 1 de enero- detiene nuestra respiración, nos interrumpe cuando rumiamos los problemas de cada día y nos anuncia de manera inequívoca que en el Sur de California, llegó el nuevo año.
Con un colorido sin igual, la preparación del desfile se extiende de hecho desde el día siguiente al anterior. Planificación de las plataformas rodantes, entrenamiento de las bandas musicales, recolección de fondos para enviar centenares de participantes a esta ciudad aristocrática al norte de Los Angeles, permisos y construcciones.
Arrancó del boulevard Orange Grove, tomó la avenida central Colorado y a través de Foothil culminó después de cinco millas en la esquina de Sierra Madre y Villa, al norte de la autopista 210. Ochenta y nueve participantes, entre bandas escolares, carrozas de ciudades, agencias de beneficiencia, nostalgias militares, minorías étnicas, estados, y corporaciones.
Entre lo extraordinario del desfile: un millón de personas se agolpan anualmente a lo largo de la Colorado, comenzando con el magnífico Museo Norton Simon, una joya de la pintura impresionista, el arte egipcio, la escultura de Rodin, y dentro del área de restaurantes, cafés y librerías. Muchos llegan de otros países y en especial de otros estados fuera de California.
Luego, los catorce mil voluntarios que este año se prestaron para preparar las carrozas, para dejarlo todo listo a último momento, trabajando a veces turnos de catorce horas, dentro de la noche, para que a las ocho de la mañana del 1 de enero, la carroza de la imaginación loca ocupe su lugar entre la treintena y navegue entre los aplausos.
Y las bandas, con centenares de chicos de secundaria ofreciendo un espectáculo del colectivo en color y movimiento, con interpretaciones musicales cada año más complejas.
Pero lo que más conmueve es lo que le dio el nombre al desfile: las rosas, las flores. Todo el decorado, por regla, debe ser de origen vegetal: pétalos, arroz, lechuga fresca, ramos de flores por millares, aplicados con adhesivos naturales a las carrozas –sean de grandes corporaciones o humildes organizaciones. Todo es flores, todo es arte, colaboración colectiva y un día de desasosiego y solaz después de un año muy, pero muy difícil.