Se partió el mundo
Se partió el mundo
con tu regreso triunfal.
Yo,
en el cuarto
donde fragüé el alabastro doliente,
tenía bien guardadas tus miradas;
pegadas con pedacitos de piel
a las paredes de la roca,
lágrimas,
sal y tiempo en que no estuviste.
Y mírate ahora,
sonriente,
poseída,
ausente,
indiferente,
provocadora,
¡Infame!
Turbia memoria.
¿A qué vienes sino a ofenderme?
A burlarte de la obra
de mi triste final.
Laureles ardientes
Cualquier tiempo es bueno para pensarte.
Ayer, esta noche o mañana que te vas.
Para imaginarme un lecho de algodón
y tu cuerpo a mi lado,
enfriando fantasmas,
calmándolo todo.
Haces los días complacientes;
climas fríos y laureles ardientes.
Halos de luz sobre tu frente,
una canción de Veloso
y verte….
Sacudes mi piel.
La sacudes de polvo, la dejas limpia,
sin rastro de otras pieles.
Identificas el cuerpo de mis sombras.
Corriges todo lo que hice mal.
Soy tu niño, tu hombre, tu alumno.
Soy tu mono. Soy tu perro.
Soy nacido en el hilo de tu voz,
siempre, a tu lado,
sonriente.
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