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El coronavirus ha creado una lluvia de estafas

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Denuncias de fraude, un arma de doble filo. FOTO: Pixabay

Indianapolis, INDIANA – Si Willie Sutton estuviera vivo, no andaría robando bancos «porque ahí es donde está el dinero», ahora más bien sería un estafador. En lugar de solo $2 millones de dólares que robó a lo largo de su carrera, podría estar tomando su tajada de los casi $70 millones de dólares que han perdido los consumidores debido al fraude, solo contando a Indiana, según se informa, e incluso antes de que la pandemia COVID-19 resultara en una lluvia de nuevas oportunidades de estafa.

«En la Comisión Federal de Comercio (Federal Trade Commission, o FTC, por sus siglas en inglés), siempre decimos que los estafadores leen los titulares noticiosos», explicó Todd Kossow, Director de la Región Midwest de la FTC. «Aprovechan las principales noticias del día; encuentran nuevas formas de conseguir el dinero de los consumidores para obtener su información financiera personal. La pandemia del coronavirus no ha sido una excepción».

Kossow hizo estas declaraciones en una reunión por internet para los medios de comunicación étnicos que se centran principalmente de Indianapolis y las regiones aledañas. Fue la edición número 28 de estas reuniones informativas para promover el conocimiento y alerta sobre fraudes al consumidor que se iniciaron en 2015. Además del personal de la FTC, entre los ponentes figuraron representantes de organismos estatales y locales encargados de la protección del consumidor, así como de organizaciones sin fines de lucro como la AARP, la Better Business Bureau y otras que están al frente de la lucha contra las estafas y las prácticas de marketing engañosas.

«Los estafadores son como vampiros que desangran a sus víctimas no sólo de dinero sino de esperanza y respeto propio», dijo la moderadora de la conferencia, Sandy Close, directora de Ethnic Media Services. Close instó a los participantes de los medios de comunicación «a denunciar estas actividades a través de su cobertura mediática y su servicio comunitario».

Susan Bollin, de Better Business Bureau, estuvo de acuerdo con la necesidad de aumentar la cobertura y la participación de los medios de comunicación. Aunque reconoció la participación activa de los medios de comunicación en Fort Wayne y Evansville, «pero necesitamos más ayuda. Imagínese el impacto que podríamos tener si todos los medios de comunicación se unieran a nosotros. Juntos podemos ayudar a limitar el daño financiero y emocional que las estafas tienen en la gente». Finalmente, Bollin dijo que quiere hacer de Indianapolis una zona libre de estafas.

El objetivo es bastante ambicioso.

Las estafas que han proliferado desde el inicio de la pandemia incluyen cuantiosos pagos de dinero por adelantado a compañías que afirman que pueden ayudar a los propietarios de viviendas a renegociar los pagos de la hipoteca que dejaron de pagar debido a los despidos que resultaron de la pandemia por COVID; o estafas que prometen a las pequeñas empresas una mejor oportunidad de obtener los fondos federales de protección de salarios para retener a sus empleados. Kossow también citó las típicas estafas para pagar préstamos estudiantiles o deudas de tarjetas de crédito y, por supuesto, estafas que promueven las oportunidades de trabajo desde casa para obtener ingresos adicionales.

En una encuesta sobre el fraude en 2017, un informe de la FTC mencionó que las principales estafas estaban relacionadas a sistemas para bajar de peso y sobre reparación de computadoras. Eso fue sólo la punta del iceberg, si se compara con la actual proliferación de estafas a consumidores que consideran que basta con que una empresa aparezca en una lista de búsquedas en Internet para probar que es una empresa legítima. «Entonces, ¿cuáles son los principales tipos de estafas relacionadas con COVID-19 que estamos viendo?» Preguntó Kossow. «Estafadores que están promoviendo los llamados tratamientos y curas para COVID-19 sin ninguna prueba de que funcionan… La FTC ha enviado cartas de advertencia a casi 250 compañías que hacen tales afirmaciones.»

Los ponentes de esta reunión por internet citaron varias «señales de advertencia» que van típicamente asociadas a las estafas: si te piden que vayas urgente a comprar una tarjeta de regalo (giftcard) para hacer un pago; si dicen que debes hacer una transferencia de dinero; si dicen que es necesario un pago por adelantado antes de que se pueda reclamar un premio; si le piden que confirme el número de su cuenta bancaria o si le dicen que es obligatorio que deben verificar su número de seguro social para acelerar o completar el proceso de la solicitud o la financiación.

Todas y cada una de esas combinaciones suelen resultar no sólo en pérdidas monetarias y decepciones, sino también en el dolor y la vergüenza de sentir humillación. Varias de las personas que hicieron presentaciones sobre este tema dijeron que la vergüenza que sienten las víctimas muchas veces resulta en que no quieran hacer una denuncia sobre lo sucedido. También existe la sensación de que tratar de recuperar el dinero será inútil y no tiene caso. Esto es cierto en el caso de las transacciones de tarjetas de regalo. En el caso de los pagos realizados con tarjetas de crédito, las víctimas al menos tienen un historial bancario al que pueden referirse cuando presentan una denuncia por fraude. Pero también hay interés propio, como subrayó Andrew Johnson, Jefe de Gabinete de la División de Asuntos del Consumidor de la FTC.

«Desde julio de 2018, en un período de tan solo dos años, la FTC envió pagos por $23.6 millones de dólares a casi 140,000 personas en el estado de Indiana, lo que es bastante considerable», dijo Johnson. «Generalmente, cuando la FTC llega a un acuerdo o gana un caso y recibimos dinero que podemos devolver a los consumidores, una de las principales formas en que determinamos a quién enviar el dinero, es revisando nuestra base de datos con los datos de quiénes nos informaron sobre una estafa».

Queda claro que la pandemia a resultado en una gran disminución de asesorías en persona, lo cual animaría a la gente a hacer las denuncias por estafas a la FTC.

Cheryl Cook Martínez, de Servicios Legales de Indiana, dijo que su organización ayuda a las personas de bajos ingresos a comprender y mejorar sus opciones financieras y los asesora en cuestiones legales civiles, como en los casos de fraude al consumidor. Debido a la necesidad de mantener el distanciamiento social, y los protocolos estatales aún vigentes, «la comunicación cara a cara simplemente no existe», dijo. Las llamadas por teléfono y el uso de correo electrónico son sustitutos muy poco eficaces para las delicadas conversaciones que se deberían tener.

El Reverendo David Green, Pastor Principal del Purpose of Life Ministry, compartió la experiencia de un ingeniero de mantenimiento en su iglesia. Siendo originario de El Salvador, llegó a los Estados Unidos hace 20 años y obtuvo la ciudadanía. Él envió $1,000 dólares para comprar un remolque en Kentucky y luego trató de hacer arreglos con las personas que se lo vendieron para recogerlo personalmente. Pero le «dijeron que no», cuenta Green. «Le dijeron que necesitaban enviarlo, y que si usaba PayPal y depositaba $600 dólares para el seguro de entrega del remolque, se le devolvería los $600 dólares cuando el remolque fuera entregado».

En este caso, el reverendo Green convenció al empleado de su iglesia para que presentara un informe a la FTC y a Better Business Bureau, luego de notar que el vendedor colgaba rápido el teléfono apenas respondía a las llamadas que le hacían.

Muchas de las personas que hicieron presentaciones en la conferencia sobre el tema de las estafas, destacaron los efectos tan perjudiciales de las estafas que se aprovechan de la soledad de una persona. La Fiscal Adjunta, MaryAnn Mindrum, describió el caso de una anciana a la que le dijeron que había ganado la lotería y que tenía que hacer unos pagos antes de poder obtener sus ganancias. La correspondencia se mantuvo por algo de dos años. «Eventualmente le pusimos fin a eso”, dijo Mindrum. «La mujer pensaba que tenía una relación con el tipo que la estaba estafando. Al final, se convirtió en la ilusión de una relación que se había creado, ya no sólo se trataba del dinero».

Traducido por Oscar Arteta y distribuido por Ethnic Media Services

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