El debate es crucial para la democracia. No es solo una plataforma para exponer ideas o confrontar al opositor, sino para responder –aunque sea de manera planeada- las preguntas de un electorado que espera tener una visión más íntima de cada candidato. Es la posibilidad de conocer a la persona, sus caretas y sus puntos más sensibles en este juego de poder.
Debilitar la democracia
¿Qué pasa entonces cuando los aspirantes a un cargo público encuentran la manera de zafarse de esta conversación moderada? Se nos atrofia el músculo de la democracia.
En Arizona, durante las elecciones de medio término de 2022, la demócrata Katie Hobbs se negó a verse cara a cara con su contrincante republicana, Kari Lake. A pesar del desaire, ganó las elecciones. Hobbs tomó el control de la agenda al establecer solo entrevistas individuales y foros públicos en los que no tuviera que ver de frente a Lake. Le funcionó la estrategia, pero el electorado se quedó sin conocer sus contrastes antes de llegar a las urnas. Sentó un precedente y podría repetirse en cada ciclo electoral.
En las primarias republicanas podría pasar lo mismo ahora que Trump anunció que no participaría. Está en medio de controversias legales que podrían ponerlo en una posición de vulnerabilidad frente a los otros candidatos de su partido, quienes no han tenido reparo en atacarlo. Quieren neutralizarlo con las acusaciones en su contra, pero lo cierto es que su base republicana apoya su inocencia, aunque se demuestre lo contrario.
Dos rivales unidos por el mismo odio
Trump lleva una ventaja considerable de 37 puntos porcentuales, según la más reciente encuesta del New York Times y Siena College. Pero los otros ocho candidatos que fueron enlistados para el primer debate republicano no iban a desaprovechar la oportunidad de usar el foro para cerrar la brecha.
Ron DeSantis, el gobernador de Florida, era quien le seguía más de cerca al magnate y el más interesado en figurar. Toma la plataforma como una pista de despegue de su campaña. Si por alguna razón Trump tiene que salirse de la contienda, DeSantis es, según analistas y sondeos, el que tiene más posibilidades. A él un debate no solo le conviene, sino que lo necesita.
Sin embargo, si Trump cancela más encuentros, De Santis no tendrá la oportunidad de medirse con él y eso también le afecta; un debate sin Trump es en las primarias republicanas como una cena sin el platillo principal. Además, la posibilidad de que el expresidente se entregue y sea fichado y su ausencia en el debate no merman sus posibilidades de volver a la Casa Blanca, al contrario, Trump sabe cómo capitalizar en cada momento y redefinir las reglas de la campaña.