Fronteras abiertas: la mentira vuelve al debate republicano
Un sondeo comisionado por America’s Voice concluyó que la desinformación promovida por políticos republicanos de que las fronteras están “abiertas” es uno de los factores que llevan a miles de centroamericanos a emigrar, especialmente los jóvenes. Y en el segundo debate republicano, algunos de los precandidatos se reafirmaron en esa aseveración. El senador de Carolina del Sur, Tim Scott, declaró que la frontera está «abierta de par en par». El ex vicepresidente Mike Pence dijo que «una nación sin fronteras no es una nación».
Precisamente ese tipo de falsedades provenientes de voces y medios conservadores le da armas a los traficantes de personas e impulsa a miles a emprender confiadamente el peligroso viaje hacia el norte, pues como lo indican los resultados de dicho sondeo, cuando a los encuestados se les mostró la declaración falsa de que la “frontera está abierta de par en par” después del fin del Título 42, “el 35% de los encuestados dijo que probablemente estaban considerando migrar hacia Estados Unidos, y el 36% mencionó que probablemente aconsejarían a amigos o familiares a hacerlo”.
Es decir, se trató, otra vez, de un debate desangelado repleto de falsedades, sobre todo en materia migratoria, donde los precandidatos actúan de manera infantil, repiten trillados puntos de discusión y parecen más bien estar audicionando para ser el compañero de fórmula de Donald Trump, quien sin participar los supera a todos en el favor de la base MAGA del Partido Republicano en ruta hacia las primarias.
Lo que se vio en el debate fue lo que se esperaba: un espectáculo de mentiras de siete fracasados republicanos carentes de ideas por el bien común, pero llenos de odio y de retórica antiinmigrante. Con sus fallidas respuestas pavimentaron, una vez más, el camino para la candidatura de Donald Trump en su intento por regresar al poder. Así de simple.
En honor a la verdad, pensamos que los precandidatos harían más ruido tomando en cuenta los acontecimientos en la frontera, donde miles de migrantes que aspiran a pedir asilo siguen llegando.
Pero más bien se mantuvieron dentro de su libreto memorizado de que la frontera “está abierta”; que hay que militarizar la franja fronteriza; que México y los migrantes son los “responsables de la crisis del fentanilo” y de las muertes por sobredosis, aunque se ha establecido que éste no es un asunto migratorio y que 90% de esta droga ingresa por puertos de entrada oficiales traída mayormente por ciudadanos estadounidenses.
El fentanilo ingresa por auto, camiones, barcos y aviones, no por medio de migrantes ni solicitantes de asilo. Esa mentira ya no se sostiene ni en debates, ni en campañas antiinmigrantes.
También repitieron que hay que poner fin a las ciudades santuario, e incluso llevar a cabo operativos militares contra los cárteles en territorio mexicano porque México, en su opinión, no está siendo un “buen socio” para frenar la entrada de los opioides que se consumen de este lado.
Como buenos representantes de la derecha y ultraderecha estadounidense, pasan por alto el tema de la soberanía de las naciones, opinando irresponsablemente en torno a una invasión a territorio ajeno.
Y, claro está, no podía faltar esa joya de la corona en la lista de ideas y propuestas demagógicas de los republicanos: negar la ciudadanía a los nacidos en Estados Unidos de padres indocumentados. Y es más repugnante cuando la ofrece un nacido en Estados Unidos de padres inmigrantes, el empresario Vivek Ramaswamy, quien no se cansa de avergonzar a su propio grupo migratorio, a sus padres, sus amistades, su entorno social y económico, pero sobre todo sus orígenes.
Escucharlo decir esa sarta de necedades nos remite a la Alemania nazi y todo lo que representó.
En concreto, no hubo un serio debate de ideas. Y, en todo caso, el ausente Donald Trump sigue dictando el tono y las propuestas, particularmente en inmigración. Seguramente Trump tenía una sonrisa de oreja a oreja mientras veía que sus siete émulos políticos repetían a pie juntillas su “legado” político como si fuera un guión dictado por él mismo.
En efecto, los republicanos no ofrecen soluciones reales, solamente tratan de politiquear con el tema. Lo triste y lo irónico es que la sede fue la Biblioteca y Museo Presidencial Ronald Reagan en Simi Valley, California, el presidente republicano que promulgó la amnistía de 1986 que legalizó a tres millones de inmigrantes.
Pero ni Reagan ni su soñada «ciudad luminosa sobre una colina» tienen cabida en este Partido Republicano de Trump, donde se pretende terminar con la historia de Estados Unidos e iniciar otra que nada tiene que ver con lo que soñaron sus fundadores.