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El golpismo en América Latina en la era del coronavirus

Juan Rendón y Juan José Guaidó

El golpe de Estado es la peor y más repudiable acción anti-democrática. Usualmente o siempre se acompaña con asesinato. Típicamente, el del jefe de Estado. Y con mucha violencia. Busca derrotar a las fuerzas que ganaron las elecciones para erigir gobierno.

Golpes militares

En América Latina el desprecio de la historia se lo han llevado los golpes que erigieron dictaduras militares en Uruguay y Brasil. Allí inventaron nuevas formas de tortura. En Argentina y Chile registraron la muerte de miles de ciudadanos.
Donde se dan golpes de Estado usualmente se pierde una generación de gente pensante. Esto retrasa el desarrollo y empobrece a la sociedad económica, política y moralmente.
Si de por sí es grave, lo es más que el golpe se promueva justamente en la coyuntura de una pandemia, porque los golpistas creen que los gobiernos están distraídos con la atención a la pandemia. O bien buscan debilitar al gobierno para que no pueda atender la pandemia y confían en que baje la guardia y funcionen los avances antidemocráticos. También confían en que la sociedad no se dé cuenta de los esfuerzos por destruir la democracia porque están luchando por sobrevivir.
Dos casos destacan por su gravedad: Venezuela y México.

EEUU aprovecha la coyuntura

Mientras que el mundo llama a la solidaridad e inclusive como México convocan a que la atención a la salud sea sin afán de lucro, a Estados Unidos le piden que con base a criterios humanistas libere las restricciones sobre Cuba y Venezuela.
Pero el gobierno estadounidense decidió aprovechar la coyuntura para apoyar el golpe.
Así encontramos que el títere de Washington firmó un contrato por más de 200 millones de dólares con una empresa estadounidense para derrocar al gobierno venezolano. ¿Quién pagará esa cantidad?
El hecho que no se haya pagado aún no le quita seriedad al problema. Ya se ha comparado este intento de invasión con el intento en la Bahía de Cochinos en Cuba, cuando Estados Unidos fracasó en el intento de derrocar al gobierno cubano.
La carencia de apoyo masivo doméstico en Venezuela muestra que la vía del golpismo no es la buscada por la sociedad. Juan Guaidó mintió respecto a su involucramiento, pero fue desmentido al mostrarse su firma en el contrato. Junto a él apareció Juan José Rendón, un personaje nefasto que donó dinero para el golpe, y que se ha involucrado en la guerra sucia que envenena las elecciones.

Rendón y México

En México Rendón tiene ligas muy cercanas con la derecha golpista. No solamente armó la campaña de AMLO como el peligro para México. Se ha especializado en manejar campañas de odio en diversas elecciones, dejando a su paso resentimiento y división social y política.
La derecha ha caído de forma estrepitosa en las encuestas. Ha sido repudiada por la sociedad, no solamente por su torpeza para gobernar sino por ser corrupta y estar ligada a intereses criminales. Es por eso que se vuelven peligrosos. Quieren tomar por la fuerza lo que no podrán lograr por la vía democrática-electoral.
Los golpistas necesitan la confluencia de varios factores: el ejército, porque sin él se dificulta la destrucción del gobierno. Los medios de comunicación, que ayudan a esparcir la percepción de un gobierno fracasado y que Joan del Alcázar con tino denomina prensa adicta.
El dinero, porque esas operaciones deben ser financiadas, ya que normalmente se trata de mercenarios a los que el dinero compra su desprecio por la estabilidad y la armonía democrática.

Llaman a deponer al Presidente

Hasta ahora les ha funcionado la acción de los medios, que parecen tener un guión para atacar sistemáticamente lo que se hace y lo que no se hace.  Este guión es compartido con los voceros y políticos de la derecha. No ha funcionado con el ejército, aunque ya hubo un intento por resquebrajar su disciplina institucional que fue contenida aunque nunca debe darse por descartada.
El dinero ya asomó su primera cara, un mercachifle cuyos negocios crecieron gracias al apoyo del Estado. En contra de lo que los negociantes hacían en otras coyunturas dónde financiaban a las opciones electorales de la derecha, ahora llaman abiertamente a deponer al Presidente.
Las garantías individuales están hechas para que dentro de la democracia la gente exprese sus preferencias políticas y sociales. Pero nunca para propiciar la destrucción del sistema con el fin de imponer ideas parciales y destructivas. Los llamados a la insurrección y el golpe de Estado no están protegidos por la garantía de libertad de expresión ni pueden estarlo.
La derecha enseña que busca restaurar el modelo de privilegio e inequidad. No les interesa corregir diferencias e injusticias. Busca saciar su sed de ambición y odio y si el golpe de Estado les ayuda a avanzar, no dudan en abrazarlo.

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Autor

  • Investigador visitante en UT Austin. Chair, International Advisory Board for Immigration Studies. U.S.-Mexico Research Program. UCLA. Director asociado de la revista Araucaria. Director del semanario El Reto. Testigo experto en juicios de asilo político y para frenar deportación de mexicanos en Estados Unidos. Posdoctorado en Historia, University of California, Los Angeles. Doctor en Ciencias Política (UNAM). 35 libros publicados y más de 1,000 artículos. Traducido al inglés, francés e italiano. Pionero en varias áreas de investigación: análisis de redes políticas, estudios sobre humor político, democratización en México, temas fronterizos (agua, migración y seguridad) y sobre Crimen Autorizado.

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