En las próximas dos o tres semanas, el gobernador de Florida Ron DeSantis anunciará su candidatura presidencial. Será el primer desafío serio a la campaña de reelección de Donald Trump.
Una cruzada contra el inmigrante
Por un lado, ha reformado leyes electorales de manera tal que ahora está exento de dar detalles de sus reuniones y entrevistas de campaña, tal como lo determinaba hasta ahora la ley. Ha facilitado la recolección de fondos electorales. Y hace mucho más difícil que organizaciones sin fines de lucro registren votantes antes de los comicios y los estimulen a votar.
Por el otro, ha impuesto una ley migratoria, la SB 1718, para demostrar a los republicanos que hoy apoyan a Trump que él es aún más xenófobo y que considera a los aproximadamente 800,000 indocumentados en su estado un enemigo mortal. Es un compendio de las más extremas y recalcitrantes disposiciones contra la comunidad inmigrante.
Entre otros, la nueva ley hace que sea ilegal emplear, contratar, reclutar o recomendar para un empleo a quien no pase la verificación migratoria de datos. Deroga una ley de 2014 que permitía a indocumentados ejercer la abogacía en Florida.
Obliga a los hospitales a preguntar a los pacientes si son ciudadanos y si están legalmente. Convierte en delito grave transportar indocumentados.
Atacar al diferente y castigar a las minorías
Además, promulgó ayer un proyecto de ley que prohíbe a las instituciones de educación terciaria gastar en programas de diversidad, equidad e inclusión (DEI), que comprenden raza, origen étnico, orientación sexual, religión y nivel socioeconómico.
También censura la discusión de la raza en numerosos cursos, con la excusa de que refuerza las divisiones raciales y promueve la ortodoxia liberal.
También ayer, se reportó que el gobierno de Florida investiga a una maestra de quinto grado por mostrar a sus alumnos la película de Disney “Mundo Extraño”, uno de cuyos personajes es abiertamente gay.
A DeSantis no le importa que sus leyes y regulaciones podrían tener un impacto negativo en la sociedad y en industrias vitales para la economía del estado, como la construcción y la agricultura. Hay reportes de trabajadores agrícolas latinos que temen salir a trabajar, que no envían a sus niños a la escuela y que consideran abandonar Florida. Y los conductores podrían ser encarcelados por transportar a trabajadores sin los documentos necesarios en ese momento.
El plan es implantar el miedo
Ron DeSantis es una desgracia para su propio estado. Pero más que ello, es un peligro para la democracia estadounidense. Su probable confrontación con Donald Trump en las primarias republicanas sería una carrera para ver quién es más cruel con los débiles, los inmigrantes, las mujeres; quién es más agresivo en su caracterización de rivales políticos. Independientemente de quien gane y sea el representante republicano a la presidencia, ambos representan una política destructiva y tóxica.
La comunidad latina, dentro y fuera de Florida, debe denunciarlo y confrontarlo, antes de que sea demasiado tarde.