La intolerante Proposición 187 de los 90s renace en Florida
El gobernador DeSantis propone la misma legislación que transformó al Partido Republicano californiano en una fuerza política intrascendente
A mediados de los 90s, en California alrededor del 60% del electorado aprobó la Proposición 187 que prohibía que los inmigrantes indocumentados utilizaran servicios públicos en escuelas y hospitales.
Era una propuesta cruel que hubiera redundado en la expulsión de decenas de miles de niños de las escuelas y en enfermos no yendo al hospital por temor a ser arrestados.
Esos eran tiempos álgidos de protestas y marchas con banderas y carteles que proclamaban que los indocumentados eran humanos. Tiempos de ideólogos de la intolerancia como Patrick Buchanan que mostraba estadísticas demográficas de una supuesta invasión y el comienzo de una guerra cultural.
En California, al final lo único que logró el movimiento nativista fue activar a todo un segmento de activistas que no solo combatieron la Proposición 187 sino que abrieron espacios políticos para líderes latinos que derrotarían en elección tras elección a los candidatos republicanos. La Proposición 187, que fue declarada inconstitucional por un juez federal, transformó a California en un estado claramente alineado con el Partido Demócrata.
Déjà vu
Una versión actualizada de la Proposición 187, promovida por el gobernador Ron DeSantis está camino a ser aprobada por la Legislatura de Florida. La misma intolerancia, la misma crueldad.
Proyectos de ley, como el HB 1617, criminaliza las conductas de cualquier persona, sin excepción, que asista a inmigrantes indocumentados. Se prohíbe que los contraten, que les den albergue, que los lleven en un carro. Las autoridades hasta podrán hacer chequeos en los negocios para asegurar que se cumplan las regulaciones y los hospitales deberán reportar el estatus migratorio de pacientes que reciben Medicaid. Además, no se reconocerán las licencias de conducir de otros estados que puedan haber sido emitidas a inmigrantes indocumentados y se requiere que las autoridades locales cooperen con los funcionarios federales de inmigración en la detención y deportación de indocumentados.
Con super mayorías republicanas en la Asamblea Legislativa y en el Senado estatal, quedan pocas dudas que los proyectos de ley serán aprobados antes que la sesión legislativa termine en mayo.
Crear miedo
Con el Congreso Nacional incapaz de pasar una ley de inmigración y un récord de 2.7 millones de personas detenidas por agentes fronterizos en 2022 , el tema migratorio sigue inquietando. Complicando la situación, el 11 de mayo termina la vigencia del Título 42 y se espera un flujo masivo de migrantes solicitando asilo. Por eso no es ninguna sorpresa la inflexibilidad en el tema del Partido Republicano que refleja la posición de ocho de cada diez republicanos que piensan que hay que incrementar las deportaciones.
Florida, cabe recordar, experimentó el arribo de una ola de migrantes cubanos y haitianos que llegaron en botes en enero y febrero y que se sumaron a una población de indocumentados que se estima en alrededor de 800,000 personas.
DeSantis aprovechó para recordar que el arribo de estos hombres, mujeres y niños representa un desafío logístico que, solo en atención médica, cuesta más de $300 millones anuales.
Pero el gobernador fue más allá y, seguramente para el deleite de los oídos de sectores intolerantes, alertó que todos estos inmigrantes son una amenaza ya que podrían contribuir a que aumenten las tasas de criminalidad, incrementen el número de estudiantes en instituciones educativas con recursos limitados, quiten trabajos a los estadounidenses nativos y reduzcan los salarios.
Pura política
La retórica antiinmigrante de DeSantis está obviamente conectada más con motivaciones políticas que factuales. Numerosos estudios ya han establecido claramente que las comunidades en donde hay un alta concentración de inmigrantes tienden a tener tasas de criminalidad comparativamente más bajas que en las de estadounidenses nativos. Es más, los indocumentados tendrían tasas de criminalidad más bajas que los inmigrantes documentados y que los estadounidenses nativos.
Estudios y reportes similares también sugieren que, en vez de ser un detrimento, los inmigrantes hacen contribuciones fundamentales en activar la economía en un país en donde la tasa de crecimiento demográfico es baja y donde los migrantes están dispuestos a trabajar en posiciones en las que, por el esfuerzo físico que exigen y los bajos salarios, cuesta atraer a mano de obra nativa.
Es más que seguro que Ron DeSantis va a ser candidato presidencial del Partido Republicano. Al menos así ha estado actuando. Y el usar a los inmigrantes como chivos expiatorios de todos los males del mundo es siempre una carta ganadora, especialmente entre miembros de grupos de supremacía racial, simpatizantes de ideologías relacionadas con el nacionalismo extremo y los intolerantes de todos los colores imaginables que hoy en día pueblan un irreconocible Partido Republicano. Fue una carta ganadora para Donald Trump cuando durante la campaña de las elecciones de 2016 acusó a inmigrantes mexicanos de ser criminales. Pero tal vez lo que le sirvió a Trump en otro contexto político ya no tenga la misma fuerza hoy en día. Tal vez, solo tal vez.
Este artículo fue apoyado en su totalidad, o en parte, por fondos proporcionados por el Estado de California y administrados por la Biblioteca del Estado de California.