Para muchos migrantes que se encaminan hacia el Sueño Americano, un monumental obstáculo es atravesar el Tapón de Darién. Una franja de unos 106 kilómetros de selva, pantanos y montañas, entre Colombia y Panamá, en donde el desafío es sobrevivir.
La inestabilidad económica, la inseguridad, la represión y el calentamiento global que afectan a países de las Américas han llevado a un incremento masivo de la emigración.
La Carretera Panamericana, una ruta de alrededor de 18,000 kilómetros que une a Sudamérica, desde Argentina a Alaska, es el camino lógico para los migrantes que tienen como destino a los Estados Unidos. Pero en el noroeste colombiano, en Turbo, la ruta abruptamente termina y deja un vacío. Reaparece, más de 100 kilómetros más allá, en Yaviza, Panamá.
Ese vacío casi impenetrable de jungla tropical, pantanos, montaña, ríos y los peligros inherentes es el que deben cruzar los migrantes, que van cargados de sueños de una vida mejor, camino a San Ysidro, California, o El Paso, Texas.
¿Quiénes son?
En lo que va del año, las autoridades estadounidenses detuvieron a más de 2.3 millones de migrantes en la frontera sur. Muchos vienen de América del Sur y del Caribe y, probablemente, han tenido que cruzar por el Tapón de Darién. Más específicamente, alrededor de unos 215,000 hombres, mujeres y niños. El doble del año anterior.
La gran mayoría, al menos hasta ahora, son venezolanos. Pero también vienen cubanos, haitianos, ecuatorianos, peruanos, incluyendo unos 33,000 niños.
¿Cómo cruzan?
Algunos migrantes se aventuran y tratan de atravesar la jungla por sí mismos. Pero los desafíos que confrontan en estas tierras habitadas por los guna, emberá y wounaan son innumerables. Más de 152 personas habrían perdido la vida desde 2019, de acuerdo a la Organización Internacional para las Migraciones. Pero muchos aseguran que la cifra sería mucho más alta.
Por eso, la mayoría busca asistencia. Y alrededor de esa asistencia ha surgido un negocio multimillonario que incluye propaganda en sitios como Facebook y TikTok, guías que están organizados en cooperativas y pobladores de la región que ofrecen toda una serie de servicios, como comida y poder dormir en una carpa. Servicios, por los que, por supuesto, hay que pagar.
Costos
De acuerdo a reportes publicados en el New York Times, un guía cuesta entre USD$50 y $150. Cruzar un río, en una travesía de menos de dos minutos, sale USD$10 y protección al dormir en un área cercada con alambres, USD$20.
Como es de esperar han surgido toda una serie de inescrupulosos que aprovechan la desesperación de algunos migrantes. Una compañía, VeneTours, ha puesto avisos en TikTok en los que publicita la travesía del Darién como si fuera un viaje de turismo. El anuncio incluye un teléfono en Colombia.
“Cuatro días en la jungla con guías responsables”, dice el aviso. “Toda América Central con transporte VIP y guías, más un chip para teléfono celular para que pueda estar siempre en contacto. Alojamiento, comida, un paso 100% seguro garantizado”.
Deportan a venezolanos
En octubre, a los venezolanos, que son la mayoría que cruzan por Darién, les llegó la noticia que el gobierno de Estados Unidos acababa de cambiar las reglas. Hasta entonces, las autoridades migratorias permitían que los que pedían refugio entraran al país hasta el día de una audiencia judicial que podría durar meses o años en llegar. Pero a partir de octubre, invocando regulaciones de salud relacionadas con el Título 42, los venezolanos serían deportados.
Aunque la disposición ha sido temporariamente bloqueada por un juez, la restricción de la Administración Biden ha cambiado muchos planes. Esto se reflejó casi inmediatamente en el tráfico de venezolanos por Darién que de un promedio diario de 4,000 bajó a alrededor de 600.
Pero otros siguen llegando al Tapón de Darién. Algunos no tienen opciones y poco que perder. Si no arriesgan, aunque esto implique perder la vida, tienen que retornar a ese mundo de hambruna y miseria, persecución, falta de oportunidades, del que quieren escapar. Para ellos, es Darién o nada.
Este artículo fue apoyado en su totalidad, o en parte, por fondos proporcionados por el Estado de California, administrados por la Biblioteca del Estado de California y el Latino Media Collaborative.