“En vida y muerte a Dios pertenecemos. Por la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo, confiamos en el único Dios trino, el Santo de Israel, a quien solo adoramos y servimos”.
Así inicia la breve declaración de Fe de la Iglesia Presbiteriana en los Estados Unidos de América, y me viene a la memoria al enterarme de la trágica muerte en la ciudad de Valencia en Venezuela de Edgar Matheus, uno de los líderes principales de la Iglesia Visión Mundial, que con miles de miembros está entre las tres iglesias evangélicas más grandes de esa ciudad.
Décadas de conocerlo
Conocí a Edgar Matheus a principios de la década de los 80. yo era un adolescente y desde entonces destacaba como líder juvenil en la Iglesia Pentecostal Sinaí en el barrio Antonio José de Sucre de la Parroquia Miguel Pena, al sur de la ciudad donde habitan aproximadamente 550.000 personas, convirtiéndola en la segunda más densamente poblada de Venezuela, después de Petare Caracas. De acuerdo a la Ley de División Político-Territorial del Estado Carabobo de 2004 está previsto que la Parroquia Miguel Pena sea elevada a carácter de municipio en algún momento a futuro. De igual forma como ocurrió cuanto fueron creados los municipio Naguanagua, San Diego, Los Guayos y Libertador en 1996, el nuevo Municipio Miguel Pena pasara a ser una de las seis municipalidades de la Ciudad de Valencia, el cual es un concepto distinto a lo que es actualmente el Municipio Valencia. Asimismo una vez que se concrete su elevación a municipio, se procederá a la creación del denominado Distrito Metropolitano Valencia.
La iglesia Sinaí, fundada por el pastor Augusto Bravo era una de las pocas iglesias pentecostales que en esa época existían en esa parroquia, compuesta principalmente por personas de la clase trabajadora de la ciudad. El liderazgo de Edgar no solo se hizo notar en esa pequeña iglesia, sino también en los barrios de alrededor donde era un líder comunitario muy respetado, cuantos jóvenes no fueron rescatados, o evitaron la adicción al alcohol o a las drogas, por el liderazgo de Edgar Matheus.
Regreso a Caracas
Yo emigré a Los Ángeles en 1992 y por muchos tiempo perdí el contacto con Edgar, hasta que en el 2015 cuando regresé desde Los Ángeles a vivir en Caracas, en la primera oportunidad que tuve de ir a Valencia (mi ciudad natal), fui a visitar la iglesia, me sorprendió no encontrarme con la modesta iglesia pentecostal Sinaí que había conocido de muy jovencito, sino que ahora se había transformado en la mega Iglesia Visión Mundial, y había evolucionado del pentecostalismo clásico de las Asambleas de Dios, al neo-pentecostalismo más reciente que ha dado mucho crecimiento e influencia a las iglesias evangélicas en América Latina. Augusto (como le digo por cariño) no era ya el pastor titular, sino el Apóstol Lenain Gonzales (a quien también conocí desde muchacho).
No exagero, ni me equivoco al decir, que parte del éxito y del crecimiento de la Iglesia Visión Mundial, se debió en parte al liderato de Edgar Matheus, un líder que siempre estuvo dispuesto a servir sin nunca buscar el protagonismo, ni el reconocimiento.
Recuerdo que en esa primera visita en el 2015, me dieron la oportunidad de saludar por unos minutos desde el pulpito a parte de la congregación, reunida en uno de los varios cultos que celebran los domingos (por ahora suspendidos debido al #COVID19). Al finalizar el servicio mientras abrazaba y saludaba al apóstol fundador Augusto Bravo, el líder Edgar Matheus se me acerco, y me dio un abrazo, de esos tan fuertes que casi te quiebran las costillas, me dijo lo orgulloso que estaba de mí, y de cómo había seguido mi trayectoria pública en Los Ángeles,
Un mensaje emotivo
Con sus ojos casi llorosos, me dijo: “Tu siempre serás un hijo de esta iglesia, no sabes lo orgulloso que siempre me he sentido de ti”. Le di las gracias y le dije que en una próxima visita me gustaría que nos tomáramos un café, a lo que respondió con una sonrisa: “cuando quieras serás bienvenido en mi humilde casa, que es también tu casa”.
En mi cuarta y más reciente visita a la Iglesia Visión Mundial, en el 2019, al finalizar el culto pedí que me tomaran una foto con el Apóstol fundador Augusto Bravo, porque me di cuenta de que no tenía ni una sola foto con ese pastor tan estimado. Edgar Matheus se acercó a saludarme y a darme un fuerte abrazo, cuando le pedí que también posara para la foto, se hizo a un lado, diciéndome: “de ninguna manera, tómate la foto con tu padre espiritual, yo simplemente soy otro de sus hijos, ustedes son los lideres”.
Fue solo después de mi insistencia que accedió a aparecer en la foto, que guardaré como un recuerdo de mucho valor sentimental para mí. Ese era el tipo de liderazgo de Edgar Matheus, simple, sencillo, humilde, servidor, humanitario, sin esperar nunca reconocimiento, ni de posar para la foto.
“Es gracias a muchos líderes comprometidos y casi anónimos como Edgar Matheus que las iglesias evangélicas han crecido mucho en Venezuela y en América Latina, lideres eclesiales de base, que usan los buses y camionetas de transporte público (donde lamentablemente encontró la muerte de una forma trágica), que andan en metro, en bicicleta, recorriendo las calles, los barrios de nuestro país y de nuestra América Latina, llevando palabras de amor y de esperanza para nuestro sufrido pueblo”.
Vaya a mi hermano y amigo, líder, Edgar Matheus, mi reconocimiento póstumo, por su labor, por su liderato, cuanto lamento que ese café nos quedo pendiente, porque uno siempre asume erróneamente, que ya habrá el tiempo, pero la vida nos sorprende, con muertes inesperadas, trágicas y dolorosas. Me quedo con ese fuerte abrazo, con su sonrisa de orgullo sincero, al abrazar a una especie de hijo prodigo que se acordó de volver a casa, aunque solo fuera de visita.
Guardare en mi memoria tus palabras de elogio, teniendo presente la sabiduría del gran Gabriel García Márquez, quien expreso en una ocasión refiriéndose a la inexorable muerte: “Que uno realmente está muerto, cuando muere la última persona que nos recuerda”. Edgar Matheus, tu esposa Yajaira, tus hijos Eliel y Edgar, siempre te recordaran, y tus nietas y nietos aprenderán de su abuelo por las historias que ellos les contaran de ti. También cientos de hijos espirituales quienes mantendrán vivo tu legado de servicio, amor y solidaridad que modelaste para futuras generaciones.
Quiero concluir con otra referencia a la breve declaración de Fe de la Iglesia Presbiterana en los Estados Unidos de América que en este momento de dolor y tristeza, se me hace tan pertinente:
“En un mundo quebrantado y temeroso el Espíritu nos da valor para orar sin cesar, para testificar de Cristo como Señor y Salvador ante todos los pueblos, para desenmascarar idolatrías en la iglesia y en la cultura, para oír las voces de pueblos por largo tiempo silenciados y para laborar con otros por la justicia, la libertad y la paz. En gratitud a Dios, dinamizados por el Espíritu, nos esforzamos por servir a Cristo en nuestras tareas diaria y por vivir vidas santas y gozosas, mientras aguardamos el nuevo cielo y la nueva tierra de Dios, orando ¡Ven Señor Jesús!”.
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