Seis años después de que la administración Trump anunciara la salida de Estados Unidos de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), la organización y el Departamento de Estado confirmaron el inminente regreso de nuestro país a esta institución de la que es miembro fundador y que está integrada actualmente por 193 países.
El acuerdo constituye el resultado de largas negociaciones. Establece un cronograma para pagar las cuotas impagas, que totalizan más de 500 millones de dólares. También detalla el proceso de readmisión que debe ser aprobado por la junta ejecutiva de la agencia, que la secretaria Audrey Azoulay convocó en reunión extraordinaria para julio. Finalmente, establece la provisión voluntaria de 10 millones de dólares para la educación sobre el Holocausto, patrocinada por la UNESCO.
Ya en diciembre pasado, el Congreso había aprobado que Washington vuelva a hacer contribuciones financieras a la agencia.
En octubre de 2017, la administración Trump anunció que dejaría la UNESCO como protesta por el alto costo de su membresía – Estados Unidos cubre el 22% del presupuesto de la misma – y por lo que describió como su política injusta contra Israel, que a su vez dejó la organización poco después.
Sin embargo, ya en 2011 el gobierno de Barack Obama había dejado de transferir fondos a la UNESCO después de que Palestina fuera aceptada como miembro completo a pesar de no ser miembro de Naciones Unidas.
Estados Unidos ya había abandonado la Unesco en 1985, durante la presidencia de Ronald Reagan, y retornado en 2003, durante la de George W. Bush.
En febrero de 2022, el gobierno israelí notificó al Departamento de Estado que no se opondría al regreso de Estados Unidos a la UNESCO, y en diciembre pasado, el Congreso aprobó un proyecto de ley que asigna el presupuesto para pagar la deuda de Estados Unidos y que le permite regresar como miembro de pleno derecho. Esta decisión abrió el camino para la serie de negociaciones que ahora culminaron en los anuncios.
La Casa Blanca y el Departamento de Estado han justificado el regreso a la UNESCO por el deseo de contrarrestar la creciente influencia internacional de China, país que la administración Biden considera como el principal rival de EE.UU.
Sin embargo, el significado del regreso va más allá de la política hacia China o de los detalles financieros; es el regreso de la política aislacionista y agresiva de Donald Trump, que causó un daño incalculable a la posición de Estados Unidos en el mundo. Esperamos que sea el retorno del país a la familia de las naciones para ocupar el lugar de liderazgo que le corresponde y ejercer una influencia pacificadora y pro democrática en el mundo desde una posición de participación, con respeto y tolerancia.