En California, por lo enorme de su población y complejo de su problemática, la vida política es complicada. Al igual que en el resto del país, para ganar contiendas electorales se requiere cada vez más dinero, lo que margina a quienes no lo tienen, o se necesita una presencia masiva en la calle, algo harto difícil de lograr. A los candidatos y los ya elegidos más que nada los vemos por televisión, y si tienen suerte y se convierten en estrellas, como las de rock, como Obama, vamos a verlos a un estadio.
Todavía hay otro nivel: el popular, relacionado con un lugar de trabajo, un vecindario, un ideal social, una escuela. Allí aún se tejen sueños, organizan marchas, deciden protestas, y se enlazan y desenlazan públicamente alianzas de grupos.
Aquí se encuentran, por ejemplo, los grupos pro inmigrantes que se preparan para sus diferentes marchas del 1 de mayo en Los Angeles, que la semana pasada anunciaron la unidad y que la deshecharon en la mismísima conferencia de prensa que la anunciaba.
Y digo marchas en plural porque podrían ser hasta seis, iniciadas desde puntos diferentes de downtown para encontrarse solamente en la meta final de la concentración. La semana pasada, como lo consignó aquí Eileen Truax, anunciaron un acuerdo sólo para deshecharlo en la mismísima conferencia de prensa.
Fuerzas limitadas
Tienen dificultades insondables para unir sus limitadas fuerzas, y aunque declaran objetivos similares, los separan las ambiciones personales de sus principales activistas, viejas divisiones, rencillas que jamás se solucionaron, pero también ecos de acusaciones de corrupción y cohecho, peleas por los magros fondos económicos a su disposición y finalmente, diferencias ideológicas.
El otro nivel viene de arriba, cuando esos activistas se hacen funcionarios electos, porque trabajaron para otros políticos o porque su propio peso específico se los permitió y fungen como concejales, asambleístas y senadores estatales, y hasta congresistas.
Necesariamente representan al partido Demócrata de California. Desde las capitales dictan cátedra. Pocos, como Gil Cedillo en el Senado, Hilda Solís en el Congreso o Héctor de la Torre en la Asamblea, entre otros, mantienen sus vínculos con los lugares originales, los ideales que los impulsaron originalmente y el contacto con la gente del pueblo.
¿Que función cumplen los medios de comunicación para ambos? La TV en su formato noticioso actual casi siempre hace del personaje una caricatura, positiva o negativa, de la realidad. En pocos segundos lo presentan bajo esquemas estereotípicos, monocromáticos: aunque todo es blanco o negro, no se entiende lo que dicen, no se comprende cómo se relaciona a la realidad, ni qué realmente quieren. En la radio -hablo de la latina- estos temas practicamente no existen.
El papel de La Opinión
La prensa escrita es otra cosa. Sin ir más lejos, La Opinión cumplió un papel crítico en las manifestaciones de los inmigrantes en marzo y mayo de 2006. No solamente reflejó lo que sucedía, lo magnificó y así le dio eco y apoyo; también fue uno de los puntos de partida: en enero de aquel año el activista Javier Rodríguez publicó un primer comentario llamando a un boicot económico y a manifestaciones masivas contra las leyes anti inmigrantes.
Pero la prensa escrita está actualmente en crisis; se reduce su espacio y alcance.
¿Entonces, qué?
Cuento esto porque a mi nueva cuenta en Facebook (soy uno de sus 200 millones de usuarios) llegan a diario mensajes de políticos. Desde Facebook se comunican con los más ardientes acólitos. Es su plataforma inmediata.
Eric Garcetti, presidente del Concejo municipal de LA, nos cuenta en Facebook que en este preciso instante está en una conferencia de prensa notificando sobre el intento (frustrado) de secuestro de una alumna de la escuela King, o es maestro de ceremonias del reconocimiento a los «Tesoros de Los Angeles»: «¡Aquí está [Oscar] de la Hoya entre los homenajeados!», escribe.
Activismo estatal
Asegura a una «amiga» que el plan de racionamiento de agua potable no debe preocuparnos,
En Facebook, Karen Bass, presidenta de la Asamblea, cuenta que se prepara para la Cena anual Young de la Liga Urbana de LA, donde también se reparten premios y reconocimientos. Invita para el 24 del mes a solicitar alojamiento si se quiere acudir a la convención del partido Demócrata, y una activista de San Diego le pide allí mismo ayuda para que el condado tenga acceso a helicópteros para apagar incendios forestales.
El senador estatal y candidato a congresista Gil Cedillo expresa apoyo a sus «hermanos y hermanas janitors», o se halla en la Tercera Cena Anual de Recolección de Fondos de campaña que reconocerá al alcalde Villaraigosa y al contralor del estado John Chiang, o celebra su propio cumpleaños en su sede de campaña.
El asambleísta Kevin de León, que representa mi distrito en el Este de Los Angeles, publica frecuentemente en Facebook sus fotos «con la comunidad», documentando su actividad en el terreno.
Y la gente que lee a todos ellos en ese contexto de «amistades» les apoya y estimula y sugiere y les pide consejo y socorro.
Facebook seduce
Es importante.
Claro que la nueva frontera tiene sus limitaciones. La principal: el grueso del pueblo, especialmente el latino y el inmigrante, ni tiene cuenta de Facebook, ni usa el internet a diario como nosotros, y ni siquiera tiene computadora en la casa.
Entonces: Facebook seduce, por la inmediatez, por la ilusión de que los «amigos» lo son realmente, por el espejismo del vínculo personal. Pero la nueva frontera política aún no puede reemplazar a la «antigua».
Not so fast.