Mientras el coronavirus estalla sin control en el país y se anuncia un millón más de desocupados se acercan las elecciones presidenciales. Los dos partidos principales ya llevaron a cabo sus convenciones. Y nuestra vida se parece cada vez más a la descrita por George Orwell 1984.
Las diferencias entre ambas reflejan la dirección que ha tomado el partido que aún se llama Republicano pero es el Trumpista.
Hé aquí algunas, simbólicas o estructurales.
Invitados de honor
En la Convención republicana que terminó la semana pasada se presentó como invitados de honor a la pareja que está acusada de una felonía por haber blandido armas contra una marcha pacífica que pasó fuera de su casa.
En la Convención demócrata presentaron a quienes ahí marchaban.
Hombres, blancos, tercera edad
En la convención republicana el “roll call” donde cada estado declaró su apoyo a Trump fue una hilera de hombres blancos de la tercera edad con un marco idéntico que decía #RNC2020.
En la convención demócrata fue un despliegue de diversidad y de lo especial de cada estado.
Esta claridad de género y racial refleja la ya existente en el Congreso, donde hay 56 afroamericanos, dos de ellos republicanos, hay 131 mujeres, 24 de ellas republicanas.
El ‘bully’ y el niño tartamudo
En la convención republicana habló un chico de 18 años que todos vimos enfrentándose a un elder nativoamericano, con su gorra roja. Le aplaudieron, porque es fuerte.
En la convención demócrata habló un chico tartamudo de 13 años para agradecer a Biden porque le dio fortaleza de espíritu para luchar contra su tartamudez y el ostracismo.
Apropiación de los símbolos patrios
La convención republicana fue planificada solo desde julio porque Trump insistía en hacerla en un recinto antes miles de entusiastas. Pero se hizo en la Casa Blanca con un millar de conejillos de india sin máscaras. Fue brillante, fue bombástica y se apropió de los símbolos de la patria y de la religión: el Memorial de Lincoln. La Casa Blanca, la ceremonia migratoria. El secretario de Estado apoya a Trump desde Jerusalén. Muchos más.
La Convención demócrata fue planificada como digital desde abril y sin embargo fue tradicional y a veces repetitiva y aburrida, como es la norma con las convenciones.
Sin plataforma, un sólo ideal: QAnon
La convención Republicana decidió echar por la borda la plataforma y declaró que apoya lo que apoye Trump. El partido no es nada más que lo que diga Trump ahora. No tienen otro ideal que seguir en el poder. Así ha sido por mucho tiempo, pero se ocultaba. Ya no.
Es en ese caldo de cultivo donde entran los realmente extremistas de QAnon con sus teorías conspirativas demenciales y es por eso y a la sombra de Trump que crecen y que se convertirán en las tropas de choque.
En la convención demócrata se presentó una plataforma sobre la que se pusieron de acuerdo las distintas facciones después de un debate y que luego caerá en el olvido. Salud pública, educación, impuestos, política exterior, etc.
George Orwell 1984
Parecería que la convención republicana fue tomada palabra por palabra del libro “1984” de George Orwell. Porque vemos cómo florece la neolengua y cómo se desarrolla el doplepensar, elementos cruciales del régimen opresor que describe. En la obra, el doblepensar fue adoptado como doctrina por el líder Emmanuel Goldstein – supuestamente basado en la imagen de Stalin – en su libro ficticio Teoría y Práctica del Colectivismo Oligárquico.
Esto está en la obra de George Orwell 1984 sobre lo que es el doblepensar (supuestamente tomado de ese libro y leído simultáneamente por el protagonista y por el lector):
(El doblepensar es:…) Decir mentiras a la vez que se cree sinceramente en ellas, olvidar todo hecho que no convenga recordar, y luego, cuando vuelva a ser necesario, sacarlo del olvido sólo por el tiempo que convenga, negar la existencia de la realidad objetiva sin dejar ni por un momento de saber que existe esa realidad que se niega… todo esto es indispensable.
Incluso para usar la palabra doblepensar es preciso emplear el doblepensar. Porque para usar la palabra se admite que se están haciendo trampas con la realidad. Mediante un nuevo acto de doblepensar se borra este conocimiento; y así indefinidamente, manteniéndose la mentira siempre unos pasos delante de la verdad. En definitiva, gracias al doblepensar ha sido capaz el Partido —y seguirá siéndolo durante miles de años— de parar el curso de la Historia.
No es fantasía
Estas comparaciones entre las convenciones, esta comparación con el mundo torcido y fantasmagórico de “1984” no es una elucubración o teoría conspirativa o fantasía o adivinanza del futuro.
Esto está sucediendo ahora.
Y se quedará si Trump no es derrotado en noviembre. Y viviremos en medio de ello, junto cno la represión y la violencia que inevitablemente se vienen.
Pero nosotros, los periodistas, o quienes leemos, o pensamos, o recordamos la historia, ya perdimos la capacidad de sorprendernos, de asustarnos. Nos encogemos de hombros.
Cada día que pasa surge una decisión que debilita las instituciones democráticas. Es inútil detallarlo porque antes de que se termine de escribir una surge la otra. Y que se susciten en cadena cobra vida propia, una realidad innegable del derrumbe de los aspectos democráticos en la sociedad estadounidense.
Y se aceleran. Como en la obra de George Orwell 1984.
Cuando lleguemos a las elecciones del 3 de noviembre este será un país diferente.