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La realidad nacional de El Salvador, por Roberto Cañas

La realidad nacional de El Salvador, contagio del empleo

Rendirse ante la realidad significa aceptar que el COVID-19 vino para quedarse, entender que en el horizonte no se ve una fecha clara para controlar la pandemia y reconocer que el descubrimiento de una vacuna tiene una hermosa ilusión: pensar que todos tendrán acceso a la vacuna. Pero hay que darse cuenta que los pronósticos más optimistas plantean que son necesarios de 12 a 18 meses para tener una vacuna.

Navegar el coronavirus

Aprender a navegar el coronavirus es importante. Hay que convivir con la pandemia. Es importante poner este asunto encima de la mesa: el virus podría convertirse en otro virus endémico diferente y este virus puede no irse nunca.

Mientras tanto, los Órganos de Gobierno de El Salvador, no se han podido poner de acuerdo. Pasa el tiempo y no existe una norma jurídica que establezca cuales son las reglas del juego para enfrentar la pandemia en los próximos días. El debate entre cuarentena estricta y cuarentena focalizada está empantanado. En medio del entrampamiento jurídico político emergen con fuerza los gobiernos municipales que han decidido mutuo propio enfrentar la pandemia en el territorio.

Mientras tanto la situación económica aprieta.

De acuerdo con datos del Banco Central de Reserva la economía salvadoreña retrocederá 40 años. La caída económica será de menos 8.5% del PIB.  De marzo a mayo se perdieron 65,000 empleos formales. Ingresos importantes como las remesas y las exportaciones han caído a su punto más bajo de los últimos años. El Ministerio de Hacienda proyecta que al finalizar el año habrá perdido $990 millones en recaudación de tributos.

El daño económico significa para los salvadoreños desempleo, falta de ingresos, quiebra de empresas, incremento de costos, incremento en la pobreza, ansiedad y desesperación. No se puede seguir así. El daño en vidas destruidas por la caída de la economía está siendo mayor que el de las muertes por la pandemia misma.

La pobreza de espanto

Si las cifras de la economía son perturbadoras, los números de la pobreza son de espanto. Se estima que 550,000 personas caerán en situación de pobreza y una cuarta parte de ellas en pobreza extrema. Si esta proyección se cumple, la crisis dejaría en pobreza a más de 3.58 millones de salvadoreños. Esto es equivalente al 54% de la población que vive en el país, y sería un 23% adicional al 31% que por hoy se reporta.

Para ponerle más picante al caldo, el calendario electoral 2021 está en marcha y el Tribunal Supremo Electoral (TSE) ha comunicado que mantiene el 28 de febrero como fecha para las elecciones de 2021. Hasta el 29 de julio próximo, los partidos políticos tienen plazo para determinar sus precandidatos, que salen directamente de su militancia, y que buscaran la candidatura definitiva para el 2021.

En este proceso es evidente que los aspirantes a candidatos de los partidos que están en elecciones internas hacen campaña electoral adelantada y hay muchas dudas acerca de que sean comicios democráticos. Para febrero del año próximo faltan siete meses, tiempo en que los insultos y descalificaciones de los candidatos terminaran cansando a la ciudadanía, generando un mayor ausentismo el día de las elecciones.

Un análisis de la situación actual estaría incompleto si no se toma en cuenta lo ambiental. La tormenta tropical Amanda dejó destrucción y desconsuelo a su paso por El Salvador, cientos de familias tuvieron que evacuar sus hogares debido a la devastación provocada por la tormenta. Lo cierto es que la vulnerabilidad socio ambiental del país es muy grande.

Hay que decirlo directamente: En El Salvador los fenómenos naturales se convierten en desastres, pues alrededor del 90 por ciento del territorio y el 95 por ciento de la población son altamente vulnerables.

Un acuerdo nacional

El Salvador necesita un acuerdo nacional inclusivo de largo alcance que salve a la Nación de la grave crisis en la que se encuentra sumergida. Ya es tiempo de iniciar procesos para rescatar el país social, política y económicamente.

Hay que dejar la confrontación estéril.  El mejor aporte que se le puede dar al país como ciudadanos, es que las instituciones sociales acompañen a la búsqueda de una salida, que pase por la inclusión de todos y el diseño de un nuevo modelo de país.

El país enfrenta retos cada vez más complejos que exigen soluciones viables que resuelvan los problemas. Las decisiones tienen que estar fundamentadas en datos objetivos, basadas en hechos, pruebas, consultas a especialistas, sumadas a un diálogo activo con los ciudadanos.

Ya no hay lugar para la improvisación. Es indispensable partir de los datos disponibles y el análisis racional sistemático. Así se producirán mejores resultados, pues uno se obliga a tomar decisiones, con base en una metodología rigurosa, lo cual permite optimizar el uso de los recursos y tomando en cuenta una relación costo-beneficio, decidir la opción más eficiente entre distintas alternativas.

También contribuye a empoderar a los ciudadanos que, al contar con información adecuada, podrán comprender y discutir sobre temas de interés nacional, tomando en cuenta los criterios que están detrás de las decisiones.

La reserva moral de la nación

Hoy toca acudir a la Reserva Moral de la Nación. Les corresponde a las organizaciones de la sociedad civil la tarea de aportar con la lucidez de sus conocimientos y los principios éticos, propuestas para contribuir a la reconstrucción de una sociedad mejor. Es necesario contar con un sujeto político-social que se involucre en la comprensión y transformación de la sociedad. Un grupo de notables, representantes de universidades, tanques de pensamiento, organizaciones sociales, iglesias, que actúe con principios humanistas y democráticos.

Necesitamos de la reserva moral de la sociedad para que elabore un progra­ma de reconstrucción, para lanzar un nuevo mo­delo de país, proponer y lu­char por un nuevo contra­to social. Hay que sacar las lec­ciones de la crisis del Co­vid-19 y ver la adversidad como una oportunidad para cam­biar, la reconstrucción refle­ja un momento único para revisar nuestro modelo so­cial y económico, y dar un gran giro a la nación.

En medio de la crisis en que vivimos mejorar el desempeño del gobierno en la conducción de los asuntos públicos, es un imperativo: la toma de decisiones informada puede contribuir a salvar vidas.

Es necesario cometer el menor número de errores posible y contar con la participación de la sociedad civil.  La Academia con sus propuestas, sin duda, es promotora del desarrollo económico-social y contribuye a sacar adelante al país.

Publicado inicialmente en Contrapunto.com.sv, aquí.

(*) Roberto Cañas es un excomandante guerrillero y negociador de la paz en El Salvador, experto en Educación y analista político.

Entrevista con Roberto Cañas, por Juan José Dalton

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