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Los Ángeles es la capital del odio social en Estados Unidos

Odio social

Lorraine Mae Lake es una mujer de 58 años, que vive en Long Beach, una ciudad de medio millón de habitantes al sur de Los Ángeles. Según informó el canal 5 KTLA este 16 de agosto, fue acusada de hacer amenazas racistas contra sus vecinos chinos y enfrenta múltiples cargos por felonías, así como acusaciones de delitos de odio.
Según un comunicado de prensa de la Oficina del Fiscal de Distrito del Condado de Los Ángeles – George Gascón – “presuntamente amenazó y lanzó epítetos raciales a varios de sus vecinos” en un complejo de apartamentos en East 2nd Street.

A Joey David George del estado de Washington, un gran jurado federal lo acusó este mes de un crimen de odio y de cuatro cargos de amenazas interestatales. Permanece detenido en el Centro Federal de Detención en SeaTac.

¿Qué hizo? Tres meses atrás, llamó por teléfono a un restaurante en San Bruno, California, y supuestamente amenazó con disparar a los clientes negros e hispanos en el lugar. Dice el sitio del Departamento de Justicia: “Como el restaurante es un lugar de alojamiento público, se le imputa un delito de odio: interferencia con una actividad protegida por el gobierno federal”.

¿Qué es el odio social?

Eric Hoffer, en “The True Believer: Thoughts on the Nature of Mass Movements” (El verdadero creyente: reflexiones sobre la naturaleza de los movimientos de masas), escribe: “El odio es el más accesible y completo de todos los agentes unificadores… Los movimientos de masas pueden surgir y extenderse sin creer en un dios, pero nunca sin creer en un demonio».

Vivimos en un momento histórico en el que en Estados Unidos el odio social crece y se convierte en el motor de ese movimiento de masas, que el 6 de enero de 2021 asaltó el Capitolio, la sede del Congreso en Washington.
Es el fuelle y el contenido, montado en la retórica divisiva, que “podría estallar otra vez a medida que se acercan las elecciones nacionales del 8 de noviembre”.

Esto es precisamente lo que teme Brian Levin, director del Centro para el Estudio del Odio y el Extremismo en la Universidad Estatal de California, San Bernardino.

Volviendo a los ejemplos del principio: por lo general, nos atenemos a delitos de odio social extremos, violentísimos, que terminan en asesinatos. Y el 45% de los 349 ocurridos en Los Ángeles durante la primera mitad de 2022 involucraron un asalto violento.

A Eric Antonio Sánchez, de 29 años, le presentaron en julio de este año un cargo de asesinato y un cargo de intento de asesinato, junto con una acusación de crimen de odio por la muerte de Ryan Bush, de 48 años.
Los fiscales dicen que Sánchez mató a Bush porque Bush vestía ropa de mujer.

Más crímenes, más frecuentes

Pero la definición de los crímenes de odio es mucho más amplia que la que se concentra en violencia extrema, asesina, contra miembros de una comunidad.
Incluye también amenazas, insultos discriminación y otras acciones similares. Tiene múltiples expresiones.

En la realidad los delitos de odio son mucho más altos que los reportados. Una parte importante de ellos no se denuncian. Las víctimas temen dirigirse a las fuerzas del orden. No confían. Aquí en Los Ángeles, esto les sucede más a inmigrantes indocumentados, sean latinos o asiáticos.
Una encuesta reciente de la Oficina de Estadísticas de Justicia encontró que menos de la mitad de todos los delitos de odio fueron denunciados a la policía.

El odio no estaba prohibido como ahora

En la actualidad, poseemos estadísticas y grupos dentro de las fuerzas del orden dedicados a combatir estos crímenes porque tenemos leyes que los definen como tales.
Podríamos pensar que siempre los tuvimos.

Pero el combate a los crímenes de odio es algo nuevo. De hecho, la primera ley que codificó los delitos de odio en Estados Unidos fue la Sección 190.2, de California, que se aprobó recién en 1978.

Llevó más años hasta que los estados – no todos ellos y Georgia es un caso – siguieron esta iniciativa del estado dorado.

Gracias a estas leyes, ahora podemos analizar los números de los crímenes de odio, que pasaron del dominio del secreto al de las investigaciones.
Y podemos detectar sin temor a equivocarnos que crecen a niveles nunca vistos.
En el año 2021 la ciudad de Los Ángeles había alcanzado un récord sombrío, registrando un aumento del 56% en los delitos de odio con respecto al año anterior. El total de crímenes de odio en Los Ángeles durante el año pasado había sido de 596.

Pero en la primera mitad de 2022, los crímenes de odio en la ciudad de Los Ángeles aumentaron aún más, en 17% respecto al año anterior, especialmente por la intensificación de los ataques contra angelinos afroamericanos, transgénero y LGBTQ, de acuerdo con un análisis de datos policiales de LAPD hecho por Crosstown el medio de noticias de la Universidad del Sur de California (USC).

Hate crimes in Los Angeles rising at record-setting pace

 

 

En números absolutos la lista de víctimas está compuesta primero por afroamericanos, luego latinos, luego judíos y luego gays.

Reflexiones sobre el porqué

Un catalizador innegable de estos crímenes es la pandemia del coronavirus.
Las cifras representan un marcado contraste con la vida anterior a la pandemia. Desde 2018 hasta principios de 2020, se denunciaban entre 20 y 40 delitos de odio cada mes. El COVID-19 exacerbó la violencia social.

No menos influyente en el auge de esta plaga ha sido la incitación a la hostilidad, división, despersonalización del rival, por parte de Donald Trump y sus aliados.
Entre otros elementos, la caracterización por el entonces presidente Donald Trump del COVID-19 como “la gripe china” llevó a ‘Una epidemia de odio‘: los crímenes de odio contra los asiáticos en California aumentaron un 177% en 2021

Una vez puestas en vigencia las leyes que permiten el procesamiento de los delitos de odio, el Departamento de Policía de Los Ángeles (LAPD), como todas las agencias de su tipo en el país, se organizó para volverlas parte de su acción.

El departamento tiene hoy una unidad de delitos de odio y, al igual que el FBI, rastrea 35 delitos diferentes motivados por prejuicios.

Según su manual de orientación, un delito de odio es cualquier acto criminal o intento de acto criminal dirigido contra una persona o personas basado en la raza, nacionalidad, religión, orientación sexual, discapacidad o género real o percibido de la víctima.
Esta definición es la referencia que guía a los agentes al enfrentarse a un delito de odio.

Llevó muchos años forjar una mayoría legislativa que concorde en esa definición, por la insistencia de los conservadores en dejar afuera el término “orientación sexual”. Una actitud que de por sí denota odio social.

Excepciones a la regla del odio social

Los delitos de odio son en general cometidos por hombres miembros de la mayoría blanca contra integrantes de comunidades minoritarias. Aunque no siempre es así. Puede ser también el delito de tres mujeres negras arrestadas hace un par de meses en Nueva York y acusadas de hacer declaraciones “anti-blancas” durante la golpiza que le propinaron a una mujer blanca. Al castigo que podría recibir a cuenta del ataque físico se le agregaría lo correspondiente por el delito de odio.

Y puede reflejar también conflictos ajenos a la sociedad estadounidense. En el sitio en español del Departamento federal de Justicia, que da ejemplos de delitos de odio, leemos acerca de varios hombres de nacionalidad armenia condenados en 2021 a prisión por haber atacado un restaurante de comida étnica turca. Uno de ellos, a cinco años de prisión y los demás a 15 meses.

El presidente Biden reconoció el 24 de abril de 2021 el holocausto armenio de 1915, en el cual alrededor de un millón de estos nacionales fueron masacrados por el gobierno turco hace más de 100 años.

Otro ejemplo reciente es el ataque a tiros en Laguna Woods, una pequeña ciudad en nuestro condado de Orange, contra feligreses en una iglesia taiwanesa por parte de un chino. Mató a una persona e hirió a varias porque según él Taiwán no tiene derecho a existir como nación.

O sea: independientemente de los antecedentes, de nuestras opiniones, de las verdades históricas, un delito de odio lo es, de por sí, por su naturaleza.

Los Ángeles, centro del odio social

Recientemente, el Centro para el Estudio del Odio y el Extremismo en la Universidad estatal de California en San Bernardino publicó su “informe a la nación: los años 20, El amanecer de una década de odio creciente» (Report to the Nation: 2020s – Dawn of a Decade of Rising Hate).

Según el documento, Los Ángeles está a la cabeza de la nación en crímenes de odio, con 359 en 2020 y 615 en 2021. El dato es grave tomando en cuenta que el área metropolitana angelino tiene unos cuatro millones de habitantes, contra casi nueve millones en la ciudad de Nueva York, cuyos números sin embargo son de 275 y 538 respectivamente, aunque el aumento para esta última urbe es aún más dramático.

En líneas generales, cuanto mayor es la población, el porcentaje de aumento también es mayor: “Las ciudades más grandes aumentaron más, en un 29%.. las diez ciudades más grandes de EE. UU. aumentaron aún más: en un 39 %, al mismo tiempo que alcanzaron un total récord de 1664 delitos motivados por el odio.

¿Por qué? Quizás porque los crímenes de odio son más frecuentes allí donde la población es más variada, algo más común en las grandes ciudades.
Según el informe, este es el cuarto año consecutivo con incremento en los delitos de odio en todo el país.

En suma, los números muestran una tendencia preocupante, y anecdóticamente un incremento en la frecuencia y gravedad de los delitos de odio a medida que nos acercamos a las elecciones del 8 de noviembre. Y aunque Los Ángeles, y California, son entidades de absoluta mayoría demócrata, la naturaleza no política de muchos de los crímenes de odio contribuye a que, lamentablemente, nuestra ciudad sea la capital del odio social de Estados Unidos.

Este artículo fue apoyado en su totalidad, o en parte, por fondos proporcionados por el Estado de California y administrados por la Biblioteca del Estado de California.

Autor

  • Fundador y co-editor de HispanicLA. Editor en jefe del diario La Opinión en Los Ángeles hasta enero de 2021 y su actual Editor Emérito. Nació en Buenos Aires, Argentina, vivió en Israel y reside en Los Ángeles, California. Es periodista, bloguero, poeta, novelista y cuentista. Fue director editorial de Huffington Post Voces entre 2011 y 2014 y editor de noticias, también para La Opinión. Anteriormente, corresponsal de radio. -- Founder and co-editor of HispanicLA. Editor-in-chief of the newspaper La Opinión in Los Angeles until January 2021 and Editor Emeritus since then. Born in Buenos Aires, Argentina, lived in Israel and resides in Los Angeles, California. Journalist, blogger, poet, novelist and short story writer. He was editorial director of Huffington Post Voces between 2011 and 2014 and news editor, also for La Opinión. Previously, he was a radio correspondent.

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