En un esquema materialista de la cuestión social, todo escenario cuenta con explotadores
y explotados, dueños y esclavos, amor y víctimas.
Ahora, una nueva una agenda musical configura un sincretismo de la narco cultura y las generaciones jóvenes de la burguesía mexicana. Ha surgido el modelo de una narco burguesía que muestra la madurez de los narco juniors y la consolidación de su poder económico en un ámbito que conecta México y Estados Unidos en una forma equitativa y menos imperialista.
Hace tiempo se sostenía que más allá de producir fentanilo en México, se desarrollaba y expandía velozmente una narco cultura que se produce desde Estados Unidos, en muchas ocasiones con financiamiento de los cárteles de la droga y que goza de una amplia legitimación y audiencia en México. Hoy el hit parade global comienza a distinguir e incorporar la narco música mexicana, quizás siguiendo una tendencia progresista global que pide a gritos la legalización de narcóticos.
La industria de la música comienza a rendir tributo a las agrupaciones que reproducen la narco cultura como un estilo de vida juvenil.
Pero esta condición comienza a desarrollar semejanzas con la música afro estadounidense también en su día identificada con el consumo de drogas y la violencia delincuencial. Estados Unidos patrocina estos géneros musicales nuevos para generar conglomerados de jóvenes adictos preocupados por mantenerse a la moda.
Al no encontrar los espacios productivos de fentanilo en México, Estados unidos se ve obligado a fomentar tanto el trasiego como el consumo en México. Sin embargo, las grandes diferencias estructurales entre ambos países impacta los patrones de consumo y el modelo que reproducen los jóvenes cantantes dista mucho del consumidor real.
Pero el tema del fentanilo va más allá de la música, el léxico y las prendas de vestir; está alterando las relaciones entre México y EE.UU. La dinámica ahora se refleja en la agenda musical que se promueve en México y que es altamente problemática, ya que promueve la violencia. La narco música es una convocatoria a la guerra civil más allá de que se honre a la violencia y los radicalismos regionales. Si los cárteles de la droga decidieran fusionarse, incluso podrían plantear cambios en la economía y condición de varios países, incluido Estados Unidos. Los cárteles de drogas en México podrían
hacer lo que otros trusts en distintos temas.
La música es un tema formal y serio en nuestro país, donde hay diferentes narrativas que combaten y se amenazan mutuamente. A lo largo de los últimos años, la historia de este género ha evidenciado que compositores, músicos, intérpretes y público resultan víctimas de las diferencias que tienen las mafias de la droga. ¿Para qué, entonces, promueve EE.UU. la narco música?
Hoy los géneros bélicos que comienzan a identificar a México y la alta clase aprueban como legitima la alianza con EE.UU. para seguir destruyendo al país. No constituye el fenómeno una situación nueva o diferente de lo que siempre hace Estados Unidos: promover la división.
Es innegable que urge avanzar respecto de la legalización de las drogas y otras temáticas, pero esto tiene que ver con el trasiego y comercio, no con el consumo ni la legalización y promoción abierta de la violencia. Una cuestión es pacificar la guerra entre los grupos del narcotráfico y otra cosa promover abiertamente la drogadicción y la violencia. Durante muchos años, esta fue la estrategia para controlar a los grupos afroamericanos en Estados Unidos; la cual no funcionó.
En Colombia, Estados Unidos promovió bases militares y cárteles y ahora en México la intención de la narco música es con el mismo propósito: promover la guerra.
Hoy la forma de recorrer la violencia en México tiene múltiples caminos. La música tiene su propio camino. Una forma de acercar las drogas a más jóvenes lo constituye el colectivo musical. El centro cultural del país vuelve al pasado.
La música de este tipo es una forma básica de acercar las drogas y la violencia a la juventud. La narco música es un camino sin escalas a la destrucción. Lo que se ve es una invitación abierta a la narcoviolencia y al consumo de drogas.