La incongruencia del fútbol:
España vence a Paraguay en su peor partido del Mundial
TORRELAVEGA (España). – Como pocas veces en la memoria más reciente, los españoles vivieron ayer un drama con más congoja – mucha más – de lo habitual. De paso, aprovecharon para interpretar lo que se ha convertido en un “nuevo himno nacional”:
“Villa, Villa, Villa. ¡Villa Maravilla!
Por los cuatro costados del país cientos, miles, millones de gargantas gritaban anoche ese eslogan después de que el guaje Villa hiciese un “maravilloso” gol en el minuto 83. Más que verlo, hay que sentirlo. Con un partido roto y muy cerca del final, hay que contabilizar los tres palos en los que caprichosamente rebotó el cuero, interfiriendo Villa en su devenir:
¡¡¡¡¡Gooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooool!!!! “Villa, Villa, Villa. ¡Villa Maravilla!”. “Villa, Villa, Villa. ¡Villa Maravilla!”. “Villa, Villa, Villa. ¡Villa Maravilla!
Lo demás es historia.
Historia, porque hace medio siglo que la Roja no llega a una semifinal mundialista. Una sola vez llegó tan lejos, en 1950, y nunca fue más allá. Ahora está ahí otra vez. Jugará contra Alemania el pase a la final el miércoles 7 de julio, San Fermín, que no es poco.
La Historia de este Mundial está todavía por escribir. Después de ver jugar a la Roja en los últimos años, el partido de ayer se puede calificar de atípico. España volvió a tener el balón, pero no tuvo la suerte de poder elegir entre fallar el remate o no. Ayer no tuvo siquiera remate; lo que le falló fue el último pase. Sin ese pase no hay remate, no hay nada que perdonar.
La Roja no ha hecho nada.
Eso decía Alejandro, un patrón de barco que absorto en las imágenes de la pantalla gigante de televisión en un bar repleto de gente. Alejandro no daba crédito a lo que veía: “España no ha hecho nada”, repetía.
“Menos mal que los paraguayos no son ningún crack” respondía Paloma, sentada a su lado.
“Es uno de los peores partidos de la selección; sino el peor de los últimos años, desde luego del Mundial”, comentaba un ex futbolista de la liga regional con un adusto gesto de preocupación y nerviosismo.
“Contra Alemania hay que jugar distinto”, sentenciaba Sergio Castillo, propietario del Bar Urbanos, un céntrico establecimiento cónclave de la cultura futbolística local.
Eran muchos los millones de españoles que ayer en sus casas o en los bares, sentían algo similar.
Al descanso sin goles, en los bares de media España se respiraba un tufillo mezcla de incredulidad y desconfianza. Cualquiera de los dos podía ganar. Paraguay no era un gran equipo, pero España no daba la talla. Eran muchos los que veían un Torres descafeinado, otra vez más.
La segunda parte empezó de forma no muy distinta, hasta el minuto 55 cuando estalló la locura colectiva. En la cancha se dio pie a un drama tan digno de contemplar como la rocambolesca victoria de Uruguay un día antes, (no tan merecida, todo hay que decirlo; lo mismo que de la española de ayer). ¡Increíble!
Tras fallar dos penaltis consecutivos – o tal vez hiciese más justicia destacar el acierto de ambos cancerberos (Justo Villar e Iker Casillas) erigiéndose por derecho propio protagonistas con sus respectivas paradas – el partido se rompió. [El primer penalti favorable a Uruguay fue legítimo; no pareció lo mismo el segundo a favor de la Roja].
La suerte estaba echada. Y ahí precisamente – después que la Roja hilvanase un par de buenas jugadas – llegó el gol de Villa y, a posteriori, la victoria de España.
“¡¡¡¡¡gooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooool!!!! “Villa, Villa, Villa. ¡Villa Maravilla!”. “Villa, Villa, Villa. ¡Villa Maravilla!”. “Villa, Villa, Villa. ¡Villa Maravilla!”.
Ayer el juego de la Roja no gustó. Si lo hizo la Alemania del segundo tiempo en la otra eliminatoria, y convenció Holanda de un día antes. Los argentinos fueron literalmente barridos por los alemanes, y la debacle carioca poco tuvo que ver con una “Naranja” que no es “Mecánica” pero si letal, especialmente si le ayudas, (caso de Melo… pero esa es otra historia).
Al final del encuentro de anoche (10:00 p.m., hora española), impertérritas ante el llanto de algún guaraní, las bocinas de los coches, cohetes y petardos callejeros, estallaban sin orden ni control en el Ruedo Ibérico. España – la Roja – estaba en semifinales, y es ya uno de los cuatro mejores equipos de fútbol en el mundo.
Sólo quedan cuatro equipos en el Mundial Sudafricano. Tres son europeos – Alemania, Holanda y España -, el otro es Uruguay. Uno puede cuestionarse lo que hace dos semanas se contemplaba como posible hegemonía americana – Norte y Sur – (o la necesidad deque los árbitros contemplen las cámaras de televisión). Hoy ya no. Pero todavía queda torneo por delante, y nada está escrito, ni siquiera un epitafio latinoamericano.
Bávaros y guaraníes ya saben lo que es ser campeón mundial, holandeses y españoles aún no. Seguro que todos ellos están ya pensando en los dos partidos que quedan por delante para alcanzar la gloria. Visto lo visto hasta hoy, está al alcance de cualquiera.
piterbaraja@yahoo.com