La obesidad fue reconocida por la Asociación Médica Americana (AMA) como una enfermedad recién en 2013. Desde entonces crecieron los conocimientos sobre sus peligros, sus desencadenantes y sus tratamientos. También crecieron sus números, especialmente entre comunidades de color y personas de bajos ingresos. Hoy, casi la mitad de los latinos y afroamericanos sufren de obesidad. A nivel mundial, la Federación Mundial de Obesidad predice que el 51% de la población tendrá sobrepeso o obesidad en 2035.
Su origen y las soluciones médicas para controlarlo
La obesidad está relacionada con patrones alimenticios y con la falta de actividad física y específicamente con el consumo de gaseosas azucaradas, snacks con alta densidad energética y las «comidas rápidas» que causan consecuentemente diabetes, enfermedades cardiovasculares y varios cánceres.
Aunque ahora existe una solución de reducción del peso para obesos.
Ozempic, nombre comercial de Semaglutide, viene en una inyección subcutánea que contiene una dosis semanal. En 2017, fue la primera medicina aprobada por la Administración de Alimentos y Medicamentos para bajar de peso y para ayudar a personas con diabetes tipo 2 a ejercer el control glucémico y reducir el riesgo de ataques cardíacos y eventos cerebrovasculares (stroke).
Ozempic engaña al cuerpo para que se sienta lleno y disminuye la velocidad en la que se vacía el estómago.
Su precio al público es de $1,000 por un suministro de 28 días. Se debe tomar permanentemente. Toda la vida.
Otras variantes de la misma medicina cuestan $1,350, $1,060 y $1,070.
Cuando se aprobó Ozempic como el primer medicamento efectivo contra la obesidad se pensaba que la solución a uno de los males más destructivos de nuestra sociedad estaba en vías de solucionarse.
La barrera económica
para acceder a los tratamientos
Pero el problema es que el precio de Ozempic la pone fuera del alcance de quienes más lo necesitan. Las personas de bajos ingresos no pueden pagar el medicamento que salvaría sus vidas.
Es que MediCare no aprobó en su lista medicamentos para bajar de peso y Medicaid (MediCal en California), el programa estatal y federal para personas de bajos ingresos solo lo hace, y parcialmente, en diez estados.
Novo Nordisk, la empresa con sede en Dinamarca que fabrica Ozempic y Wegovy, ha reportado un aumento anual de ventas del 36% en 2023, para un total de $33,700 millones de dólares.. A ello corresponde la mayor parte del crecimiento económico de todo su país.
Otra corporación en el negocio es Eli Lilly, con un producto similar, Mounjaro, cuyas ventas se catapultaron de $16 millones a $1,000 millones. El ingreso de Eli Lilly aumentó en 85% en un año.
Amgen, con sede en California, Pfizer de Nueva York y Roche en Suiza, también están en la carrera.
Las ventas globales del producto contra la obesidad llegarían en 2030 a los $100,000 millones de dólares. Todos ellos, obviamente tienen como primer objetivo beneficiar a sus accionistas.
La necesidad de una ley para beneficio de la población
La solución a la crisis de la obesidad existe, y está en manos de los gobiernos federal y estatales. Deben lo antes posible agregar Ozempic y sus competidores a la lista de medicamentos aprobados, para hacerlo accesible para toda la población. Porque el asesoramiento sobre dieta y ejercicio no alcanzan.
En julio pasado, varios senadores y representantes de ambos partidos, reintrodujeron la Ley para el Tratamiento y Reducción de la Obesidad (H.R. 4818 y S. 2407), que revertiría la prohibición federal de la cobertura de medicamentos para la obesidad por parte de Medicare Part D.
Ha sido introducida repetidamente en cada sesión del Congreso. Languidece en el Comité de Energía y Comercio porque no logró el apoyo político por el enorme costo que significaría ponerla en efecto.
Eso es inadmisible. Consideremos que ese costo se reduciría al disminuir las hospitalizaciones y los efectos de eventos cardiovasculares. Y en unos años el gobierno tendría el derecho a negociar sus precios y llevarlos aún más abajo.
Pero aunque así no fuese, es el deber del gobierno preocuparse por la salud de los habitantes. La obesidad afecta a 100 millones de estadounidenses. Y a un costo de $147,000 millones anuales.
La aprobación de esta ley pondría estas medicinas al alcance de la población. La cuestión de su costo se empequeñece cuando calculamos sus beneficios.