El capitalismo es un sistema que reduce al Estado a simple protector de intereses privados. Los derechos sociales como educación, salud y cultura que deberían ser garantizados por los gobiernos, son puestos a disposición de las empresas. De tal modo, el bienestar de un pueblo tiene fines de lucro porque, dentro de la fórmula general del capital, todo tiene por objetivo la ganancia.
Y en la fase global del capitalismo, el neoliberalismo, no solamente son las empresas locales las que lucran con estos derechos. Ahí podemos tener hospitales holandeses, transportes chinos o escuelas de esquema canadiense. Aún más, organizaciones sociales europeas o japonesas que financian comedores, plantíos o sistemas de agua potable. Muchas de estas son fundaciones creadas por transnacionales. De esta manera, logran reducir el pago de impuestos en sus naciones de origen. Porque, a la hora de ayudar, nada se queda sin rédito.
El sistema entonces creo Estados débiles, sin dinero suficiente para el gasto social. Ya no hacía falta. De eso se encargan las fundaciones, ahora. Nació entonces el tercer sector; a saber, la sociedad civil organizada para paliar lo que los gobiernos dejaron de hacer, de la mano del capital.
Así nació un gran esquema donde las empresas sueltan dinero (que deducen de impuestos) a través de sus fundaciones para que esa sociedad civil atienda los derechos que están garantizados a la letra, pero que en los hechos no cumplen ni los gobiernos ni las corporaciones, porque su interés están en generar ganancias.
Como todo lo que tiene por fin el lucro, se generó corrupción. En el caso deL capitalismo en México se crearon estructuras dedicadas, solamente, a bajar ese dinero a través de proyectos. Cobraban grandes cantidades de dinero en honorarios bajo el pretexto de ayudar a los demás. Mucha gente se enriqueció. También, mucha gente comenzó a depender de esto para vivir.
Se creó un nuevo negocio. Hasta los gobiernos le entraron. Los partidos políticos generaron asociaciones fantasmas y un buen tajo del dinero público se destinó a esos proyectos… ¿Y donde están los beneficios? Al momento, México tiene uno de los peores índices de bienestar de los países de la OCDE.
Por eso, ahora que el presupuesto de AMLO se destinó para beneficiar directamente a la gente por medio de becas e inversiones, sin intermediarios, el llamado “tercer sector” hace estragos. No mentía López Obrador cuando dijo que erradicaría el neoliberalismo de México. No mintió cuando habló de separar el poder político del económico. Lo que está haciendo el presidente mexicano es restaurar la medida del Estado, por encima del capital, y devolver a las personas los derechos que les pertenecen. Derechos por los que, de por sí, ya pagan impuestos.
Twitter: @albertobuitre