Cientos de trabajadores agrícolas se han sumado a la agotadora «Marcha por la Firma del Gobernador”. Esta peregrinación que comenzó el 3 de agosto y terminará el 26, es una lucha a pie: Son 24 días y 335 millas, desde el condado de Kern hasta el Capitolio en Sacramento. El objetivo es que el gobernador Gavin Newson firme la Proposición AB 2183, la Ley de Elección de Votación de Relaciones Laborales Agrícolas.
Poner en vigencia la AB 2183
Esta ley brindaría más opciones para que los campesinos puedan votar en elecciones sindicales. Las mismas opciones que disfrutaron durante mucho tiempo todos los electores de California. Incluyendo la que meses atrás el gobernador Newsom usó para derrotar la campaña republicana que buscaba removerlo.
Una medida similar fue aprobada por la Legislatura, pero abruptamente vetada por el gobernador en septiembre pasado.
Los campesinos ahora se han unido para limitar la supresión de votantes y terminar con la intimidación y las represalias contra los trabajadores que ejercen sus derechos sindicales. La proposición AB 2183 daría la protección legal necesaria a los trabajadores agrícolas en sus elecciones sindicales.
Acoso y condiciones infrahumanas
Actualmente, en los días de una elección, los trabajadores de la tierra tienen que votar en sus mismos sitios de trabajo. Las mesas de votación son abiertas, sin privacidad. Las boletas de votación se presentan a la vista de todos y la elección de los votantes no es libre. Los trabajadores sufren intimidaciones, a fin de manipular el resultado de las elecciones. Las mujeres experimentan acoso sexual, en un mercado dominado por hombres y donde la falta de protección a los derechos es la norma.
Las campesinas y campesinos continúan trabajando en condiciones infrahumanas. Están obligados a jornadas de más de ocho horas bajo el sol y físicamente expuestos a posturas incómodas que requieren doblarse sobre los cultivos. Estos seres humanos son tratados como esclavos. La mayoría de ellos, expuestos a los efectos nocivos de los pesticidas y a condiciones brutales de trabajo, no llegan a conocer la vejez. Por eso no extraña que muchos de sus hijos queden huérfanos a muy temprana edad.
Aunque los trabajadores pagan impuestos regularmente, por no tener un estatus legal, no reciben ningún beneficio social ni servicio médico alguno. La única asistencia médica a la que pueden acceder es la de servicios de emergencia. Esto, en caso de extrema enfermedad. La consabida consecuencia es quedar endeudados de por vida debido a que los gastos médicos son tremendamente dispares a sus magros salarios.
Por falta de controles médicos regulares, enfermedades prevenibles como la diabetes devienen en serias consecuencias. Las enfermedades de riñones son algo habitual porque ir al baño se considera una pérdida de tiempo que merma el nivel de producción exigido.
Los trabajadores de la tierra son los proveedores de alimento de la sociedad estadounidense. Se los considera trabajadores esenciales, pero a la hora de reivindicar sus derechos, no reciben el apoyo necesario de la sociedad a la que benefician. Trabajando de sol a sol, arriesgan sus vidas diariamente.
Dejar todo por nada
No pensamos en estas condiciones cuando compramos vegetales, cuando disfrutamos de las frutas de estación, o incluso cuando levantamos las banderas del veganismo para proteger a animales. Una causa excelente, pero hay seres humanos que en los campos de cosecha son tratados peor que un animal.
Y la razón es la discriminación racial. Se asume que al ser latinos, mexicanos, como lo son en su mayoría, no merecen tener una vida digna.
Ilegales y criminales son las etiquetas con las que se los excluye de esta dignidad todos los días. Incluso esta discriminación se da dentro de la propia comunidad latina, por aquellos que por tener un estatus legal deciden olvidarse de sus orígenes y pasar a sumar la fila de “los legales”.
Nos olvidamos que un papel no otorga prestigio a ningún ser humano. Antes de las leyes de propiedad, impuestas por los actuales dueños de la tierra, eran estos trabajadores y sus ancestros quienes ejercían la soberanía de honrar y vivir en sus lugares de origen.
Por eso es necesario que se tome conciencia de la explotación de estos trabajadores que sobreviven en una sociedad que les da la espalda porque no tienen papeles. Toda persona es un ser humano y, como tal, merece un trato digno y salarios equitativos que le permita vivir de manera decente. Tanto el trabajador, como sus hijos.
Todos estos trabajadores pagan impuestos pese a no tener un estatus legal en la tierra que habitan. Cuando se jubilen, si alcanzan esa edad, no tendrán pensión alguna porque su dinero se pierde y sus cajas de jubilación no existen.
Amnesty Internacional fue una de las pocas organizaciones que ayudó a construir viviendas de bajo costo para estos campesinos.
La legalidad no debería construir una frontera
Yolanda Chacón es una organizadora y activista social que creció en la lucha campesina. Es quinta generación de trabajadores oriundos de México que comenzaron trabajando en las minas y después en trabajo agrícola.
Junto a su madre y a su tía, ambas trabajadoras de la tierra y organizadoras de los movimientos sociales campesinos, Yolanda participó de las marchas campesinas del año 1966 a la temprana edad de siete años.
Yolanda, que es ciudadana estadounidense, hoy forma parte de la «Marcha por la firma del gobernador» organizando y manejando su «Van de rescate» para proveer agua y seguridad a los peregrinos.
Yolanda habla con orgullo sobre sus orígenes y nos dice: “Yo no reniego ni me olvido de quienes forman mi comunidad. Tener papeles, no marca para mí una frontera para despreciar y discriminar a mis hermanos que no los tienen. No podemos permitir que las divisiones políticas nos desunan y es necesario que seamos la voz de nuestra gente. A mí me duele su dolor y si bien yo tenía un buen trabajo y el derecho a un retiro cómodo, dejé estos beneficios para sumarme a la lucha campesina”.
“Es cierto que desde el movimiento campesino se han abierto muchas puertas, pero aún hay mucho por hacer y sigue privando la explotación y la discriminación”, dijo Yolanda.
Visibilizar la injusticia
La visualización y difusión de esta peregrinación es necesaria y fundamental para obtener un derecho básico y necesario: El libre derecho de elección de los campesinos en las votaciones y el establecimiento de sindicatos que defiendan los derechos que, hoy, vergonzosamente están siendo denegados.
Esta marcha no es solamente para los campesinos que trabajan la tierra, sino para los hijos de ellos, que a menos que cambien las condiciones terribles de trabajo inhumano a las que sus padres están sometidos, quedarán huérfanos y condenados a repetir una historia de pobreza y esclavitud.
Sigamos marchando y exigiendo que se firme la Proposición AB 2183. Por una vida digna para todos y por una reforma migratoria que dé dignidad a los trabajadores esenciales que mueven la economía de este país que también les pertenece.
¡Sí se puede!
Este artículo fue apoyado en su totalidad, o en parte, por fondos proporcionados por el Estado de California y administrados por la Biblioteca del Estado de California.