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Sin puntos medios y defendiendo nuestra voz en la democracia

En las próximas elecciones lo único que nos protegerá es el despojo de los intereses ajenos y las ganas de revivir el sentido común.

En mis días universitarios alguna vez pensé dedicarme a la política. Estaba delirando. Jamás me cruzó por la mente contender, sino analizar las estrategias y la propaganda detrás de los candidatos; se me hacía fascinante imaginar cómo la manipulación de ideas y emociones podría sentar a alguien un banco de poder. Hoy, años después y con la sensatez de la madurez, eso es justo lo que más me aterra. Soy periodista y aunque entiendo lo que pasa tras bambalinas en campaña, no puedo dejar de arquear la espalda, muchas veces por asco.

Entre el asombro y el fanatismo

He pasado horas sentada en aeropuertos, hospitales y salas de espera escuchando conversaciones ajenas que me dejan una desazón en la boca del estómago. No es que quiera entrometerme en pláticas, sino que las ideologías políticas tienden a hablar más fuerte, con un tono más autoritario, que las conversaciones frívolas que se convierten en murmullos en los espacios públicos. Quieren ser escuchados y no hay audífonos que mitiguen el eco de sus palabras.

Siempre creo que lo he escuchado todo, pero hay declaraciones que todavía me sorprenden. Desde las posturas más conservadoras, hasta los disparates de sociedades utópicas en donde la injusticia es el común denominador. No, no hay una democracia perfecta y no, ningún político vendrá a salvarnos. Por eso me causa más pesar el fanatismo.

Graffiti en las calles del barrio de San Telmo, Buenos Aires, Argentina. Foto: Jorge Gobbi

Entiendo el hartazgo, las ganas de acabar con la corrupción y las ilusiones que nos hace el cambio. Comprendo las ganas de volver a casa, de no cenar ya más de lo mismo ni conformarse con el estatus quo. Coincido con el reclamo de justicia, la rendición de cuentas y la transparencia. Pero cotejo ese mundo ideal imaginario con el real, bajo el cero y no toca, y abro los ojos a unos enfrentamientos ideológicos por candidatos para los que uno es técnicamente nada, si acaso un voto más por contar.

Cuando votar es ejercer el derecho al odio

¿Cómo podemos arrancarnos los ojos por una pose y una fachada? ¿Cómo encendemos aún más la caldera de los ánimos por candidatos que nos venden ideas en las que creemos más nosotros que ellos mismos? ¿Cómo arruinamos familias y amistades por diferencias irreconciliables de batallas políticas que son de alguien más? ¿Cómo despertamos de ese sueño que alimentamos solo con las ganas de creer? ¿Cómo dejamos de votar en contra de todo? ¿Cuándo empezamos a elegir a favor de algo?

Trump, Biden, AMLO, Sheinbaum, Gálvez, García, Milei, Massa, Maduro, Arévalo, Boluarte, Bukele, Lasso, Lula da Silva, Petro, Boric, Chaves, Castro, Ortega. Faltan más. Apellidos que conocemos mientras ellos no podrían ni diferenciarnos. Ellos mueven los hilos y millones son sus marionetas. Aun así, creo en el poder del voto. Incluso con la amargura en el paladar que me provocan los discursos ensayados y los debates arreglados, sé que podemos tener la última palabra.

La educación pública es uno de los tantos derechos bajo amenaza. Foto: Ana Belén Cantero Paz.

El reto es el despertar y sacudirnos las batallas ajenas para pelear las nuestras. Es despojarnos del fanatismo inculcado o heredado. Es escuchar y entender, es dialogar y confrontar, es ser humanos antes de títeres, es tener voz propia y no de manada… es aprender a respetar. La conciencia de saber que somos bombardeados por ideas y estrategias nos permite escudar en la razón. En las próximas elecciones lo único que nos protegerá es el despojo de los intereses ajenos y las ganas de revivir el sentido común.

Autor

  • Maritza Félix

    Maritza Lizeth Félix es una periodista, productora y escritora independiente en Arizona. Nació en Magdalena de Kino, Sonora, México. La frontera ha sido su hogar y su inspiración por más de 15 años. Su trabajo ha sido publicado en importantes periódicos de Estados Unidos, México y otros lugares del mundo, así como en las principales cadenas de televisión de habla hispana Univisión y Telemundo. Actualmente trabaja de manera independiente para la Organización Editorial Mexicana, Channel 4, Proyecto Puente, Uniradio Noticias, Telemax y Prensa Arizona. Fue reportera en el documental “Misterios de la Fe”, de Discovery Channel y fungió como productora del documental de la frontera de Estados Unidos y México para la serie televisiva “The Wall”, un trabajo investigativo mundial realizado por Rondo Media, del Reino Unido. También ha sido productora de proyectos especiales como coberturas políticas, electorales y de inmigración para Al Jazeera y fue la productora de investigación en el galardonado reportaje “Risking It All For America – Riding The Train Of Death”, de Channel 4 en Inglaterra. En 2011 fue nombrada por Chicanos Por La Causa como una de los “40 Líderes Hispanos menores de 40 años” en reconocimiento a su trabajo periodístico e influencia en el estado. Félix ha ganado cinco premios Emmy y fue la primera ganadora del premio a la “Mejor Crónica Escrita en Estados Unidos”, de Nuevas Plumas. También ha recibido múltiples galardones del Arizona Press Club por sus reportajes. En 2012 y 2013, la revista Phoenix New Times la nombró como la “Mejor Periodista de Habla Hispana” en Arizona. Maritza está felizmente casada y es mamá de unos mellizos curiosos que retan y alimentan su imaginación todos los días y llenan su vida de alegría, amor y carcajadas.

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