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Solidaridad con la comunidad asiático-americana

En su momento de aflicción y dolor, cuando sus miembros sufren diariamente ataques físicos y verbales, HispanicLA se solidariza con la comunidad asiático-americana y condena a aquellos que, desde el poder, han avivado el fuego del odio racial y contribuido a envenenar el ambiente de convivencia en nuestro país. 

En el último año se han registrado más de 3,800 crímenes de odio perpetrados contra miembros de la comunidad asiático-americana. 

El 68% de los ataques fueron contra mujeres indefensas.

No son diferentes a los que sufrieron y sufren afroamericanos, latinos y nativos americanos en Estados Unidos. 

Es decir que cuando los golpean en la calle, incendian sus automóviles, martirizan a sus mayores de edad, es como si lo estuvieran haciendo contra nosotros. 

El 16 de marzo, un pistolero asesinó en Atlanta a ocho personas en tres centros de masaje de inmigrantes coreanos. Seis eran mujeres. 

En una conferencia de prensa inmediata un capitán de la policía explicó que el sospechoso “tuvo un mal día” y que “él dijo que fue por adicción sexual” y no racismo. Posteriormente fue alejado del caso, no por sus declaraciones, sino por la reacción de protesta a ellas. 

Se ha montado una campaña para explicar al asesino y difamar a las víctimas. Parte de ella es la afirmación de que fueron atacados locales de prostitución, algo que ni tiene asidero en la realidad tal como testificó tanto la policía municipal como la alcaldesa de Atlanta, ni justificaría el homicidio aunque fuese cierto. 

Son excusas para alejarnos de esta verdad: el racismo ha levantado una vez más su horrible cara en Estados Unidos. 

Pero no es difícil señalar la raíz de la motivación inmediata de estos miles de ataques racistas. 

Cuando el ahora expresidente Trump insistía en llamar al COVID-19 “el virus chino”. 

Cuando bromeaba sobre la terrible enfermedad que nos aqueja comparándola con la gripe, llamándola “Kung Flu”.

Cuando insistía en hacerlo aún después de explicársele los resultados peligrosos de sus declaraciones. 

Cuando tuvo éxito en despertar en millones de estadounidenses sospechas e incredulidad sobre la existencia de la pandemia y al mismo tiempo hostilidad porque culpan a la comunidad asiático-americana por la pandemia que además, dicen, ni existe. 

En todos estos casos incitaba a la violencia. Se veía venir. 

El país entero debe reaccionar y detener el racismo, y nuestra comunidad, estar a la cabeza de esta reacción. 

Se deben tomar medidas ejecutivas, legislativas y culturales para que los ataques cesen y para que no se repitan. 

Porque hoy son sus ancianos y mujeres los golpeados sin razón en la calle. Mañana, si no reaccionamos, los nuestros.  

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