Le decimos ‘este país’: es Estados Unidos
Dicen, por ejemplo: “Yo vine a este país para mejorar”.
¿Por qué llamamos “este país” a Estados Unidos? ¿Por qué no lo nombramos?
Quizás porque su apodo en boca de la gente –“America”- nos choca por condescendiente al ignorar todo el resto del continente. Quizás porque «Estados Unidos» no es un nombre, sino una definición política, como Estados Unidos Mexicanos, o Brasileños. O quizás porque no se lo siente propio, tanto, que hasta se ignora su nombre que parece extraño..
Sin embargo, “este país”, que es donde elegimos vivir, nos ha dado la opción de salir de la ignominia, pobreza.
Tiene recursos –aún en época de crisis- que “en los países de uno” aún se desarrollan, o ni siquiera eso.
Un ejemplo.
Cuando ella tenía nueve años de edad, la madre decidió dejar la casa que compartía con el esposo y cuatro niños más – todos varones – y se fue a vivir con su propia madre en la ciudad de México. Pasaron doce años y todavía no ha dicho el porqué.
Con la casa abandonada, se encargó de criar a los hermanitos. Hacía todo. Al año siguiente, cuando una tía anunció que cruzaría la frontera para probar mejor suerte, el padre le encomendó a su hija.
En casa de la tía, cerca de Los Angeles, dice que la abusaron físicamente. Que nunca fue querida. Que la tía se cansó de ella. Quizás por eso ni bien cruzó la pubertad buscó el camino afuera. Se fue a vivir con un joven vecino que le abrió sus puertas.
Por aquel entonces ella tenía 15 años y alguien la violó durante una fiesta utilizando un somnífero [date rape drugs]. Nunca lo reportó a la policía, dice. Del acto nació un niño, que hoy tiene seis años de edad.
Poco tiempo después comenzaron los abusos físicos, cada vez que su compañero bebía. En el interín nació otro niño, que hoy tiene dos años.
En este punto podría rendirse a la adversidad. Sin embargo, no lo hizo. Buscó ayuda.
La ley VAWA (Violence Against Women Act), le permitió iniciar sus trámites de legalización, como mujer abusada cuya integridad física corre peligro.
Acudió a una escuela secundaria para adultos en la zona de Pacoima para completar su educación. Está en proceso de conseguir su GED, certificado de egreso de la escuela, que le permitirá ingresar a una escuela comunitaria. Quiere ser paralegal. O asistente de dentista.
Es bella y tranquila y confiada en el porvenir. Vive sola, con dos hijos, alejada de lo que pueda hacerle daño.
El padre de su segunda hija vive cerca y trata de curarse de la adicción al alcohol en grupos de ayuda y con su religión.
¿Y la madre, la que abandonó la casa? La vino a ver a Estados Unidos, pero solamente después de que ella, la hija, pagó el pasaje y costeó la estadía. Sigue su silencio sobre las circunstancias del abandono.
Aunque quizás ya no importe.