Se encuentra fuera de toda duda la importancia vital que tiene la producción agropecuaria en la sostenibilidad de nuestras condiciones de existencia y en las aspiraciones que tenemos en cuanto a alcanzar innovadores niveles de calidad de vida, de manera sustentable. Estos anhelos, incluyen, desde luego, el uso sostenido de los recursos y sistemas naturales, especialmente aquellos de naturaleza renovable –agua, suelos, bosques, germoplasma y variabilidad genética.
El aumento constante de población y el desafío alimenticio
Una de las condicionantes actuales más importantes es que la población mundial crece incesantemente. Se espera que para 2050 se llegue a alcanzar un total de población mundial de 9,700 millones de habitantes en el planeta. Pareciera irse cumpliendo, al menos parcialmente, la “profecía de Malthus”, el pronóstico de este monje, publicado en 1798: “mientras la población crece en secuencia geométrica, la producción lo hace con incrementos aritméticos”. Tómese en cuenta que la humanidad necesitó llegar a 1821 para alcanzar el primer millardo de habitantes en el planeta -1,000 millones de personas.
Se estima –tomando dentro del cálculo a una gran variedad de factores- que para 2050, se requiere un aumento de producción alimentaria de la menos 60%, en comparación con la producción y disponibilidad de alimentos que tenemos en la actualidad.
Por ahora hay logros, hay evidencia de mejora en el rendimiento de varios cultivos estratégicos en la alimentación y mejoras en el hato ganadero. Lo que aquí se hace es un muy apretado resumen de cifras, datos y conceptos sobre condiciones de alimentación mundial con base en datos de la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO) (2020), además de autores como Roser (2024), Alexandratos (2012) y Crute (2010).
Se compara al respecto el rendimiento que se tenía en toneladas por hectárea (Ton/Ha) en 1961 y el de 2021 –en el ámbito mundial- de tres cereales –arroz, maíz y trigo- además de una solanácea: la producción de papa (Solanum tuberosum).
La producción ganadera y el cambio climático
Se confirma una vez más que de ese grupo, la especie que rinde más carbohidratos en producción por unidad de área es la papa. Un vegetal originario de Perú y Bolivia, en donde se encuentra la mayor variabilidad de germoplasma, es decir genética en el mundo; pertenece a la misma familia botánica del tomate, la berenjena y los chiles o ajís –solanáceas.
Por otra parte, es de considerar que el tema de la producción de alimentos generalmente conlleva la discusión sobre la producción ganadera. Es innegable la importancia de este renglón productivo. Al respecto, en cuanto a lo pecuario, se ha estimado que este tipo de producción ocupa el 77% de la tierra agrícola utilizada, unos 3.7 mil millones de hectáreas (Has, 10,000 metros cuadrados); contribuye con un 37% del total de producción de proteína y un 18% del total producido de carbohidratos.
Con base en el escenario y la dinámica actual, es evidente la presión en relación con el uso y rendimiento que tienen los recursos naturales. Esto se vincula con el cambio climático, veranos más calurosos, presencia de El Niño y la Niña, erosión de los suelos, escasez y manejo de agua –protección de áreas de recarga hídrica en las diferentes cuencas- además de prácticas agrícolas que no parecen ser sostenibles a mediano y largo plazo.
Son varios los importantes desafíos que debemos enfrentar en el ámbito de la producción de alimentos en el planeta. Entre ellos se incluye: aumentos en productividad agropecuaria; medidas para la reducción del desperdicio de alimentos –se estima que este renglón llega a una tercera parte del total producido; mejoras en uso y gestión del agua; adaptaciones a cambios climáticos imperantes y promoción y optimización de sistemas de agricultura familiar y campesina. Todo esto relacionado con políticas y efectivas medidas que impacten la sustentabilidad del medio rural.
Genética, investigación y justicia social
Otras medidas que varios autores consideran complementarias, pero no por ello menos importantes comprenden el fortalecimiento de la preservación de bancos de germoplasma, además de fomento de investigación agrícola en particular en los centros de mayor diversidad genética. De conformidad con estudios llevados a cabo por N. I. Vavilov, esos centros, en América Latina y el Caribe, se concentran esencialmente en las “Tierras Altas Centroamericanas” –México y Guatemala- en Perú, Bolivia y Colombia.
También juega un papel determinante la educación para la población tanto productora como consumidora, además de una eficaz lucha para evitar las desigualdades en la sociedad. Esto último desemboca en condiciones de pobreza total y extrema, o indigencia.
Los sistemas de producción agrícola son absolutamente vitales para la continuidad de nuestras condiciones de vida. Se impone el uso racional, sostenido de los recursos naturales, mientras mejoramos la investigación, el manejo de alimentos y la esfera del consumo mundial