Para el ámbito general de la región latinoamericana y del Caribe el crecimiento económico exhibirá cifras bajas, alcanzando tan sólo un 1.9% en 2023. Es un poco superior a lo que se estimaría sería un nivel de estancamiento. Ese es el nivel promedio de proyecciones en cuanto al aumento de producción regional que se obtiene con base a publicaciones recientes del Banco Mundial (BM) el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL); esta última, una entidad perteneciente al sistema de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
Cifras en aumento pero no suficientes
Esta cifra relativamente baja en la proyección del crecimiento económico regional confirma la tendencia decreciente luego de los efectos más severos de la pandemia. En efecto, luego de un año de contracción en 2020, siguió un año 2021 que conllevó un crecimiento regional de 6.7%. Durante 2022, cifras preliminares permiten identificar un nivel de aumento de producción de 2.5%.
En términos de países, la cifra de crecimiento esperada para 2023 se sustenta en los bajos aumentos de producción en las dos economías más grandes de Latinoamérica: Brasil creciendo tan sólo un 0.8% y México 1.9%. Estos dos países aportan no menos de 56% del total regional -Brasil 31% y el país azteca un 25%.
En cuanto a las economías medianas de la región, los crecimientos están proyectados de la siguiente manera: Argentina, 2.5%; Colombia, 3.2%; Perú, 3.1%; y Chile, 2.1%. El país que estaría reportando el mayor crecimiento regional es República Dominicana con un estimado de aumento de producto interno bruto de 5.1% para 2023.
Estamos de nuevo frente a crecimientos que al no llegar a cifras entre 4.5% y 5% de aumento anual, se alejan de condiciones mediante las cuales se puede esperar una baja sostenible a los niveles de pobreza en los diferentes países. De hecho, el Banco Mundial estima que el crecimiento económico per cápita llegará tan sólo a 0.6% durante el período de 2019 a 2023. Esto constituiría un lustro de estancamiento respecto a esta variable.
Los mercados que se mueven en las sombras
Por otra parte, con esos niveles de aumento de producción no se pueden esperar tampoco aumentos recurrentes en los niveles de empleo productivo, empleo permanente. De manera reiterada estamos ante las condiciones en las cuales el problema serio a enfrentar es el subempleo. Son grandes las cifras que dan cuenta del predominio de las economías subterráneas o marginales en los diferentes países.
Uno de los efectos de estas economías también conocidas como informales, es la continua presencia de grandes flujos de migración que busca oportunidades laborales en otros países. Allí saltan los casos ilustrativos de las caravanas de migrantes originados en El Salvador, Honduras, Nicaragua, Guatemala, Cuba, Venezuela y Cuba, tratando de llegar a Estados Unidos. Siendo este último país de manera consolidada, el mercado natural, en especial de la sub-región México-Centroamérica-Caribe (MECECA).
La tendencia de desaceleración en el crecimiento económica está relacionada con la mayor dificultad que debe enfrentar América Latina y el Caribe en cuanto al acceso de financiamiento externo. Esta variable de aumento de la deuda externa se ha ido conformando como uno de los desafíos más significativos en el mediano y largo plazo para el logro del crecimiento económico, un aprovechamiento estratégico de las ventajas competitivas y de aceptables niveles de desarrollo económico-social en la región.
En relación con el componente político, en varios países de la región son varios los agentes económicos importantes que estarían como mínimo postponiendo la toma de decisión en cuanto a generar inversiones productivas. Tanto en función de inversiones de mantenimiento, como fondos que permitan expandir las capacidades productivas en la economía real.
Entre el poder político y el poder real
En particular, es de tomar en consideración que habrá elecciones presidenciales en Argentina, Guatemala y Paraguay. Dadas las condiciones que en general prevalecen en la región, en unos países más que en otros, los ambientes pueden polarizarse de manera significativa y las sociedades en muchos casos se enfrentan a la dificultad que existe en cuanto a substituir de manera significativa la clase política que mantiene posiciones evidentemente hegemónicas.
La compleja dinámica de la región latinoamericana desde ya está siendo afectada también por el debilitamiento del crecimiento mundial. Y como se sabe, en lo esencial, cuando esto ocurre, los países emergentes se ven afectados por tres factores principales: la disminución de los volúmenes de exportación de los países en vías de desarrollo; los menores precios para esos productos; y la tendencia a la disminución en los flujos de remesas. Este último factor siendo decisivo en economías como El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, México o República Dominicana.
El tema de los menores precios en los productos, en esta ocasión podría no presentarse debido a factores actualizados. Uno de ellos, la guerra Rusia-Ucrania que parece continuar por tiempo indefinido. El conflicto ha afectado las cadenas de suministros de bienes en los cuales los países latinoamericanos poseen algún nicho de mercado.
Es evidente que 2023 trae grandes incertidumbres para el desempeño económico de los países latinoamericanos y caribeños. Sin embargo, hay componentes constantes respecto a los requerimientos productivos de la región. Se continúa con la necesidad de una política de mayor competitividad, lo que pasa por el fortalecimiento de aspectos clave tales como educación, infraestructura y salud para la población, además del tema de seguridad. De nuevo, es de reforzar agendas congruentes en el mediano y largo plazo, políticas de Estado más allá de los alcances de gobiernos particulares.