Gracias a la “arqueo-climatología” o arqueología climática, hoy podemos apreciar los rastros de un cambio climático abrupto que tuvo lugar hace 3,000 años, exactamente en el siglo XI antes de nuestra era.
Todo comenzó con la erupción del volcán Hekla de Islandia y el Santorini del Egeo, (Pompeya fue en el 79 dC), acompañados por caída de nieve y congelamientos de la zona del norte de Europa y América, que fueron contrarrestadas por grandes olas de calor y fuertes sequias en el centro y sur de Europa.
La zona que rodeaba el Mediterráneo, la más habitada, fue muy afectada por esta sequía, desembocando en hambrunas de proporciones épicas, que podemos ilustrar con una carta en arcilla, del rey hitita (1.187 AC), donde expresa: “Estimado amigo, pedimos tu ayuda urgente, la hambruna en mis tierras es cuestión de vida o muerte”.
Cielo, tierra y hambre
El escenario se completa con movimientos telúricos de alta recurrencia en la región del Mediterráneo, conocidos como enjambres sísmicos o serie de terremotos, afectando las murallas en Micenas y Tirinto en territorio griego, el sitio de Troya en Anatolia y Ugarit en la costa levantina, incluso en algunos lugares, se han encontrado esqueletos humanos y animales, que fueron sepultados bajo escombros.
Muchas ciudades y complejos palaciegos exhiben señales de incendios y saqueos que, hasta ahora eran atribuidos a fuerzas invasoras, pero estudios recientes indican que los ataques fueron ocasionados por rebeliones internas del pueblo, angustiado por terremotos y hambrunas.
Desastres naturales y rebeliones internas
Indudablemente el cambio climático, desato desastres naturales que llevo a rebeliones internas e invasiones por hambrunas, provocando un colapso sistémico, que no permitió a las civilizaciones recuperarse y desaparecer, incluso algunas muy fuertes.
Retomando la carta del rey hitita, ahora podemos establecer la época exacta de la destrucción de la civilización Hitita, en Anatolia y su capital Hattusa, que determino el final de la Edad de Bronce, hoy sabemos que el pueblo Hitita destruyo su capital, para luego abandonarla y no volver más y, en la misma época desaparecieron los Babilonios y los Asirios, suponemos que por los mismos motivos.
Cambios profundos
Como vemos el cambio climático trajo cambios sociales profundos, como la destrucción de civilizaciones muy avanzadas, hoy sabemos por documentales y restos de naufragios que, del 1200 al 1100 a.C., la interconexión entre los pueblos era amplia y compleja, pero a partir de la hambruna, provocada por sequias, los amigos se transformaron en enemigos, y la migración en busca de comida, se transformó en caótica, como lo demuestran los grabados que el faraón Ramsés III mandó hacer en Medinet Habu.
El comercio, los intercambios artísticos, las alianzas políticas y los lazos matrimoniales son víctimas del colapso de la Edad de Bronce, cuando muchos reinos desaparecen.
Los grabados egipcios también cuentan que en ese periodo varios pueblos invadieron Egipto, los itálicos de Cerdeña y Sicilia, y los griegos de Danaoi y Wilusa, por supuesto, estas migraciones que al principio fuero brutales, lograron un gran avance social en los territorios ocupados.
En consecuencia, las civilizaciones alrededor del mediterráneo se paralizan por un tiempo, las construcciones monumentales desaparecen durante algunos siglos, incluso la escritura no deja rastros, como si su clase ilustrada se desvaneciera en medio de los conflictos.
Los “viejos” dioses fueron olvidados y estimo que, en esa época, se desarrolló la historia bíblica del Éxodo, con plagas y muerte provocadas por la hambruna, creando una rama religiosa del monoteísmo que representa a las tres religiones más populares en el presente.
La arqueología excava y saca a la luz ruinas que hablan de destrucción, pero la arqueo-climatología expone las condiciones climáticas que sucedieron y nos permite comparar las similitudes y prever las consecuencias.
Cualquier parecido con la actualidad, no es simple coincidencia…