La velocidad de los cambios de gobiernos y las tolerancias en la historia

Cuando uno lee en los libros de historia sobre la revolución industrial u otras revoluciones, parecería que el proceso fue tan rápido como el tiempo que se tardó en leer esas páginas.
Introdujeron la maquina de vapor y san seacabo. Al cabo que la máquina ahí ya estaba lista y seguramente el proceso para desarrollar sus aplicaciones fue rápido y de inmediato teníamos barcos, ferrocarriles e industrias impulsadas por esa fuerza.

Los tiempos de las revoluciones y las resistencias

La revolución francesa sucedió luego luego que María Antonieta dijo que si no comen pan entonces que coman pastel (Qu’ils mangent de la brioche»). Vicente Fox dijo que Santa Claus no le llevaría nada a los niños que no coman pan y no pasó nada.
La revolución soviética sucedió un día en que Lenin llegó a Moscú y de inmediato masacraron a la familia del Zar.
Más allá del sarcasmo, en realidad la mayoría de la gente no entiende los procesos pero tiene la expectativa de que las cosas sucedan muy rápido.
Cuando las devaluaciones sucedían en México, se ignoraba que el tiempo de ajuste entre importaciones e importaciones podía ser de meses, aunque para los viajeros tenía el impacto inmediato de encarecerles la moneda. Cuando hay un cambio de gobierno, las ideas o propuestas del que llega pueden tomar mucho tiempo.

Un ejemplo es la llegada de la derecha al gobierno israelí y su esfuerzo continuado por desmantelar el sistema de bienestar y justicia social que habían construido los izquierdistas a lo largo de las décadas, y recientemente le motivaron protestas semanales por más de un año.
La resistencia social es muy relativa. No siempre es toda la sociedad que se moviliza y actúa en contra de las acciones del gobierno; cuando se resiste, su capacidad de acción depende de la condición de las fuerzas sociales y los equilibrios de poder. Es distinta la capacidad de presión de los capitalistas que pueden desequilibrar las finanzas públicas, o la de los sindicatos que pueden paralizar al país.
Las fuerzas sociales pueden limitar los deseos de los gobiernos para que no avancen a la velocidad que ellos quisieran.

Los cambios de gobierno en Latinoamérica 

Milei en Argentina trató de desmantelar de inmediato mucho de lo que se había construido en el pasado, pero diversas fuerzas se lo impidieron.
En el gobierno de Salvador Allende en Chile, ciertos grupos de izquierda (MIR) se molestaron porque la “revolución” no caminaba con la velocidad que ellos querían, y sus acciones fueron utilizadas en parte por las fuerzas (de manera importante Estados Unidos) para debilitarlo y finalmente deponerlo y asesinarlo.
Los neoliberales en México tardaron casi una década en desmantelar aspectos importantes de la construcción de los regímenes pos revolucionarios y no pudieron privatizar el agua treinta años después de llegar al poder (algunos piensan que son más años).
López Obrador quiso desmantelar de inmediato el neoliberalismo pero la realidad (doméstica e internacional) le mostró que tuvo que mantener la estructura fiscal y financiera. Políticamente su gran logró fue obligar a los grandes evasores a pagar impuestos, pero dentro del mismo marco fiscal. Algunos de esos empresarios eran apoyadores del viejo régimen y hay uno que diciéndose amigo del presidente sigue resistiéndose a pagar lo que debe, en parte porque ha podido manejar al sistema judicial y hasta logró que un ministro de la Suprema Corte lo proteja. Esa parte del Estado, AMLO no la pudo arreglar.

Hay en México cierta izquierda acomodaticia y confusa (apoyan a Xóchitl) con las mismas quejas que el MIR en Chile, aunque en México parece más bien tratarse de que no recibieron apapachos. Le dan la razón a Aguilar Camín que añora las expectativa$$$ no cumplidas de los intelectuales (Rosie dice que son intocables).
Las encuestas dicen que va a ganar Claudia y no faltará que el 3 de junio le reclamen porque no ha lanzado el país al “segundo piso” de la 4T; o porque no ha expulsado del país a AMLO, como a Calles.

Lo inmediato no existe

No se puede determinar cuánto tiempo tomará equilibrar los quebrantos dejados por los neoliberales. En cuánto tiempo se eliminará la pobreza (este es un clamor optimista); en cuánto tiempo se reducirá la desigualdad; en cuánto tiempo habrá justicia, terminará la impunidad y el abuso del privilegio.

Las políticas que triunfan en la elección, normalmente gozan de un bono político; la sociedad tolera decisiones fuertes, tal vez se calculó que el bono dura 100 días y por eso se piden cuentas después de ese plazo.
Hay que darles el beneficio de la duda, considerar que toma tiempo armar la tripulación que conduzca el barco y mover el timón.
La sociedad debe estar pendiente e impulsar aquello de la agenda que le conviene y parece pertinente y oponerse a lo que se juzga inconveniente.
Ningún gobierno debe tener intolerancia social total ni carta Blanca. Los gobiernos y la sociedad deben aprender a las formas y tiempos de la rendición de cuentas y actuar en consecuencia, sabiendo que nadie tiene una varita mágica y que en la política lo inmediato no existe.

Autor

  • Samuel Schmidt

    Investigador visitante en UT Austin. Chair, International Advisory Board for Immigration Studies. U.S.-Mexico Research Program. UCLA. Director asociado de la revista Araucaria. Director del semanario El Reto. Testigo experto en juicios de asilo político y para frenar deportación de mexicanos en Estados Unidos. Posdoctorado en Historia, University of California, Los Angeles. Doctor en Ciencias Política (UNAM). 35 libros publicados y más de 1,000 artículos. Traducido al inglés, francés e italiano. Pionero en varias áreas de investigación: análisis de redes políticas, estudios sobre humor político, democratización en México, temas fronterizos (agua, migración y seguridad) y sobre Crimen Autorizado.

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