La sorpresa de algunos al encontrarse en los últimos Óscar a dos hispanas cantando la banda sonora de Frozen 2, una en español y otra en castellano, nos retrotrae a polémicas apolilladas. ¿Es que acaso hay más de un idioma en juego?
Para dejar claras las cosas desde el principio, ni el “inglés” es de Inglaterra, ni “español” es palabra española. Que nadie se sienta humillado en palabra ajena. El inglés es cosa de anglos y existía mucho antes de que emigraran a las islas británicas. Del “español” basta su terminación “ol” para palpar que hay algo raro. En español se dice mexicano, cubano, o canadiense, por eso, cuando investigamos “ol” solo encontramos huichol y mongol.
En cuanto a “castellano”, es denominación de un dialecto del oriente del reino de León nacido allá por el año catapún (Edad Media). Era zona fronteriza con el vascuence o euskara. Esto explica compartir cinco vocales o no tener “efe” inicial. Compare hijo o harina con los portugueses fillo y farinha.
En Estados Unidos se tiende a identificar “castellano” con español de España, sobrentendiéndose que se distingue casa de caza o cocer de coser. Sin embargo, esto es verdad a medias. Llamar castellano al español del sur de España o a la variedad de Canarias es muy inexacto pues sus características son más propias del español americano.
En España los que hablan otras lenguas: catalanes, vascos, gallegos o astur-leoneses, tienden a preferir castellano. La iniciativa de Camilo José Cela, premio nobel de literatura, de igualar en la Constitución castellano y español no prosperó.
En el continente americano alternan uno y otro término. Desde un punto de vista práctico y actual, cuando se intentó añadir una versión “castellana” a la laureada película mexicana Roma en Netflix hubo protestas y no cuajó. Queda ya muy atrás lo del doblaje de las películas de Disney en que se intentaba contentar a todos.
El asunto de las variedades del español no es menor, sin embargo. No hace tantos años la serie colombiana de Pedro El Escamoso se grabó de nuevo en México con el nombre de Yo amo a Juan Querendón. Esto indica que las diferencias dialectales existen más allá del nombre de una lengua.
A la hora de contar a los hispanos en el Censo 2020, se ha decidido mantener términos lingüísticos al lado de otros étnico-culturales. Se pretende hacer un conteo preciso. De ahí que se produzcan aparentes contradicciones como separar blancos hispanos de blancos no hispanos, que a la postre lleva a cosas raras como decir que Antonio Banderas es “de color”, que es decir mal que es “blanco hispano”. Esto es, que aquí domina más ser hispano que europeo.
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