No hay duda que, históricamente, Estados Unidos ha avanzado en materia racial. Pero el tema continúa siendo parte de ese pecado original de la democracia capitalista estadounidense que, en gran medida, no tiene solución.
Así que cuando alguien de la envergadura política de un gobernador aparece en una foto con alguien con capucha del KKK, no importa si es un chiste o no. La imaginaria de la intolerancia de la sociedad esclavista, la discriminación de los días de Jim Crow, conecta con un presente en el que la comunidad afroamericana todavía vive hostigada por el racismo.
Una foto de 1984
Se trata de Ralph Northam, el gobernador de Virginia, que aparece en una foto más que comprometedora publicada, en 1984, en el libro de graduación del Eastern Virginia Medical School. La institución de la que se graduó como pediatra.
En la página 105, titulada Ralph Shearer Northam, aparecen cuatro fotos. Una, bien formal, es del futuro gobernador con saco y corbata. Otra, lo muestra más relajado con una camisa de mangas cortas y con un sombrero. La tercera es del joven sentado frente a un reluciente auto deportivo y la cuarta es la foto que solo puede ser caracterizada como la foto de la infamia.
En ella hay dos personas: un joven con la cara pintada de negro y otro con la vestidura del KKK. Abajo aparece una inscripción en la que dice “Alma Mater: Virginia Military Institute; Interés: Pediatra; Cita: Hay más viejos borrachos que doctores viejos en este mundo así que me parece que me voy a tomar otra cerveza”.
No se sabe si Northam es quien tiene la cara pintada de negro o quien viste la capucha de los terroristas del KKK. Un dato que en esta foto incendiaria es totalmente irrelevante.
No hay excusa posible
Con un relativismo cínico se puede argumentar que esto ocurrió en otra época. Se puede decir que con el servicio que prestó a su comunidad, como soldado, médico pediatra y político, se ha redimido. Que ha pedido disculpas. Pero por más racionalizaciones que se articulen, no hay manera que se pueda borrar esa imagen de la capucha del KKK .
En un momento político en que el presidente Donald Trump exhalta el nacionalismo y recibe elogios de líderes neonazis y racistas prominentes y el GOP mantiene un silencio cómplice, no hay duda del peligro que nuestras instituciones confrontan. El partido Demócrata no puede cometer el error ético-político de mantener apoyo por el gobernador. La condena debe ser inequívoca y fulminante. Y lo único que le cabe a Ralph Northam es renunciar.