Como el mitológico Faetón, que quizo conducir el carro de su padre el dios Sol y terminó en un desastre que motivó la intervención de Zeus, el todopoderoso e irresponsable Trump también cayó del pedestal. No por voluntad divina, pero por un virus que siempre menospreció.
COVID-19
A solo 33 días de las elecciones nacionales, el presidente de los Estados Unidos anunció, a través de un twit, que él y su esposa Melania tienen el coronavirus. Una noticia que inmediatamente generó alarma a nivel internacional y, como muestra de la nueva e inesperada inestabilidad política, provocó la caída de las acciones futuras del Dow Jones en alrededor de 400 puntos.
El mismo nerviosismo se detecta a nivel de temas de seguridad nacional, considerando que un posible vacío de poder podría ser aprovechado por enemigos estratégicos de Estados Unidos. Más específicamente, se hablaba de las tensiones preexistentes en el Medio Oriente, el Mar del Sur de China, la península Coreana y el Este Europeo.
Ironía del irresponsable Trump
La ironía es que durante la campaña electoral Trump ha tratado por todos los medios posibles de evitar hablar del coronavirus y sus consecuencias. Después de todo, ¿cómo se puede justificar liderar al país más rico del mundo con los resultados más atroces?
Aunque sus fanáticos seguidores construyan falacias y los ignorantes acepten cualquier proposición, los números no mienten: con solo 5% de la población mundial, Estados Unidos tiene 20% de los muertos y las infecciones.
Distraer
Por eso para Trump ha sido fundamental distraer al electorado, divagando alrededor de diversos tópicos y evitando discutir con seriedad e información científica el tema del COVID-19.
Con ad hominems que deshumanizan al candidato demócrata Joe Biden; con declaraciones incendiarias sobre la necesidad de reprimir a manifestantes que frustrados demandan en Portland, Seattle, Louisville, que se ponga freno al racismo y la brutalidad policial; con un debate caótico en el que se negó a aceptar los resultados de las elecciones y expresó su apoyo tácito a supremacistas raciales como los Proud Boys; el presidente mantiene la distracción y no tiene que explicar el desastroso liderazgo que demostró ante los desafíos planteados por la pandemia.
Porque no hay que olvidarse que Donald Trump es el Comandante en Jefe de esas huestes rebeldes conservadoras y anti-ciencia que niegan la utilidad de las máscaras y atrevidamente no quieren respetar el distanciamiento social.
Irresponsabilidad
Y es ese mismo Trump que se burló de Biden por el uso de una máscara y por las medidas de precaución que mantiene; ese mismo Trump, ahora está infectado. Una infección que, por supuesto, tiene que ver con el virus, pero mucho más con la conducta irresponsable de este hombre que consistentemente atenta contra principios básicos de moderación y decencia.
La irresponsabilidad e incapacidad de Faetón de conducir el carro que mantenía la transición entre el día y la noche casi destruye el equilibrio universal. Pero un rayo fulminante de Zeus desbocó el peligroso carro que descontrolado amenazaba la humanidad y terminó con la muerte de Faetón. Una vez más la intervención del dios mitológico evitó el desastre.
Nadie puede festejar lo que le ha ocurrido al presidente y los deseos de una pronta recuperación son más que apropiados, pero tampoco podemos ser tan hipócritas de sentirnos compungidos por una conducta irresponsable que motivó que muchos no usen máscaras, no respeten el distanciamiento social. Una conducta que, directa o indirectamente, ha contribuido a más de 200,000 muertes en los Estados Unidos de América.
DEL MISMO AUTOR:
Nerón y el incendio del coronavirus en los Estados Unidos de América
Crónica de una pandemia anunciada y el crimen de La Casa Blanca
Esto es una guerra y algunos parecen no entenderlo