Todos los años se llega al 12 de Octubre con una pregunta: ¿hubo encuentro, dominación, conquista, alianzas, o qué? Biden nos ha sorprendido el 8 de Octubre con una proclama sobre los Pueblos Indígenas. Es el primer presidente que lo hace. “Las contribuciones de los Pueblos Indígenas son parte integral de esta nación”, dijo. Y sin ambages: “Hoy reconocemos la dolorosa historia de agravios y atrocidades que muchos exploradores europeos infligieron a las naciones tribales y a las comunidades indígenas”.
El discurso fue una reparación que se une al reciente perdón del Papa Francisco o al del presidente de México López Obrador. Es lo que se hace hoy con toda persona o grupo en que se ve reflejada una injusticia histórica.
Hay varios estados que han reemplazado el Día de Colón por el de los Pueblos Indígenas: Minnesota, Oregón, Alaska y Vermont, entre ellos; también un puñado de ciudades como Berkeley, California, que fue la primera ciudad en proclamarlo en 1992.
Conviene aclarar que el Día de Colón sigue siendo un feriado federal. Así nos lo recuerda la secretaria de prensa de La Casa Blanca Jen Psaki, en sus palabras: “Hoy es el Día de Colón… y el de los Pueblos Indígenas”.
Aunque este tipo de reconocimiento ya fue hecho en la época de los Reyes Católicos, con fray Bartolomé de las Casas al frente, es bueno recordarlo periódicamente. Lo humillante, sin embargo, es que se amontone a estos pueblos genérica y aleatoriamente. Dentro de poco tendremos estatuas al “Indígena desconocido”. Es vergonzoso, también, que se les dé un día tomado de prestado.
Originalmente, el 12 de Octubre se celebraba el Día de la Raza, que coincidía con la llegada de Colón al Nuevo Mundo en 1492. En términos de igualdad, hoy tan de moda, deberíamos defender la igualdad entre los pueblos. Pero esto sería altamente eufemístico si se considera que este concepto de igualdad todavía no se había inventado. Por ello, el 12 de Octubre no pasa de ser otro día más de la lucha por sobrevivir. Lo dijo Stephen Hawking: “hay que salir a las estrellas, para no desaparecer como especie”. Traducido a la España de hace 500 años: forjar un imperio en el que no se oculte nunca el sol.
Lo mismo, o parecido, se aplicaría a la llegada de los aztecas al valle de México, o a la creación de los Estados Unidos, porque ¿quién se va a creer a estas alturas lo del “Destino Manifiesto”? Pero hoy sí entendemos de qué va eso de la igualdad.
Proponemos que la supervivencia humana está en la raíz de estas conmemoraciones.
El cómo se cuente no cambia la realidad, la embrutece.