Existe en la práctica política el pretender soluciones o racionamientos simples a problemas que lo menos que tienen es ser “simples”. En la época de José Napoleón Duarte cuando le preguntaron sobre los desaparecidos, él respondió que a ellos ya los habían matado, como diciendo no vale la pena escarbar en ese asunto porque lo más seguro es que ya son cadáveres y no vale la pena seguir con el dilema. En nuestra época, a nuestro flamante presidente Nayib Bukele le hacen el mismo cuestionamiento. Él responde que muchos de ellos andan bolos, que aparecen a los tres días y no informan a las autoridades que el individuo ya regresó a casa.
Agua potable
Simple. ¿Y los familiares se conformarán con esas respuestas? En la primera crisis que enfrentó el actual gobierno, relacionada a que el agua que sirve la Administración Nacional de Acueductos y Alcantarillados (ANDA), tenía mal olor, sabor y color verde y que afectó a más de un millón de habitantes, respondieron los ejecutivos de ANDA y la Ministra de Salud que el agua se podía tomar, solo que había que hervirla. ¿Acaso desconocen lo que significa el agua potable?
Intento de golpe de estado
Luego intenta dar un golpe de estado porque los diputados de la Asamblea Legislativa son unos sinvergüenzas, ladrones, que negocian con pandillas. En el análisis de Kirio Waldo Salgado, el presidente estaba navegando al filo de la navaja y con la pretensión de descalificar los argumentos expuestos por los diputados de la Asamblea Legislativa para pedirle que explicara en detalles en que iba a utilizar los fondos del préstamo de 109 millones. Estaba abriendo la Caja de Pandora y podía desatar lo más obscuro de la sociedad salvadoreña.
Para lograr su fin de obtener el préstamo, convoca a los diputados a una sección plenaria el día domingo 9 de febrero a las tres de la tarde. El día de la esperada concentración, en los alrededores del edificio de la Asamblea Legislativa vimos a un presidente de la república utilizando un discurso agresivo en contra de sus adversarios o enemigos políticos. Se toma el edificio de la Asamblea. Los militares fuertemente armados, saltan muros, rompen candados e ingresan para esperar al presidente.
Al irrumpir en el recinto legislativo, Bukele se sienta en la silla que utiliza el Presidente de la Asamblea, abre la sesión plenaria y dice que ahora ya se sabe quién tiene el poder. Acto seguido inicia la sesión y se pone a orar, luego se limpia las lágrimas dirigiéndose nuevamente a la tarima en donde se encontraban sus seguidores y les dice que Dios le había hablado y que le pedía paciencia.
Una estrategia electoral
Para Rubén Zamora, la estrategia del presidente tiene que ver con las elecciones de febrero del año próximo, para lo cual necesita que el FMLN desaparezca, porque parte de su caudal de votos pertenecían a ese partido político. Ya desapareciendo, los militantes y simpatizantes del FMLN no tendrían otra opción que votar por él. Por otro lado, una ARENA más anuente a negociar con él, le introduce la quinta columna para dividirlo. De esa manera controlaría la Asamblea Legislativa plenamente.
El problema con el presidente es que corre mucho. Ya decía Dagoberto Gutierrez que él es un tipo de correr, y corre mucho, porque para él no hay mañana. Comparando a Nayib Bukele con un chiflón, el peligro de los chiflones es que te pueden botar, que son de pasos efímeros. Pasan con toda la fuerza, pero no se mantienen en el tiempo. Al desconocer al FMLN y ARENA, se granjea enemigos que tienen protagonismo político desde hace muchas décadas, formados, muchos de ellos, en el crisol de la guerra. Individuos con gran trayectoria y experiencia política.
Subestimar a la oposición y al pueblo mismo
Uno de los grandes errores que se puede cometer en la guerra es subestimar al enemigo. Los enemigos del presidente están debilitados, pero no están muertos. Hacer cuentas alegres es simple y pensar que como me comunico con Dios no me puedo equivocar. Nuestro apreciado presidente debería de revisar la historia, muchos de los líderes mesiánicos han terminado sembrando mucho dolor entre sus pueblos. Jaime Bayly le recomienda, que cuando vaya a orar lo haga sólo, en su intimidad, que la oración es un acto que se realiza en la intimidad.
Lamentablemente el presidente también subestima la inteligencia del pueblo, con una actuación que cae en el ridículo y lo patético. Los líderes verdaderos no obedecen a sus arrebatos. Procuran en todo momento mantener la calma y la serenidad debido a que no son personas comunes y corrientes. Son los representantes de los pueblos y saben muy bien que sus actuaciones pueden perjudicar a grandes masas poblacionales. Estamos conscientes que si al presidente le van bien, nos va bien a todos, y que si él fracasa, fracasamos todos.
Un peligroso sendero
Al reflexionar sobre los conflictos que desatan los individuos, Mariano Azuela escribió en Los de abajo: “como la roca que cae por la pendiente, una vez comenzó a rodar ya nada la puede detener”. Cuidado con desatar el conflicto, los salvadoreños que ya venimos de décadas sabemos lo que eso significa. Un posible escenario que hubiera desatado la disolución del Congreso, llevaría a tener que imponer el estado de sitio y ley marcial. Eo significaría un retroceso catastrófico en las libertades conseguidas a sangre y fuego.
Solo el que no ha vivido la guerra desea una. En mi libro Varilla Negra trabajo la idea: “Ya en el Cantón, esperamos el amanecer, teníamos mucha hambre, Arístides consiguió unas yucas, preparamos el fuego para asarlas, mientras bromeaba y se reía recordando los tiempos en que los reclutaron, cuando en las actividades políticas de animación preguntaban a los reclutas: “¿Quieren guerra?… ¡Sííííí!”, gritaban todos. “Pues, bien… si guerra quieren…habrá guerra…” “Como no sabíamos de qué se trataba la guerra, respondíamos con un gran garbo y entusiasmo. ¡Sí, queremos guerra; queremos guerra! Ahora que ya la conocemos, a ver si nos preguntan si queremos más. Arístides no perdía el ánimo, siempre buscando alimento para compartirlo”.
En el acto del domingo, del señor presidente nos recordó la pesadilla vivida desde los años ochenta. Esa historia triste, violenta y aterradora que vivimos todos los salvadoreños. Desgraciadamente mucha gente pierde la calma, se desespera con la democracia y piensa que lo mejor son los dictadores. Aún en nuestras épocas y con todos los avances que ha tenido la humanidad, existen individuos que añoran los tiempos del General Maximiliano Hernandez Martinez, un individuo que profería un culto a Hitler, que hizo casi desaparecer a nuestra cultura ancestral, que asesinó a miles y miles de salvadoreños.
Un laberinto antidemocrático
Al acudir nuevamente a la tarima, la masa enardecida le pedía que siguiera adelante con sus planes, cuando él pedía paciencia la masa le respondía con un rotundo “no”. El presidente se vio confundido, tembloroso, frustrado. Como que se daba cuenta que las cosas no le habían salido como él pensaba, después supimos que tubo temor por su vida. Con este juego, el presidente se ha metido en un laberinto peligroso. Por un lado mucha gente se ha dado cuenta que posee una enorme ambición política, que no tiene adversarios sino enemigos a los que quiere aniquilar; por ahora, al menos políticamente.
Nuevamente recordando la historia, el Partido de Conciliación Nacional (PCN), abusó tanto de su poder que le hizo la vida imposible a la oposición, al final de los años setenta, hasta que los partidos dijeron que ya no participarían más en elecciones. Naturalmente este acto condujo a que el PCN controlara todos los estamentos del poder del estado, me imagino que pensaron que tenían todo el poder, no se dieron cuenta, en ese momento, que al no tener contrincante real, no legitimaban su poder. Si su estrategia es aniquilar al contrincante, ese es un pensamiento que sólo es legítimo en una guerra, no en una democracia, mucho menos si su misión es preservar la armonía social y la paz.
Por otro lado, parecería que debe demostrar a sus seguidores machistas que es un hombre fuerte, el hombre que no se doblega ante nada, ni ante nadie. Debido a que si se muestra conciliador y dispuesto al diálogo enviaría un mensaje a sus seguidores que le han doblado la mano, que ya no es el hombre fuerte por el que votaron.
El director para América Latina de Human Rights Watch, José Miguel Vivanco, responsabilizó en una entrevista televisiva por Canal 33 al presidente Nayib Bukele por los efectos en contra del respeto a los derechos humanos que podría sufrir la población salvadoreña, por sus acciones. Mientras que el ex Procurador de Derechos Humanos David Morales aclaró que el derecho constitucional a la insurrección debe ser ejercido por la población y no por un órgano de Estado. «Bukele no puede llamar a la insurrección, es el pueblo el que va a tener que ejercer este derecho si él continúa su comportamiento autoritario, antidemocrático y violatorio del orden constitucional del país».
Para terminar con el análisis de Dagoberto Gutierrez, el autor dice que cuando se tiene que demostrar el poder haciendo uso de la fuerza, uno se debilita, porque esto refleja que no se tiene tanto poder. Como reflexión final, el domingo 9 de febrero asistimos al final de la luna de miel del presidente Nayib Bukele. De aquí en adelante todas sus actuaciones van a ser vista con un ojo muy crítico. Se acabó eso de pavonearse en las diferentes esferas como el presidente más cool del mundo, siendo esa la imagen simple. Lo que va a trascender es cómo va a controlar su carácter y su ambición. Esperamos que no se le desdibuje la sonrisa, como sucedió el domingo, porque de aquí en adelante es cuando más la va a necesitar.