12 de enero: Después de la tormenta viene la calma
Le dedico la marcha de hoy a Jean Montrevil,
un activista de los derechos de los inmigrantes
en la ciudad de Nueva York y padre de cuatro hijos.
Hoy nos quedamos dormidos. ¿Alguna vez pisaste un hormiguero y viste a miles de hormigas salir corriendo a todas partes? Sí, eso éramos nosotros esta mañana, mientras corríamos para estar listos lo antes posible. Para más confusión, Andrea vino al auto caravana diciendo que “alguien llamó a la policía por nosotros”. Afortunadamente no fue nada grave. El policía nos comprendió y el dueño del establecimiento [donde estábamos estacionados] nos había visto en el diario y le dijo al agente que nos apoyaba.
Un miembro de la comunidad nos invitó a tomar desayuno en un restaurant local. Comimos demasiado y para peor, comenzamos inmediatamente a caminar. Como estábamos atrasados decidimos caminar lo más rápido posible. Felipe me pidió que comiese la estrellita y lo hice. Dos minutos después de comenzar a caminar a ese ritmo sentí deseos de vomitar. Pero en lugar de eso fue Eva la que vomitó. Tuvimos que detenernos varias veces para ajustarnos los cordones de los zapatos, usar el baño y descansar.
José me informó algo que jamás pensé que fuera posible: alguien nos robó el equipo de VGamesParty que teníamos en la camioneta. Lo único que atiné a hacer es asegurarle a José que todo va a estar bien. Pero ni bien colgó me puse a llorar. Me sentía culpable porque no había estado allí con él, para ayudarle a cargar el equipo de juego después del trabajo, tal como lo hago cuando estoy en Miami. Juan me abrazó y Felipe me dijo que no había sido mi culpa. De pronto ya eran las 2:30 de la tarde y llegamos, con 30 minutos de atraso, a nuestro almuerzo en sociedad en un parque donde se llevaba a cabo una exhibición de armas de fuego.
En el almuerzo nos esperaba mucha gente bonita. La gente temblaba de frío. Carlos les agradeció, afortunadamente con mucha brevedad, de una manera directa y con dulzura. Otra vez tuvimos que comer a las apuradas. En el camino encontramos a un ciclista ebrio que nos siguió por más de un kilómetro. De pronto el sujeto se cayó y Andrea, la gran mariscala, corrió a ayudarle.
Hoy hicimos menos de 20 kilómetros, pero pudimos ver una puesta del sol espectacular. Unas 16 personas marchaban con nosotros. La gente nos daba dinero y vestido. Nos encanta eso de caminar con otros. Nos proporcionan la calidez que tan desesperadamente necesitamos cuando hace tanto frío.
Gaby
Salmo 23
Un salmo de David
El Señor es mi pastor; nada me faltará.
En lugares de delicados pastos me hará yacer:
Junto a aguas de reposo me pastoreará.
Confortará mi alma;
Guiaráme por sendas de justicia por amor de su nombre.
Aunque ande en valle de sombra de muerte,
No temeré mal alguno; porque tú estarás conmigo:
Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.
Aderezarás mesa delante de mí, en presencia de mis angustiadores:
Ungiste mi cabeza con aceite: mi copa está rebosando.
Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida:
Y en la casa del Señor viviré para siempre.
***
13 de enero: Los ángeles, sí existen
A cada rato encontramos personas extraordinarias en nuestro camino. Este fin de semana hallamos a un ángel de verdad. Su nombre es Neal. Es uno de los más sensibles cristianos que he conocido en mi vida. Este joven director de iglesia me enseñó que Dios es amor, en lugar del Dios sentencioso del que tanto me han hablado. Abrió su casa ante mí y se fue a pasar la noche con amigos para que nosotros podamos dormir en su propia cama. Nos condujo a nuestra reunión legislativa y luego nos acompañó cuando fuimos a comprar provisiones. No sólo eso, sino que nos sirvió ¡helado! Oh, si, el pie de Eva trata de patearnos de vez en cuando, pero seguimos sobreviviendo las inclemencias…
Nuestros días de descanso se han convertido en días de trabajo. Andrea, Felipe Vargas (otro Felipe, no te confundas) y Eva se quedaron para encargarse del auto caravana mientras que Gaby, Juan, Carlos y yo fuimos a una reunión con el Congresista Tom Rooney. Carlos no dejaba de equivocarse y llamarlo Tim, pero mejor no hablar de eso. Neal por supuesto estaba allí para decir al personal de Rooney que como ciudadano le interesa que el congresista apoye una reforma migratoria humana y justa. Luego tuvimos un turno con el médico y dos teleconferencias.
No me puedo quejar. Pienso en mis amigos allí en Homestead que han estado ayunando por 13 días. Ellos también son ángeles. Están dispuestos a dar sus vidas para que no separen a sus familias. Hoy al despertarme estaba cansado, porque nos habíamos ido a dormir a medianoche. Fue difícil levantarse, pero cuando recuerdo lo que está sucediendo allá en Homestead me sacudo y en poco tiempo estoy listo y les digo a todos que se levanten. Tuvimos una buena caminata, casi 30 kilómetros, baby. Si, sé que ese era nuestro objetivo desde el comienzo, pero no sabíamos que nuestros cuerpos no están preparados para esa distancia. Es difícil, pero poco a poco vamos mejorando. Nuestros músculos y pies ya no duelen tanto como solían.
Ha sucedido algo que nos fortalece enormamente. Tirso, de la Asociación de Trabajadores del Campo, nos vino a visitar durante el almuerzo. Es uno de los activistas de derechos de los inmigrantes más conocidos en este área. Que los campesinos vengan a vernos es algo importantísimo, y lo sabemos desde que tratábamos de aprender de su experiencia cuando marcharon a Sacramento, California. Me alegró especialmente encontrarme con amigos como Yolanda Gómez, que ha sido como una madre para mí. Es una de los organizadores comunitarios de la asociación. Su sabiduría y humildad han sido siempre una fuente de inspiración. Son muchos los que recibieron su amor.
Yolanda y las compañeras prepararon una extraordinaria comida para darnos la bienvenida y celebrar nuestra llegada a Fellsmere. Me sentí agradecido de sólo estar en su presencia. La parte más impactante de esta experiencia fue la gran cantidad de niños en la habitación, de edades que fluctuaban desde los cuatro meses a los 15 años. Eran jóvenes, pero conocían muy bien el sufrimiento de la injusticia. Cuando les mostramos nuestras colchas cuadradas de los Sueños, cada niño escribió en ellas sus aspiraciones personales. Todos y cada uno de sus objetivos estaban relacionados con su esperanza de que sus padres reciban permiso para quedarse en Estados Unidos, o que puedan obtener licencias de conducir, y otros similares. Desde el comienzo de nuestra marcha no me había sentido tan triste. ¿Qué tipo de sociedad es esta que llena de temores los corazones de los niños? Es tiempo de un cambio.
Felipe Matos
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14 de enero: Cielo azul, horizontes abiertos
Hoy hablé con mi abuelo y lo puse al tanto de mi travesía. El 1 de enero, él apareció en la conferencia de prensa del Sendero de los Sueños; lloró cuando Jenny, de Fast for our Families contó su historia; manejó más de una hora desde Miami para encontrarse conmigo en un cruce de caminos para entregarme ropa abrigada. Una y otra vez demostró lo que la gente puede hacer por amor. Toda esta travesía es una cadena de incontables momentos similares.
Hoy fue un día hermoso. El clima era perfecto para caminar y me sentí inspirado en cada momento del camino.
Qué hermoso que es este país en su pleno esplendor cuando uno puede finalmente dedicar un momento para mirar a su alrededor, aspirando todo dentro de uno y comprendiendo que todos estamos conectados como si fuésemos energía palpitante a través de la naturaleza.
Si, yo quiero mucho a este país. Me encanta vivir aquí. Me encanta ese privilegio de poder apreciar hasta sus más minúsculos detalles. Hoy caminamos 35 kilómetros, y cada paso reafirmó nuestra pasión y compromiso por la justicia y el progreso.
Caminante, son tus huellas
el camino y nada másMachado
Mi abuelo mencionó ese poema de Antonio Machado esta mañana cuando hablamos. Estos versos me hacen sentir decidido, concentrado, enfocado. El camino que nos falta recorrer todavía es largo y encontraremos numerosos obstáculos a lo largo de la ruta, pero esta va a ser una aventura increíble, extraordinaria. Caminar jamás tuvo tanto significado para mi vida. Desde compartirlo todo con extraños, confiar totalmente en mi equipo y encontrar amigos en nuestro camino por la dignidad y la justicia.
Jamás debemos olvidar lo que nos ha llevado a este momento, ni a aquellos cuyas historias llevamos con nosotros. No olvidemos al pueblo de Haití, que necesita nuestro apoyo y compasión en este momento tan trágico. No olvidemos a nuestros compañeros que están ayunando en Homestead y que lo están arriesgando todo para que nosotros podamos gozar de paz, seguridad y el amor y calidez de nuestras familias. Seguiremos caminando.
Y al caminar, debemos hacer la promesa que siempre marcharemos adelante. No podemos volver atrás”
Martin Luther King Jr.
Juan Rodríguez
15 de enero: Reflexiones sobre Haití
Esta tarde, mientras revisaba mi correo electrónico me sorprendió leer que “la secretaria de Seguridad Interna de Estados Unidos anuncia el otorgamiento del Programa de Protección Temporal (TPS) a Haití”. Durante años, nuestra comunidad de haitianos del sur de Florida y grupos de derechos del inmigrante de todo el país rogaron al gobierno de Estados Unidos que conceda el TPS a los haitianos. Especialmente cuando la isla sufrió el embate de cuatro huracanes en 2008. Sentí alivio y entusiasmo, pero solamente por un instante. Pensé en las aproximadamente cien mil personas que se creen muertas después del terremoto del martes. ¿Cómo puede ser que era necesaria esa desgracia para que se apiadaran de nuestros hermanos y hermanas haitianos? Quisiera que ahora, cuando lees este blog, guardes un minuto de silencio y mentalmente te pongas en el lugar de los miles de refugiados haitianos que además de vivir la pobreza extrema, ahora tienen que lidiar con la destrucción de su país.
Carlos Roa
16 de enero: El dolor no es la debilidad que abandona tu cuerpo
Desde el condado de Orange, Florida
La marcha de hoy está dedicada a Augusto,Sebastián y Jonathan, nuestros héroes modernos.
Hace unos días tuve un problema: me lastimé la cadera y la ciática, lo que provocó un intenso dolor a todo lo largo de mi pierna. La mañana comenzó como cualquier otra. Yo luchaba contra las sábanas: no quería levantarme. ¿En qué cabeza cabe levantarse a las 5:30 de la mañana, cada mañana, con cuatro grados centígrados de temperatura? Siempre trato de dormir lo más que puedo, pero es especialmente difícil cuando tengo a Felipe al lado mío gritando “tenemos que irnos, tenemos que irnos”. Así que antes de que Felipe se enojara, me desperté y traté de estar listo lo más rápido que puedo. Me vendé los pies con cinta adhesiva (sí, lo que lees), vestí los calcetinos, los zapatos y estoy lista. Nos estiramos un poco y comenzamos a caminar.
Pasa un par de kilómetros y siento algo raro en el cuerpo. No le presto mucha atención, porque cada día que pasa siento un dolor diferente. Generalmente me alegra sentir un dolor nuevo porque significa que estoy utilizando un nuevo área de mi cuerpo. Pero esta vez el dolor no era el común. Sentía que mi cadera ardía. Un kilómetro después ya no podía caminar. El dolor bajó a la rodilla. Comprendí que algo malo estaba pasando.
Nos detuvimos en una farmacia Walgreens porque el grupo quería usar sus baños. Me acosté en el suelo para estirar mi cintura y cadera. Supe que no podría seguir. No hallé lo que decir ni hacer. Sufría un dolor fortísimo, pero no quería que lo supieran los compañeros, para que no se aflijan. Pero Felipe se dio cuenta y le pidió a Juan que trajese una compresa caliente de la farmacia. Luego me miró a los ojos y dijo: “Gaby, el equipo necesitas que te quedes y que te mejores”. Juan llamó inmediatamente al Profe y le pidió que me viniese a recoger. Los ojos de Carlos reflejaban preocupación. ¡Qué desilusión! El dolor no me dejaba moverme. Los vi alejarse y desaparecer en la distancia. Nos habíamos convertido en una familia y nos queríamos mucho, de todo corazón. El dolor que sufrimos cada día es un recordatorio constante de que somos valientes y fuertes.
Gracias a Dios, ya camino. Martha, de Voices for Justice, pudo organizar una visita a un quiropráctico. El Dr. Carlisle devolvió mi cadera a su lugar.
Esta tarde ya hicimos 16 kilómetros, para un total de 30 durante todo el dia. Caminamos rápido y fuertes. Y en la caminata encontramos a personas increibles.
Una de ellas fue una joven estudiante que me alegró con solo sonreír. La llamé Sunshine, rayo de sol. Nos regaló monedas de 25 centavos para activar los lavarropas públicos y detergente para lavar nuestras ropas. Y compartió con nosotros su historia y sus aspiraciones. Dijo, con una pasión que conmovía, que quería ayudar a la gente. Estudiaba enfermería, y haría todo lo posible para aplicar toda la belleza que su madre y su cultura le inculcaron.
Dijo: “mi cultura me enseña a ayudar a quienes me rodean. Cuando veo a alguien en la calle, me acuerdo de mi país y de cómo allí siempre suministramos calidez, alimento, palabras de apoyo, es lo que quiero hacer también aquí, como enfermera”.
También nos contó acerca del racismo que halló aqui, cuando una paciente le dijo al doctor en el hospital: “me niego a que me atienda una mujer de color”. Fue una historia dolorosa. No entiendo cómo se puede rechazar el amor y la hospitalidad de este ángel.
Ahora, a medida que avanzamos, seguiremos pensando en ella, tratando de que haga sus aspiraciones realidad junto con las nuestros, porque todos merecemos una oportunidad, indistintamente de nuestra nación de origen, sexo, color de piel. Le dimos un estrecho abrazo y la seguiremos abrazando en nuestros corazones con cada paso que demos.
Gracias, Sunshine, por darnos energía y proveernos con la certeza de que nuestra causa no es en vano.
Gálatas 5:14
Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amaras a tu projimo como a ti mismo.
Gaby Pacheco y Juan Rodríguez
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18 de enero: “Una ley injusta no es una ley”, St. Augustine, Florida
Ayer nos desviamos de nuestro tramo y manejamos a St. Augustine, Florida, para ofrecer nuestro homenaje por el día de Martin Luther King y conmemorar a los líderes de justicia social del pasado, especialmente al liderazgo juvenil que hizo tanto, tantas veces, durante nuestra historia. En St. Augustine en particular la juventud luchó por desegregar negocios locales, tales como la tienda Woolworth’s en la calle King y el motel Monson, en donde los estudiantes se echaron a nadar en una piscina de natación donde las razas estaban segregadas y fueron confrontados por el dueño, quien echó ácido en la piscina.
Martin Luther King no solo fue un dirigente de la comunidad afroamericana, sino que lo fue para todos los seres humanos en todo el mundo. Millones de personas de todas las razas han compartido el mismo sueño que él declaró un día como el suyo. Comprenden con todo su corazón que “la injusticia en cualquier lugar es una amenaza para la justicia en todos los lugares”. Hasta el día de hoy eso es cierto. Como él, yo sé que no puedo quedarme sentado y esperar que las cosas mejoren de por sí. Tenemos que resistir. Tenemos que mantenernos fuertes. Tenemos que caminar, “No podemos caminar solos. Y al caminar, debemos hacer la promesa que siempre marcharemos adelante. No podemos volver atrás,” dijo él.
Muchos viven toda su vida en St. Augustine sin saber que aquí se encuentra una parte importante de la historia de la lucha por los derechos civiles. En las casillas de ayuda al turista esa información no existe. Le preguntamos a un operador. “¿Y qué es el Sendero de la Libertad?”, nos responde. Duele, duele casi tanto como cuando visité una plantación en Carolina del Sur y el guía turístico dijo que “los dueños de esta propiedad siempre trataron a sus esclavos como familia”. No soy tonto. Sé que ninguna de esas luchas ha finalizado y que todavía nos falta mucho para ganarlas, o solucionarlas parcialmente.
No se trata de que una lucha sea más importante que otra. Están todas juntas. Es todo uno. Todo es doloroso. Es una verguenza para lo que la humanidad debiera ser. Ningún ser humano debería vivir con miedo o bajo los abusos de la explotación. A ningún ser humano se le debería decir que sus aspiraciones no tienen futuro.
Es un problema profundamente enraizado en nuestra sociedad y del cual vemos solamente la punta del iceberg. Espero que podamos recordar las lecciones de Martin Luther King: no llegamos a nada con el racismo, el clasismo, el “nosotros contra ellos”. Creo fervientemente que podemos superar esas luchas. Creo que podemos llevar el sufrimiento de nuestras vidas a su fin.
Juan Rodríguez
Hacia adelante, a través, y más allá
Desde Bithlo, Florida
Tuvimos la dicha de recorrer ríos maravillosos y pantanos que pertenecían al plan de restauración de la región de Everglades. Los ríos rodean la Tierra y todo lo que se puede ver allí es un sistema asombroso e intrincado de aguas que fluyen cuesta abajo hacia el sur, hacia mi amado sur de Florida. El cielo es azul pero se puede ver la tormenta aproximándose en el horizonte y oler la humedad de las nubes. Por un par de horas sólo se escuchan los pequeños pájaros, los automóviles que vienen hacia mí, el viento. Todos ellos juntos entonan una melodía perfecta. Me siento vinculado a la tierra y trato de enfocarme en el presente. Solo atino a decirme que debo poner un pie delante del otro y así sucesivamente, y caminar.
No puedo negarlo: extraño terriblemente a mi casa. Mis músculos duelen y mis pies están llenos de cicatrices. Debo concentrarme y poner toda mi energía en el presente. De lo contrario no podré llegar y cumplir el objetivo. Le digo a mi corazón que cada vez que pongo un pie delante de otro en el asfalto, me acerco al cumplimiento de un objetivo común, en el que todos tomamos parte.
El paisaje de Florida es diferente al del resto del país. En su mayor parte el estado es plano. Mientras avanzamos podemos ver los automóviles que se aproximan desde muy, muy lejos. La topografía de Florida permite absorber cada parte de la marcha.
Lo más alarmante es la tremenda cantidad de animales muertos a los costados del camino. Viajando uno no se da cuenta de ello, pero al caminar se puede apreciar el efecto de la humanidad sobre el ambiente que la rodea. Los cuerpos de estos animales yacen a costados de la carretera como testigos de su sacrificio al tratar de llegar al otro lado buscando… ¿alimento? ¿refugio? Estos animales estaban migrando de un lugar a otro, buscando recursos y estabilidad, como casi cualquier otro animal en la tierra. Pero la alteración de su entorno natural llevó a su muerte y la de muchos de los habitantes de esta tierra que tratamos de proteger. Me solidarizo con estos animales y percibo que para liberarme de una vida de temor debo llegar, yo también, al otro lado de la carretera. Muchos han tratado de cruzarla, pero no existe garantía alguna de que lo logren, a menos que pertenezcan a unos pocos privilegiados que lo han hecho exitosamente.
Los automóviles pasan acelerando por la carretera. Sus conductores no se cercioran de la muerte de innumerables animales a lo largo del camino. Vuelvo a recordar la promesa que formulé antes de iniciar esta travesía, la de jamás olvidar a aquellos que fallecieron, que marcaron esta senda y que ofrendaron el sacrificio supremo para que yo pueda dar un paso adelante tras otro, más allá, más allá, en mi búsqueda de la libertad.
La libertad sólo se puede conseguir mediante un sacrificio, que se manifiesta a través del amor que sentimos por la vida. Me llenó de júbilo saber que finalmente, después de tantos años y tantos intentos fallidos, el gobierno de Estados Unidos otorgó el TPS a los haitianos. Pero, ¿a qué precio? Tuvieron que morir más de 100,000 haitianos para que nuestro gobierno reconociera la enorme contribución de esta comunidad a Estados Unidos. Es hora de que nuestro gobierno deje de olvidar la historia y los principios morales sobre los cuales se construyó esta nación: la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.
Hoy tuve la oportunidad de compartir algunos pensamientos e ideas con la familia de un estudiante a quien se le concedió recientemente una postergación de una posible deportación por un año. Su madre temía que el servicio de inmigración no le concediera el aplazo, lo que podría resultar en su inmediata deportación. Nos explicó sus temores y sus esperanzas. Sueña con que su familia viva en libertad. No va a rendirse ante ningún obstáculo circunstancial. Tratará de cruzar esa carretera, y yo quisiera construir un puente seguro para que ella y los otros crucen sanos y salvos. No es algo simple, pero me siento tan comprometido a sus aspiraciones y las de su hijo como a las míos.
Hoy los de Homestead decidieron interrumpir su ayuno, después de que la Secretaria de Seguridad Interna Janet Napolitano se negó a verlos, aunque se encontraba a sólo 15 minutos de la iglesia donde ellos estaban. Renunciaron a comer porque tenían tanta hambre de justicia y libertad. El gesto de la ministra demostró la insensibilidad de nuestro gobierno hacia nuestros objetivos. Jamás olvidaré el sacrificio de estos compañeros y seguiré marchando por esta travesía para asegurar que nuestra nación escuche las voces que aquellos que ayunaron a través de nuestras voces, que se conjugarán para cumplir un propósito conjunto.
Mañana es el aniversario del cumpleaños de Martin Luther King Jr. Por eso quiero hacer un comentario personal sobre nuestro movimiento a través de las palabras de aquel hombre que cambió la historia por usar el arma del amor.
“Y al caminar, debemos hacer la promesa que siempre marcharemos adelante. No podemos volver atrás”.
Yo también seguiré marchando adelante, resuelto pero con la humildad que me inculcó la valentía de quienes estuvieron aqui antes de mí.
Felipe Matos