El propósito que sí cumplí
El periodismo local, de a pie, migrante, en español, en la frontera, sí importa, sí merece la pena, sí puede sobrevivir
Todos los años hago propósitos de Año Nuevo que se van olvidando con el paso de los días. Si tengo suerte, sobreviven a enero, pero siendo realistas se me ahogan antes de que se acaben las cabañuelas. Algunos son los típicos: bajar de peso, ahorrar, hacer más yoga y necesitar menos, viajar y leer, pero en el 2023 me aferré a una meta que parecía un sueño guajiro, pero en realidad se convirtió en mi motor profesional por 12 meses sin parar. Spoiler: Lo logré, lo logramos. ¡Resolví! ¡Lo cumplí!
En enero de 2023, me senté frente a una hoja de cálculo en blanco. Sumé, resté y proyecté. Me dolió la cabeza. Me prometí a mí misma que si para finales del año mi proyecto periodístico de Conecta Arizona no era sostenible, tendría que soltarlo y seguir adelante. La caridad no es un modelo de negocio y mucho menos a costa del futuro de los que uno más ama. Saqué cuentas y le agregué un par de ceros. Esta vez tenía meta definida, que no solo estaba en mi cabeza, hice una lista de estrategias y tácticas, estudié cuadrantes y modelos, hablé de finanzas y trabajé sin parpadear. No me salí del plan, aunque confieso que tuve que improvisar más de lo que me hubiera gustado.
A punto de cerrar el 2023 puedo gritar a los cuatro vientos que hay Conecta Arizona para los próximos tres años. No fue suerte ni privilegio. Fue una inversión de corazón, de creer en algo con tanta pasión que el universo no tiene más remedio de concedértelo. Tampoco fue casualidad. Han sido 3.5 años de andar cuesta arriba, de no aflojar el paso y de ondear la bandera de que el periodismo local, de a pie, migrante, en español, en la frontera, sí importa, sí merece la pena… sí puede sobrevivir.
Pero es un camino muy solitario y juzgado. Eso lo hace aún más pesado. Seguimos condenando el éxito ajeno. Nos intimida una mujer independiente, decidida, de sonrisa descarada y con pocas culpas y menos complejos. Nos cuesta entender que la crianza no está peleada con los sueños, y que los hijos crecen a la par de nuestros proyectos. Nos alegran las victorias de otros siempre y cuando no sean más grandes que las nuestras. Nos asusta que alguien lo logre antes. Nos aterra salirnos de los moldes. Pero, quizá por eso, me tocó adelantarme en este camino que hoy intento ensanchar para todos.
Hoy siento un orgullo que me enchina la piel. No es el ego el que escribe estas letras, sino la satisfacción de saber que se me nota hasta el acento en las mismas líneas. Soy una mujer latina que no se encuentra en muchos espejos. Estos tres años han sido muy desafiantes y a la vez enriquecedores para mi espíritu. Construí mi mesa y me senté en ajenas; ninguna me quedó grande. Pero entre más peldaños subía en esta escalera del liderazgo, menos me veía reflejada. Somos muy pocas y representamos a tantas y por eso saber que llegué -llegamos- se siente aún con mucho más mérito. No, ningún hombre blanco me jaló la silla o me convidó el asiento. Me lo gané y me acompaña una comunidad que tiene el mismo tiempo apostándole todo al diálogo.
El 2023 fue un año de siembra y el 2024 cosecharemos juntos, mientras seguimos arando. Lo mejor hoy y siempre, para ti y para los tuyos.