En un evento electoral y ante miles de simpatizantes en Atlanta, Georgia, la vicepresidenta y candidata presidencial Kamala Harris mencionó su política migratoria. Prometió reintroducir en el Congreso el plan migratorio que a comienzos de año concluyeron senadores demócratas y republicanos y que incluía suficientes elementos de seguridad fronteriza para satisfacer las inquietudes de estos últimos. Como se recordará, una orden de Donald Trump, líder absoluto del GOP, alcanzó para que los mismísimos autores del acuerdo en su partido se echaran atrás y votaran en contra del mismo.
Harris menciona frecuentemente su pasado como procuradora general de California como demostración de que es capaz de ejercer mano dura contra indocumentados criminales y en general quienes violen la ley. Al mismo tiempo, ha apoyado en el pasado una reforma migratoria con la vía abierta hacia la ciudadanía para millones de familias que han vivido por muchos años en la sombra mientras contribuyen a la sociedad y la economía de nuestro país.
Sin embargo, consideramos que la candidata debería ser más precisa y dejar claro cuáles son sus propósitos y compromisos actuales en el plano migratorio a la hora de de granjearse el voto de la comunidad latina.
Esto es especialmente importante a la luz de la experiencia histórica. En sus ocho años de presidencia, Barack Obama se abstuvo de cumplir su promesa de reforma y en cambio se ganó el apodo de “deportador en jefe”.
Pero es incluso más significativo por el precedente del actual mandatario Joe Biden.
En 2020, Biden prometió una moratoria en las deportaciones. Se disculpó por el número récord de deportaciones fijado por la administración Obama en la que él fue vicepresidente.
Pero una vez en el poder, la administración Biden / Harris expulsó y deportó a más migrantes que Trump, incluyendo números sin precedentes de vuelos de repatriación.
A tal punto que la estructura de la Patrulla Fronteriza y de ICE, el proceso legal de deportación y la infraestructura carcelaria están al máximo de su capacidad. Y si bien Donald Trump está basando su campaña electoral en “Deportaciones masivas ya”, que reemplazó al eslógan de “Construya el muro fronterizo” que caracterizó su campaña de 2016, los números establecidos por la actual administración serán difíciles, si no imposibles de superar si él ganara la contienda..
Recordemos que en marzo de 2020 Trump impuso la política llamada Título 42, mediante la cual bloqueó la entrada de muchos migrantes y expulsó a muchos más bajo la excusa de proteger al país del COVID 19. Al asumir el poder en enero de 2021, Biden canceló numerosas disposiciones antiinmigrantes de su predecesor, pero dejó en su lugar el Título 42, y utilizó esta política para expulsar a más personas que aquel.
Durante los tres años y medio de gobierno de Biden, los migrantes están siendo expulsados a un ritmo vertiginoso y la estructura de deportación está al límite. Esto incluye especialmente expulsiones de quienes recién cruzaron. Las deportaciones de quienes viven aquí por años continúa y solo las frena la carencia de recursos.
En sus primeros dos años en el cargo, Biden expulsó a más de 2,8 millones de inmigrantes, comparado con 2 millones durante los cuatro años de Trump.
Incluso luego de expirar el Título 42 en mayo de 2023 siguió la tendencia. Según el Instituto de Política Migratoria, desde entonces esta administración expulsó o devolvió a 775,000 inmigrantes no autorizados, un número sólo superado en 2010.
Es por eso que Harris debe distanciarse de la actitud del gobierno actual y desarrollar su propia plataforma migratoria.
Creemos que hay una diferencia evidente y clarísima entre el odio anti inmigrante difundido por Trump y su campaña y la política vigente. Hará bien Kamala Harris en explicar esta diferencia y en hacer pública su comprensión de que la inmigración ha sido históricamente el motor de crecimiento del país y que las deportaciones no son la solución.