La dificultad para adquirir papel higiénico en estos días nos lleva a interrogarnos sobre la conexión entre el trasero y el malsano virus. No hace falta ser muy viejo para recordar cuando en los cuartos de baño o aseos se colgaba la prensa de un gancho en recortados cuartillos. Se procedía con la limpieza y nadie se quejaba de la tinta o el papel.
Era común pedir la prensa en los establecimientos públicos y, tras un rápido vistazo, adentrarse en lo que venía a llamarse taza turca, que no era otra cosa que un agujero en el suelo con dos pilares para afirmar los pies.
[bctt tweet=»En tiempos del coronavirus, algunos confunden virus con bichos y extraterrestres y se van a comprar armas para defender el esfínter / Luis Silva-Villar » username=»hispanicla»]
Más atrás en el tiempo, nadie se arredraba a disfrutar del campo porque pudiera llegar un retortijón. Todo el mundo, y de toda edad, sabía qué hojas o hierbas eran las adecuadas y cuáles provocaban urticaria. La redondez de un canto rodado era siempre apreciada y se agradecía su anatómico y natural diseño.
Las servilletas de papel de los bares eran otro ingenio muy funcional. Los clínex vinieron después, mucho después. Una conclusión que salta a la vista: se podía vivir sin papel higiénico. No era un drama su existencia ni nadie hacía de su ausencia tema de conversación.
La frenética diligencia por acaparar el papel higiénico de los supermercados en los tiempos del virus nos deja atónitos. La supervivencia humana parece colgar de un rollo de papel. Recordemos que la Conquista del Oeste se hizo sin papel higiénico. El teléfono celular, rey de nuestras vidas, pasa inesperadamente a un segundo plano y provoca hilaridad la ausencia de una app que solucione el viral drama.
“Virus” en su origen significaba veneno: ‘sustancia que en un ser vivo produce daños o incluso la muerte’, a veces se asociaba con la mucosa de las babosas. La palabra “viscoso” es derivado afín.
El papel es biodegradable, pero gasta naturaleza. Por ello, no se entiende que un artilugio tan práctico como el bidé no haya tenido mejor suerte en este país. Un chorrito de agua fresca y adiós papel. Si bien la obviedad de su función sanitaria aviva sensibles pudores, en contraste, el inodoro poco puede presumir de pulcro secreto. Antes, dicho sea de paso, se hablaba de heces y estiércol, ahora, todo es biomasa y energías renovables.
La calidad del papel prensa nunca ha sido mejor que hoy. Se debería promover la publicación de la prensa en aterciopelado papel. Se podría así recuperar una de sus funcionalidades históricas.
Para terminar, algunos confunden virus con bichos y extraterrestres y se van a comprar armas para defender el esfínter. Tanto se habla de guerra al virus que confunden hospital con tiro al blanco.
Luis Silva-Villar, profesor de Lengua y Lingüística
lenguaporoficio@gmail.com
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