Los dos presentadores de noticias iniciaron el noticiero de las 11 de la noche con la noticia más importante del día 23 de marzo: la firma del presidente Barack Obama de la propuesta de ley de reforma sanitaria de Estados Unidos. De inmediato, los presentadores dijeron que “la nueva ley tendrá un gran costo” y que “podría ser anticonstitucional”.
Es decir, ya desde el encabezado de la noticia, ambos presentadores estaban dejando en claro que la posición política de la estación respecto a la reforma sanitaria es negativa. La estación, KFSN-TV 30, afiliada a ABC de Fresno y propiedad de la corporación Walt Disney, presentó después un reporte desde Washington que era más balanceado. Sin duda, KFSN-TV 30 no dió una buena imagen del periodismo “objetivo” que pregona.
En realidad, la mayoría de los medios de comunicación “objetivos” en Estados Unidos pusieron al desnudo su ideología durante este debate y posterior aprobación de la ley. Los otros, los abiertamente politizados de derecha, solo agregaron un tono mayor de agresividad, a veces rayando en la histeria.
¿A qué se debe esta reacción?
La propuesta de Obama, tal como lo prometió durante su campaña electoral, consiste en ampliar la cobertura de salud a unas 30 millones de personas, de las cuales 6.5 millones viven en California. De esta manera, se dejaron millones afuera del proyecto, entre ellos los inmigrantes indocumentados. No fue esta la única concesión a las presiones de la derecha enfurecida con una propuesta a la que acusan de “socialista”. Obama dejó de la lado la opción pública, es decir establecer un mecanismo administrado por el estado que funcionaría a la par que los entes privados, y tampoco se cubrirán abortos con fondos federales.
Y aún así, ningún diputado republicano votó por la propuesta, aprobada finalmente por 219 votos contra 212 —34 Demócratas se opusieron a la iniciativa, considerada el proyecto más importante del presidente Obama.
La nueva ley proveerá acceso a la salud a quienes no lo tienen, muchos de ellos gente con trabajo pero que no pueden pagar un seguro de salud.
Los republicanos se oponen radicalmente a la nueva ley, aunque nunca propusieron una alternativa.
La raiz de esta oposición es que, de acuerdo con la filosofía conservadora, cada persona es responsable de su bienestar y por lo tanto cada uno debería pagar un seguro privado. El precio es de $250-$350 por mes y por persona. Las empresas, además, pueden rechazar a solicitantes que consideren “de riesgo”. El partido republicano apoya esta filosofía, fiel a su relación con las empresas privadas que sintetiza en sus eslogans electorales de “no más impuestos” y “menos gobierno”.
Estos eslogans esconden intereses precisos: aplauden la intervención del gobierno cuando es a su favor (ayuda oficial a los bancos, concesiones de contratos billonarios, seguridad de operatividad en mercados extranjeros, etc) y apoyan reducciones de impuestos que benefician a las empresas, sin preocupación por lo que ocurre con aquellos que ganan salarios mínimos.
Quienes apoyan la reforma al sistema de salud aseguran que es un derecho básico y que cada persona debe tener acceso a ella. De lo contrario —y tal como ocurre en la sociedad estadounidense— la salud de millones de personas es propia del tercer mundo y miles de enfermos saturan diariamente las salas de emergencia por dolencias que pudieran ser tratadas en clínicas regulares.
A los conservadores, al igual que muchos medios de comunicación, les gusta hablar del costo de la nueva ley, sin mencionar el costo astronómico y las consecuencias sociales de las enfermedades y del uso excesivo de salas de emergencias en todo el país. Tampoco mencionan las grandes ganancias de las empresas de seguro y la de los fabricantes de medicamentos.
El debate por esta propuesta de ley y su posterior sanción por parte del presidente Obama expuso además “el lado oscuro” de la derecha del país. Y si una imagen vale más que mil palabras, seguramente recordaremos por mucho tiempo cuando un puñado de diputados republicanos azuzaban a opositores de Obama desde un balcón del Congreso justo antes del debate legislativo —imagen más propia de “barras brava” del fútbol que de congresistas.
Las amenazas de muerte que recibieron varios diputados Demócratas y las comparaciones de Obama con Sadam Hussein por parte del diputado Devin Núñez (R-Clovis), sumado a otros tipos de insultos y amenazas —como la de anular la ley, si las urnas le permiten a los republicanos volver a ser mayoría en noviembre de 2010— no deberían sorprender ya que desde su campaña electoral, Obama fue atacado no solo por el color de su piel sino por su atrevimiento de exigir que los poderosos compartan aunque sea un pequeño porcentaje de sus ingresos. No pide mucho, después de todo.
Y parte de este ataque sin cesar de la derecha estadounidense es llevado a cabo por los medios de comunicación “objetivos”, que desde sus encabezados ya confunden a la opinión pública.