Parece una disyuntiva diabólica. El coronavirus nos obligan a quedarnos en casa. A no salir, para prevenir respirar el agente patológico.
El peligro del gas en casa
Pocos piensan que en nuestro propio hogar otro peligro nos acecha cada día: los aparatos de gas residenciales. Hornos a gas, chimeneas a gas, calentadores de agua y aparatos de cocina.
Un reciente estudio de UCLA – “Efectos de los aparatos de gas residenciales en la calidad del aire interior y exterior y la salud pública en California”- nos recuerda que el gas en casa contamina. Que en la mayoría de los hogares no existe la ventilación adecuada. Que causa enfermedades respiratorias crónicas, y muertes prematuras. Que cuesta hasta 3,500 millones de dólares cada año en costos de salud.
Otro informe de la escuela Chan de Salud Pública en Harvard establece que un pequeñísimo aumento en la exposición a partículas finas del contaminante PM 2.5, que se halla en hogares con aparatos a gas, lleva a un aumento del 8% en la tasa de mortalidad de COVID-19.
¿Qué hacer? Obviamente, es preferible permanecer mejor seguros en casa, pero, sin salir, el uso de artefactos que consumen gas puede llegar a generar niveles de contaminación que pudieran hacer a su vez riesgoso quedarse sin salir a la calle.
Pobres y adultos mayores
En un artículo en La Opinión explica: los niveles de riesgo y daño “son aún más alarmantes cuando las viviendas son pequeños departamentos o grandes complejos habitacionales con viviendas contiguas. Y los riesgos aumentan aún más si los residentes son menores de edad o personas adultas mayores”.
El estudio, del Fielding School of Public Health y encargado por Sierra Club, abarca aparatos que se encuentran prácticamente en todos los hogares de California. Entre todos, generan miles de toneladas de contaminantes nocivos al aire cada año.
De todas, son las comunidades de menores ingresos y los hogares más pequeños y con aparatos domésticos a gas anticuados y en mal estado los que respiran el aire más contaminado. Adicionalmente, los residentes usualmente rentan y por lo tanto no tienen control sobre estos aparatos.
Por último, las concentraciones de contaminantes suben aún más por una ventilación insuficiente característica. Muchas casas carecen de cualquier tipo de ventilación e incluso en las que tienen campanas extractoras solo el 35% de los residentes las usan.
Dice la profesora Yifang Zhu, investigadora principal del estudio, “el uso de combustibles fósiles en los aparatos domésticos a gas puede afectar negativamente la calidad del aire dentro de las casas y por consiguiente la salud pública”.
Reemplazar por electrodomésticos
Específicamente, las concentraciones de “monóxido de carbono (CO) y dióxido de nitrógeno (NO2) durante los eventos de cocción pueden exceder los niveles establecidos de calidad del aire nacionales y de California”, dice el análisis.
La solución, entre otras, es reemplazar los artefactos a gas por electrodomésticos libres de emisiones. ,
Para ello es menester que la comunidad comprenda de dónde proviene el peligro, para poder a su vez guiar sus decisiones hacia una paulatina disminución de la contaminación.
Se necesita, dice Rachel Golden, vicedirectora del programa de electrificación edilicia del Sierra Club, que “los encargados de tomar decisiones en el gobierno” intervengan activamente “y hacerlo de una manera que priorice y proteja a las personas más afectadas por la contaminación del aire, como los niños, los ancianos, las comunidades de bajos ingresos…”.
De hecho, esta tendencia ya tiene numerosos adeptos. Decenas de ciudades en California establecieron planes de electrificación de edificios residenciales en construcción.
Acelerar las soluciones
A nivel estatal, las agencias reguladoras y las empresas de servicios públicos apoyan la electrificación como parte de sus objetivos climáticos y energéticos.
Este proceso debe ahora acelerar y abarcar a nuestras comunidades lo antes posible.
En momentos dramáticos estos es aún más importante el aire limpio, sano, y carente de elementos nocivos que puedan enfermar a la población.
Es importante prestar atención a los contaminantes omnipresentes y nocivos hoy, reduciendo la contaminación causada por la quema de gas en los hogares. Ello ahorrará centenares de vidas humanas cada año.