En los últimos 15 años, el número de trabajadores indígenas aumentó un 67% en California, según la organización Mixteco Indígena; mientras que en Tulelake, casi la totalidad de los obreros rurales son inmigrantes mexicanos. La intolerancia y el racismo aumentaron tras la candidatura de Trump y Ethnic Media Services (EMS) convocó a especialistas, quienes reflexionaron sobre “la construcción del enemigo” en una sociedad atravesada por los discursos del odio.
Abrió la conferencia de prensa del 2 de agosto Sandy Close, directora y fundadora de EMS, comentando que “con las elecciones 2024 en auge, la retórica antiinmigrante está escalando a niveles preocupantes. Desde el ex presidente Trump, muchos candidatos se refieren a los inmigrantes como criminales, violadores, enfermos mentales y basura. Este discurso del odio político está alimentando las tensiones raciales y propagando el miedo, el dolor y la ira en las comunidades de inmigrantes; incluidas aquellas cuyo trabajo es garantizar la comida en las mesas de los estadounidenses”. “No vinimos a causar daño, sólo a trabajar por comida segura y el engrandecimiento de los Estados Unidos”.
Ningún ser humano es ilegal
El primer ponente fue Manuel Ortiz Escámez, sociólogo, periodista audiovisual y co-fundador de Península 360 en Redwood City, California.
“En los Estados Unidos, los inmigrantes se están enfrentando a una paradoja. Por un lado, la necesidad del país de tener mano de obra barata. Por otro, el rechazo que esas personas sufren de parte de la sociedad”.
Ortiz Escámez remarcó que en el libro “La creación del enemigo”, el italiano Umberto Ecco da cuenta del modo en que “al enemigo siempre se lo construye como alguien repugnante, tanto física como moralmente. Huele mal, es feo y puede ser asesino o violador. Y lo más importante, el enemigo quiere quitarte lo que es tuyo. Es por eso que las personas migrantes han sido el enemigo ideal de algunas campañas políticas, como la de Trump”.
El sociólogo hizo un repaso de los discursos antiinmigración en la historia de los Estados Unidos.
“Los irlandeses fueron el primer grupo de inmigrantes masivos entre 1820 y 1830. Se los invitaba a trabajar pero al mismo tiempo había un sentimiento anti irlandés, como se ve en los dibujos de época. En 1850 llegó la inmigración china para trabajar en las fábricas, minas de oro y vías; pero había un sentimiento anti chino y todos pedían que, terminados los trabajos ferroviarios, se volvieran a su país”.
Ortiz Escámez habló también de la Comisión Dillingham, que en 1911 publicó un estudio sobre la distribución de los inmigrantes, y cuyo un contenido era absolutamente racista. “Decía, por ejemplo, que los mexicanos eran buenos trabajadores, pero con tendencia al asesinato; que había que utilizarlos durante 7 años y luego debían expulsarlos. Muchas de las leyes actuales sobre inmigración siguen basadas en aquella comisión… En 1920 y tras la apertura de la frontera, Estados Unidos trajo muchos inmigrantes mexicanos para trabajar. Pero de 1929 a 1939 hubo recesión económica y se creó la Patrulla Fronteriza. De 1942 a 1964 se promueve la inmigración con el Programa Bracero, para tener mano de obra barata. Y de 1985 a 1986 se vuelven a reforzar las fronteras con un sentimiento anti latino y anti mexicano… Sin embargo, el Movimiento de Derechos Humanos Civiles también tiene sus raíces en los Estados Unidos entre los años `40 y `60… En 1950 las Naciones Unidas crea la comisión para refugiados y en 1988 se declaró que ningún ser humano es ilegal”.
-¿Sigue habiendo resabios de la Comisión Dillingham?
-Absolutamente. Hoy quedan resabios como el escritor Samuel Huntington, que fue la inspiración para muchos políticos que remarcan “el peligro de los inmigrantes para los supremacistas blancos”. Huntington fue un experto en el arte de construir al enemigo. Y para él, el enemigo era todo aquel que no fuera blanco ni tuviera raíces anglosajonas; o sea, gente de color, musulmanes y latinos. Por eso es que, una segunda administración de Trump, puede conducirnos a un período fascista donde los que cuestionen los abusos de poder, se van a sumar a la lista de enemigos…”
“El escritor Samuel Huntington fue la inspiración para muchos políticos que remarcan el peligro de los inmigrantes para los supremacistas blancos. Huntington fue un experto en el arte de construir al enemigo. Para él, enemigo era todo aquel que no fuera blanco ni tuviera raíces anglosajonas; o sea, gente de color, musulmanes y latinos. Una segunda administración de Trump, podría conducirnos a un período fascista donde los que cuestionen los abusos de poder se van a sumar a la lista de enemigos…”.
Manuel Ortiz Escámez
De los campos de Tulelake a las mesas de California
“En Tulelake, todos están experimentando un sentido de ansiedad y temor. Los chicos de las escuelas están sufriendo bulliyng y están siendo amenazados con la deportación”, comenta Ortiz Escámez.
En un trabajo audiovisual en dicha ciudad, el realizador obtuvo un maravilloso testimonio; el de Juana Chavoya, trabajadora agrícola de la papa, la menta y la cebolla. Y lo compartió en la conferencia de prensa.
“Nos sentimos discriminados por Donald Trump porque su modo de dirigirse a nosotros es muy hiriente. Estamos acá por necesidad, por un plato de comida segura. No hemos venido a destruir, ni a dañar ni a violar reglamentos. Siento que son crueles al catalogarnos como invasores. Nuestro trabajo habla por nosotros, porque gracias a nuestras manos, el alimento fresco llega a cada hogar y a cada tienda. Además, pagamos los impuestos y apoyamos al país. Tenemos muy buena relación con los estadounidenses, y en 16 años que llevo aquí, sólo he visto a tres estadounidenses trabajar en el campo e irse a los pocos días. Sólo pedimos respeto, como nosotros respetamos las reglas del país que nos acoge y nos da la posibilidad de un trabajo”.
“Nos sentimos discriminados por Donald Trump porque su modo de dirigirse a nosotros es muy hiriente. Estamos acá por necesidad, por un plato de comida segura. No hemos venido a destruir nada y siento que son crueles al catalogarnos como invasores. Nuestro trabajo habla por nosotros, y gracias a nuestras manos, el alimento fresco llega a cada hogar y a cada tienda. Además pagamos los impuestos y apoyamos al país. En 16 años, sólo he visto a tres estadounidenses trabajar en el campo e irse a los pocos días. Sólo pedimos respeto, como nosotros respetamos las reglas y personas del país que nos acoge y nos da la posibilidad de un trabajo”.
Juana Chaboya
Para los que no tiene residencia, pero sí tienen una voz
Gustavo Gasca Gómez coordina el proyecto “Stop the Hate” California y trabaja en Immigration Outreach Specialist con la Education and Leadership Foundation.
“Somos una organización sin fines de lucro en Fresno que apoya a los niños inmigrantes, conectándolos con educación y servicio -comenta- Tenemos reconocimiento del Departamento de Justicia y con Stop the Hate queremos empoderar a las comunidades inmigrantes afectadas por discriminación”.
-¿Cómo analiza los discursos del odio de la campaña de Trump?
-Creo que los republicanos están fomentando pensamientos denigrantes con respecto a los inmigrantes. Las organizaciones agrícolas de California dicen que tienen mucho miedo sobre qué les va a suceder en el futuro si gana Trump, ya que sin derechos ni educación, van a sentir que son el blanco del gobierno y no van a tener acceso a beneficios de salud o educación.
-¿Cómo ve la realidad de los trabajadores agrícolas de Fresno?
-Yo he sido trabajador agrícola y es algo muy duro y difícil de soportar. Pero es un trabajo que merece respeto, porque los Estados Unidos dependen de ese trabajo que están haciendo los inmigrantes. Nosotros no vinimos aquí a causar daño. Cuando mis padres me trajeron hace 31 años, ellos tenían buenas intenciones y las siguen teniendo. Y yo sigo siendo indocumentado, pese a todos los años que llevo aquí. Sólo tengo algunos derechos, como del DACA que impulsó el ex presidente Obama…
-¿Qué le diría a los inmigrantes indocumentados del país?
-Que si bien no pueden votar, igual todos tienen una voz. Y esa voz se tiene que ser escuchada. Mi mensaje es que continuemos compartiendo las historias de las personas discriminadas, poniéndoles un nombre y una cara porque cada una corresponde a un ser humano. Y ese es el mayor derecho que tenemos.
“Creo que los republicanos están fomentando pensamientos denigrantes con respecto a los inmigrantes. Las organizaciones agrícolas de California dicen que tienen miedo sobre qué les va a suceder si gana Trump, ya que sin derechos ni educación, van a sentir que son el blanco del gobierno. Mi mensaje es que continuemos compartiendo las historias de las personas discriminadas, poniéndoles un nombre y una cara, porque cada una corresponde a un ser humano y ese es el mayor derecho que tenemos”.
Gustavo Gasca Gómez
Indígenas sí, pero no extranjeros
Arcenio López es el director ejecutivo del Proyecto de Organización Comunitaria Mixtec Indigena en Ventura, California.
“Nos hemos expandido a tres estados más, trabajando con comunidades indígenas y mexicanas; la mayoría, de trabajadores agrícolas. Y creo que el discurso del odio así como el racismo, implican muchas más cosas. De hecho, hay personas que empiezan a usar palabras muy hirientes para otros. La pregunta es quién las naturalizó y por qué se las repite”.
-¿Cómo explica la naturalización del racismo?
-Creo que se debe a que, en el país, tenemos un contexto histórico de discriminación y odio muy fuerte. Por eso, nosotros ya no usamos la palabra “inmigrante” sino “migrante”, porque de hecho no somos extranjeros, somos de este continente y de esta región. Creemos que las fronteras han sido creadas con el propósito de dividir y controlar. Este discurso del odio tiene un fin bien intencionado: continuar posicionándonos a nosotros como inmigrantes o indígenas. Y esta es un arma mental muy efectiva para que ellos invadan nuestras tierras.
-¿Las palabras pueden estigmatizar una etnia?
-¡Absolutamente! Cuando alguien te dice “habla como un estadounidense” ¿qué significa exactamente? Si estás en el continente americano, quiere decir que tienes que hablar mixteco o zapoteco, no inglés. Si no conocemos nuestra propia historia de opresión, pasamos a ser vulnerables e ignorantes y nos dejamos estigmatizar.
-¿Cómo definiría la lucha desde tu organización?
-Lo que estamos haciendo como organización indígena lo llamamos “descolonizar”. La resiliencia del pueblo indígena lleva más de 500 años. En nuestros lugares de trabajo nos dicen “oaxaquita” o “indios”, o “eres redondo, bajito, feo”. Ese odio no viene de una persona en particular. Quienes agarran los micrófonos y dicen eso, están dando luz verde a ese odio, casi un derecho al menosprecio. Hoy hay niños en los condados sufriendo bulliyng por ser oaxaqueños.
-¿Cómo avizora un segundo gobierno de Trump?
-Cuando Trump lideraba el país, la cantidad de crímenes de odio y racismo creció de manera exponencial, porque eso estaba permitido y avalado. Tenemos mucho trabajo por delante para cambiar la narrativa. Nosotros, las personas indígenas de este continente, tenemos que tomar el liderazgo y deconstruir, porque los discursos del odio no representan la narrativa de nuestro país. En los últimos 15 años, el número de trabajadores indígenas ha aumentado un 67% en California. El temor siempre ha sido ser deportados. Debemos defender derechos, sin demonizar ni romantizar a nadie.
“Cuando Trump lideraba el país, la cantidad de crímenes de odio creció de manera exponencial junto al racismo, porque eso estaba permitido. Tenemos mucho trabajo por delante para cambiar la narrativa. Nosotros, las personas indígenas de este continente, tenemos que tomar el liderazgo y deconstruir, porque los discursos del odio no representan a nuestro país. En los últimos 15 años, el número de trabajadores indígenas ha aumentado un 67% en California. El temor siempre ha sido ser deportados. Debemos defender derechos, sin demonizar ni romantizar a nadie”.
Arcenio López