La historia de la gastronomía, ha sido forjada por miles de cocineras y cocineros anónimos. De su trabajo y sus creaciones se han nutrido todas las cocinas regionales del mundo, desde que domesticamos el fuego y cocinamos alimentos.
Las constantes emigraciones de la humanidad, llevaron estos tesoros culinarios, de la mano de los inmigrantes, a cada rincón del planeta. Pero existen contadas ocasiones, en que es posible rastrear a estos héroes y heroínas anónimos, a un espacio y tiempo determinado, y rescatarlos del olvido.
Y este es el caso de nuestra nota de hoy, en el que podemos rendir homenaje a un grupo de mujeres, que dieron origen a lo que conocemos como la cocina Tex-Mex, a finales del siglo XIX.
Historiadores y documentación de los orígenes
Gracias al trabajo de Jeffrey M. Pilcher (1), Sherry Monahan (2), y un grupo de historiadores de San Antonio, Texas, ha sido posible reconstruir la historia de las Chili Queens of San Antonio, y ponerles rostros y nombres.
Desde la década de 1860, hasta fines de la década de 1930, las plazas de San Antonio estuvieron pobladas por puestos de venta de comida. Las vendedoras, en su mayoría mujeres, eran conocidas como “Reinas del Chile” por la sabrosa comida que servían, desde el anochecer hasta el amanecer.
Montaban sus puestos por la noche, después que los vendedores de productos agrícolas y los carros de heno se retiraran, en largas mesas iluminadas por lámparas de aceite.
San Antonio se hizo famoso por sus Chile Queens a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, con el tiempo, las ubicaciones cambiaron, pero a mediados y finales del siglo XIX, los puestos de chile con carne en Military Plaza ofrecían especialidades mexicanas. Aromas picantes perfumaban el aire, las mujeres anunciaban sus productos desde sus carros, en español e inglés, y la música llenaba la plaza.
Otras ciudades de Texas tenían puestos de chile con carne, pero ninguna la magia de San Antonio. Los diarios de la época informaban a sus lectores que ningún viaje a San Antonio podía considerarse perfecto, sin una parada en uno de los puestos de la Reinas del Chile.
En 1963, un artículo en el New York Times se refirió a la comida mexicana en Texas como “Tex-Mex”, y fue la primera vez que se utilizó la frase para describir a esta cocina. Pero no fue hasta 1972, cuando una autora llamada Diana Kennedy publicó un libro de cocina mexicana, que el término Tex-Mex se volvió universal.
Cien años después, la Legislatura de Texas proclamó el chili con carne como plato estatal en 1977.
Las noches de San Antonio
Estas mujeres sirvieron chili con carne y otras delicias mexicoamericanas, desde el anochecer hasta el amanecer en varias plazas de San Antonio a lo largo de los años, instalando mesas y bancos, y trayendo ollas de comida para cocinar o recalentar sobre sus vacilantes fogatas de mezquite y para servir a la luz de sus lámparas de aceite.
Cuando llegaba la mañana, sus familias las ayudaban a llevarse todo. Músicos y cantantes ambulantes proporcionaban un aire festivo, a estos singulares restaurantes, los únicos, fuera de México.
Había tres clases de reinas, según el San Antonio Light de 1892. La primera clase era del campo, probablemente se había escapado de su casa y necesitaba trabajo.
La siguiente estaba compuesta por señoritas mexicanas, cuyos padres probablemente eran dueños del puesto y estaban a punto de retirarse.
Por último, estaban las verdadera reinas, que tenían entre 16 y 20 años, generalmente bien parecidas, bien vestidas y educadas. Las chicas trabajaban desde las 8 de la noche y permanecían en sus stands hasta altas horas de la madrugada. Ganaban un dólar o un dólar cincuenta por día, y los “más preparadas en su negocio” ganaban de 20 a 35 dólares por semana, según el artículo. Y no todas las reinas eran de ascendencia mexicana.
Sadie Thornhill-Rosenbaum y Marta García
Sadie Thornhill-Rosenbaum era conocida como la “reina de reinas” por su talento culinario, belleza y vivacidad. En 1895 un alcalde de San Antonio, recordó una cena en Sadie’s durante su mandato: “Si Sadie no es una de las características de interés de San Antonio, y uno de los principales ciudadanos de la ciudad, ¿a qué o a quién le atribuiremos ese honor? Si bien Sadie no era mexicana, su cocinero Pancho, sí.
La leyenda cuenta que cuando Pancho estaba bajo el influjo del Tequila, cocinaba los mejores huevos, chile con carne y otras delicias. Sadie era la encantadora anfitriona del puesto de chiles, por esa época la consideraban la última, de una larga dinastía de reinas del chile.
Ningún otro puesto se comparaba con el de ella, pero, por desgracia, el matrimonio interrumpió la fiesta gastronómica que se celebraba cada noche desde su puesto. En 1892, la Sra. Sadie M. Thornhill fue la última reina en 304 Alamo Plaza, y en 1894 se casó con Frank Swales y terminó su reinado. También lo hizo su matrimonio en 1897, y ella volvió a llamarse Thornill.
Marta García, fue otra de las primeras reinas, era una señorita alta, esbelta y de ojos negros, solo superada por Sadie. Luego se sucedieron otras reinas que incluyeron a Rosa, Ella y Jovita, quienes atendieron a muchos clientes en las plazas.
Jovita fue recordada por su pequeña estatura y sus pintorescos llamados a viva voz: “¿alguien quiere una orden de tamales con salsa de chile, un plato de chile con carne, o huevos con salsa de chile y tortillas tostadas?”.
Otras reinas fueron Rosaria Spania y Teresa González. Una noche de junio de 1886, Marta y Teresa fueron arrestadas por peleas y lenguaje abusivo, pero luego se desestimó el caso, por razones obvias.
Las reinas gringas
Algunas de estas reinas como Agnes Pearson, las hermanas Rose y Lulu Davis, y Jennie Johnson, también trabajaban en el teatro de variedades. Jennie tenía 17 años y a menudo estaba en compañía de otra adolescente llamada Lillie Atkinson. En 1892, los dos vivían en Concho Street con Lulu Davis y, probablemente, Rose Davis.
Lillie y Lulu fueron arrestadas en septiembre de ese año por “estar borrachas y alterar el orden”. Pronto se supo que ninguna de los dos tenía padres y que habían crecido en las calles.
Al año siguiente, Lillie y Jennie abandonaron su negocio de chiles y comenzaron a recorrer las calles de noche, bebiendo cerveza y haciendo ruido, fueron arrestados como vagabundas. Y su rastro se perdió a partir de allí.
El fin de las reinas
Debido a las “condiciones insalubres” en algunos de los puestos de chile, la ciudad los abrió y cerró a lo largo de los años. En abril de 1896, el San Antonio Express se sintió frustrado por el cierre de los puestos de chile e instó al ayuntamiento a permitir su restablecimiento.
Al año siguiente, las talentosas señoritas regresaron y ese mismo periódico publicó una gloriosa historia sobre ellas. Informó que los turistas, después de ver el Álamo, deben participar de una cena mexicana servida por las reinas del chile.
El autor William Brann, que vivía en Texas, escribió sobre las reinas del chile en 1898. Dijo: “Debemos tener varios días y noches para hacer turismo en San Antonio. Debemos soñar con las misiones arruinadas donde, antes del día de nuestros abuelos, se enseñó al salvaje a humillarse ante la cruz sagrada; sobre el Álamo, ese osario de la caballería.
Se nos mostrará una docena de lugares diferentes donde Bowie se desangró y Crockett murió; pero no importa, todo es tierra santa.
Pero no podemos irnos, sin tener una cena mexicana al aire libre y una charla con las reinas del chile. Hay que tomar tamales calientes, con cerveza helada al lado, para templar los fuegos internos, escuchar la música en Alamo Plaza y presenciar la Batalla de las Flores”.
Más tarde, los puestos de chile se alinearon en Pasquale Square, pero en enero de 1900, tuvieron que mudarse para dar paso al progreso. Casi todos se mudaron a East Street, entre Commerce y Buena Vista. También fue por esta época que la palabra “chile” se cambió a “chili”.
La palabra chile se refiere al pimiento en sí, cuando se escribe con una “e” al final. Si se escribe chili, con “i” al final, se refiere al plato de carne y chiles. Las diferencias ortográficas también se extendieron cuando se trataba de las Chile Queens.
En la década de 1800, la ortografía estaba ligada al propio chile. Más tarde cambió para reflejar el plato, el chile. Para 1904, la palabra chili comenzó a reemplazar a chile cuando se refería a las reinas. Hoy, ambas palabras se usan para describir a estas ilustres mujeres, del pasado de San Antonio.
¡QUÉ VIVAN LAS CHILI QUEENS!