Este homenaje a Roque Dalton es parte del recital «A dos voces» que el cantautor Daniel Viglietti y el escritor Mario Benedetti repusieron en el Cine Teatro Plaza de la capital uruguaya en 2002. El espectáculo fue creado por ellos en 1978, cuando estaban exiliados en México, y lo representaron a lo largo de casi tres décadas por distintos países. En él, la poesía y las canciones se entrelazan interpretadas por sus propios autores.
Mario Benedetti:
Llegaste temprano al buen humor
al amor cantado
al amor decantado
llegaste temprano al ron fraterno
a las revoluciones
Daniel Viglietti:
Pulgarcito de poeta
que se escapa
y me cosquilla,
tan alegre,
tan sin silla,
tan de amores torrenciales,
tan sin fin.
Alegría de una tierra
que se quita las fronteras,
se desnuda las caderas,
las volcánicas centrales de una luz.
Mario Benedetti:
cada vez que te arrancaban del mundo
no había calabozo que te viniera bien
asomabas el alma por entre los barrotes
y no bien los barrotes se afojaban turbados
aprovechabas para librar el cuerpo
usabas la metáfora ganzúa para abrir los cerrojos
y los odios con la urgencia inconsolable
de quien quiere regresar
al asombro de los libres
Daniel Viglietti:
Yo lo vi, yo lo vi, yo lo vi, yo lo vi.
El año treinta y dos él no vivía
y yo lo vi contando sus historias de futuro,
iba entre mil.
Yo lo vi, yo lo vi, yo lo vi.
Mario Benedetti:
le tenías ojeriza a la pureza
porque sabías cómo somos de impuros
cómo mezclamos sueños y vigilia
cómo nos pesan la razón y el riesgo
por suerte eras impuro evadido de cárceles y cepos
no de responsabilidades y otros goces
impuro como un poeta que eso eras
además de tantas otras cosas
Daniel Viglietti:
Pobrecitos los poetas,
bendiciones son daltones,
donde hay huesos ven marrones
territorios prometidos como un sol.
Tan bracito su poesía,
se levanta en los sensuales laberintos marsupiales
y reparte polen rojo,
se abre en flor.
Mario Benedetti:
ahora recorro tramo a tramo
nuestros muchos acuerdos y también
nuestros pocos desacuerdos
y siento que nos quedan diálogos inconclusos
recíprocas preguntas nunca dichas
malentendidos y bienentendidos
que no podremos barajar de nuevo
pero todo vuelve a adquirir su sentido
si recuerdo tus ojos de muchacho
que eran casi un abrazo
casi un dogma
Daniel Viglietti:
Yo lo vi, yo lo vi, yo lo vi, yo lo vi.
Era el año dos mil, ya él no vivía y yo lo vi.
La muerte equivocada lo llevó
y él anda aquí;
y yo lo vi, yo lo vi, yo lo vi.
Mario Benedetti:
el hecho es que llegaste temprano
al buen humor al amor
cantando al amor decantado
al ron fraterno a las revoluciones
pero sobre todo llegaste temprano demasiado temprano
a una muerte que no era la tuya
y que a esta altura no sabrá que hacer
con tanta vida.
Daniel Viglietti:
Pulgarcito de poeta que se escapa y me cosquilla,
tan alegre, tan sin silla,
tan de amores torrenciales,
tan sin fin.
Crece armado de esperanza,
desentierra lo perdido,
le hace un hijo de sonido
al silencio de ese pueblo
que es maestro de sus sueños.
Que se escapa y nos cosquilla,
tan sin miedo, tan sin silla,
tan amado, tan armado, tan de todos, Salvador.