Las redes del odio

“Internet ha democratizado globalmente a las sociedades”, es la sentencia popular.  Desde el advenimiento de la tecnología a casi todos los hogares, el mundo se ha interconectado, la redes del odio se han propagado también. 

Una gigante asamblea

El siglo XXI trajo parlantes inteligentes, luces inteligentes y autos inteligentes, que se conectan a una gigantesca red para “supuestamente” unir a la humanidad.
Los teléfonos inteligentes conectan los lugares más recónditos y pobres del planeta, con las ciudades más ricas y superpobladas, informando instantáneamente lo que ocurre en puntos distantes, que muchas veces no sabíamos que existían.

redes del odio

En las redes sociales convergen el 70% de la población mundial, con múltiples culturas, razas y religiones, diverso género y sexo, con sus humanos deseos, miedos, alegrías y frustraciones.
Como en una gigantesca asamblea mundial todos opinan de todo, todos aprueban o desaprueban a todos, todos alaban o critican a todos y todos someten, manipulan y degradan a todos.

Discursos de odio

Según el ultimo informe de Naciones Unidas, existe en la actualidad un «tsunami de odio y xenofobia en las redes sociales», que se aplica a grupos minoritarios, por su color de piel, religión, raza, sexo o pensamiento político.
Anualmente se reúne el Foro sobre Asuntos de las Minorías, que reúne a defensores de derechos humanos, empresas de internet, plataformas de redes sociales, estados y organizaciones no gubernamentales, para un diálogo abierto e interactivo, que busca aplacar estas agresiones.

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El problema principal es adoptar una definición legal internacional, compatible con los derechos humanos, sin invadir la libertad de expresión, en ese caso el informe advierte que, para garantizar el empoderamiento de los miembros de las minorías nacionales, étnicas, religiosas y lingüísticas. Los estados deben garantizar que Internet y las plataformas de redes sociales representen un entorno seguro.

Odio y desinformación

Existen pruebas suficientes que demuestran que “las minorías constituyen la gran mayoría de las víctimas del discurso de odio en línea”, acota el informe y solicita a las plataformas de redes sociales que prioricen sus esfuerzos, incluso responsabiliza a los estados de proteger las necesidades de todas las minorías, no solo de algunas.

“Sociedades enteras están siendo actualmente envenenadas con desinformación y odio” sostiene el informe, solicitando crear métodos para que “todos tengan acceso seguro y protegido a las redes sociales, con la capacidad de expresarse, sin correr el riesgo de ser víctimas de discriminación, racismo, violencia u hostilidad».

Del odio escrito a la violencia física

El informe de Naciones Unidades expresa su preocupación frente a la deshumanización del individuo, que busca descargar sus rencores y odios en las minorías.
No es casual que se intensificara la violencia en espacios que, hasta ahora, eran impensados, como escuelas, iglesias, sinagogas, parques, campos deportivos e incluso en las calles.

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Por ejemplo, en los Estados Unidos los ataques de supremacistas blancos han circulado entre las comunidades racistas en línea y también han adoptado las redes sociales para publicitar sus actos.

Casos como el tirador de la iglesia de Charleston, que mató a nueve clérigos y fieles afroamericanos, en junio de 2015; el tirador de la sinagoga de Pittsburgh de 2018 que asesino a once fieles en un servicio de Shabat; o el mitin de supremacistas blancos en Charlottesville, Virginia. Tampoco debemos olvidar las matanzas en escuelas para solo ser transmitidas por redes.
Ya no estamos frente a delincuentes, (narcos, gangas, etc.), sino “lobos solitarios” que buscan llamar la atención en las redes sociales, exhibiendo en directo sus actos más aberrantes.

Autor

  • Cesar Leo Marcus, nació en Buenos Aires, Argentina. Doctor (PhD) en Logistica Internacional y Comercio Exterior, y Máster (MBA) en Sociología Económica, fue profesor de ambas cátedras en las Universidades de Madrid (España) y Cordoba (Argentina). Periodista, publica en periódicos de California, Miami y New York. Escritor, publico 12 libros, y editor literario, director de Windmills Editions. Actualmente reside en California.

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