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Reproducimos la crítica que de Palabra Abierta,
suplemento literario de HispanicLA,
escribió Amir Valle para la prestigiosa
revista hispanoamericana de cultura Otro Lunes.
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Hacer una revista no es cosa fácil. En realidad, cuando uno lleva un tiempo en el oficio de «revistero» descubre que lo primero que hace falta para emprender un proyecto así es estar loco.
Y de eso se trata. Pues ya he dicho que sin esa locura el mundo sería insoportablemente aburrido.
Por eso, cuando hace unos meses el amigo y escritor cubano Manuel Gayol Mecías, colaborador asiduo de Otrolunes, me dijo que andaba pensando en montar una revista junto a su colega Gabriel Lerner, para mis adentros le deseé suerte y, sin pensarlo, le escribí un email donde asumí poses de entendido para darle algunos consejos que me parecían imprescindible para la supervivencia de cualquier revista, pues puedo contar la historia de unos cuantos proyectos de este tipo (todos comenzados por amigos escritores) que jamás pasaron de un excelente primer número.
Poco después nació Palabra Abierta. Y ahora que llegó a su número siete, en julio de este 2010, me complace decir que Gayol y Lerner han llevado esa barca endeble que es toda revista por mares siempre tumultuosos, pero con el timón bien firme y la mirada puesta en un horizonte que está, para ellos y gracias a su trabajo, cada vez más cercano: el reconocimiento de crítica y público.
El mayor valor que tiene Palabra Abierta está en la cantidad de nuevos valores literarios que ha ido publicando en estos siete números. Y es que siempre que recibo el anuncio de que hay una nueva edición, como lector voraz que soy, me lanzo a buscar en sus propuestas y, aunque sé que nuestras letras latinoamericanas son una fuente inagotable de talento, me asombra descubrir siempre un nuevo nombre que, además, demuestra una madurez literaria que obviamente enriquece la revista.
De ese modo, en su editorial, Manuel Gayol afirma que «Palabra Abierta asume el riesgo de publicar a diversos escritores y artistas desconocidos. Al menos en estos tiempos sin la apoteósica fama de los clásicos. Y es porque en su espacio guarda la esperanza del reconocimiento futuro. Viene a ser así nuestra apuesta, gracias no sólo a la perspectiva de la novedosa infinitud de la creación, sino también al talento de estos autores aquí presentados y a la valoración inteligente de sus lectores».
Está, también, el rescate de las obras clásicas, en una especie de contrapunteo con las más novedosas propuestas en poesía, cuento o fragmentos de novela. Y está, los textos lo evidencian, una rigurosa selección de las obras a publicar (pues bien sé que Gayol no es de los que padecen ese mal que asola a muchas revistas literarias en internet o en formato papel: publicar por cubrir espacio).
Y está, desde la perspectiva visual, un interés marcado porque la imagen sea la justa, la que enriquezca el texto y, al mismo tiempo, signifiqué un grito, un «¡eh, lector, mira para acá!» al cual casi siempre resulta imposible negarse. Y está, y es aun más importante al tratarse de una publicación digital, un diseño inteligente, llamativo, móvil y, especialmente, muy «navegable», internáuticamente hablando.
Siete números en los que, debo decirlo también, la calidad ha ido en ascenso: cada nueva propuesta supera a la anterior y eso le permite, en este momento, contar con un amplio muestrario de buena literatura en todos los géneros. Palabra Abierta, así, se convierte en un sitio que debiera ser de visita recurrente para quienes quieran, en vivo, contemplar aunque sea un pequeño muestrario (que se actualizará con cada nuevo número, lo sé) de la creatividad literaria actual en Latinoamérica.