Buenos días estimados lectores: A pesar de que Praga tiene el apodo de Ciudad de las Cien Torres, en realidad está decorada con unas mil torres y torrecitas.
Para los amantes de la buena cocina, la cerveza, la pastelería, los vinos, la historia y la arquitectura, es uno de los destinos imposibles de obviar, en un recorrido por Europa.
Las iglesias y sótanos románicos, templos góticos, palacios y jardines barrocos, edificios modernistas y su excepcional arquitectura cubista, la convierten en un lugar sin parangón en el mundo.
No es necesario ser un experto en todos los estilos artísticos para disfrutar de su arquitectura. La Rotonda de San Martín, Rotunda svatého Martina, la Iglesia de Nuestra Señora ante Týn, Chrám Matky Boží před Týnem, el Palacio Wallenstein Valdštejnský palác o la Casa Municipal, Obecní dům, se imponen por sí mismos.
El icono de la arquitectura moderna de Praga, es la Casa Danzante, Tančící dům de Frank Gehry, así como la nueva urbanización del barrio de Karlín o la Biblioteca Técnica Nacional, Národní technická knihovna, en el barrio de Dejvice.
La mejor cerveza de Praga se sirve, según los expertos, en la cervecería del barrio de Nusle Zlýčasy. En los veinticuatro grifos, se alternan cervezas de elaboradores pequeños y medianos, tanto de la República Checa, como extranjeros.
Pocas ciudades pueden estar orgullosas de tener un río tan encantador como es el Moldava, Vltava. Solo en Praga lo atraviesan unos treinta puentes y pasarelas, sus aguas abrazan diez islas. Cada día pasan por él decenas de barcos, lanchas o barcas de pedales.
Es el alma de la ciudad, en la cual se destaca el Puente de Carlos, Karlův most, medieval con sus estatuas barrocas. Es una ciudad fascinante, en la que el tiempo juega entre sus callejuelas, como en un laberinto que desemboca en espacios donde permanece congelado.
Una ciudad mágica y misteriosa
Conocer Praga no es algo que pueda hacerse en un fin de semana. Ni en una semana. Ni en un mes. Tal vez después de un año de habitarla, uno tenga derecho a sentir que empieza a conocerla.
Fundada en el siglo X, en los alrededores del Castillo, surgió la Ciudad Vieja. Doscientos años después, la Ciudad Pequeña o Malá Strana, pensada para la población alemana. Y la Ciudad Nueva o Nove Mesto, en el siglo XIV.
El Callejón de Oro es ahora famoso, pero su puñado de casitas de colores brillantes, no debieron de ser así hace siglos, cuando eran el hogar y taller de los orfebres o cuando Franz Kafka pasó el invierno de 1916 en el número 22. El Castillo, su gran novela, está inspirada por esas paredes y esos muros.
El gigantesco Clementinum, corazón de la cultura centroeuropea, aglutina universidades, bibliotecas, observatorios y es donde, según Borges, un grupo de bibliotecarios busca a Dios en una de las letras, de uno de los infinitos libros que alberga.
Como señala Espido Freire en la sección Viajes de National Geographic, Praga es una ciudad llena de historias:
“Los checos inventaron la defenestración para solucionar las crisis de estado, mediante la drástica, pero efectiva costumbre de tirar a los responsables por las ventanas.
En 1419 catorce consejeros municipales volaron desde la torre del Ayuntamiento, arrojados por una multitud descontenta. En 1618 varios representantes del gobierno del emperador cayeron desde las ventanas del Castillo, empujados por la nobleza local. No murieron, porque fueron a parar sobre un montón de estiércol».
El gueto, fue el lugar donde el emperador José II permitió en el siglo XVIII que los judíos practicaran su religión con libertad.
Hacinados, pero al menos con derecho a su culto, la comunidad judía de Praga vivió durante siglos, con sus diversas sinagogas, sus comercios y su cementerio vertical.
Aquí, en el siglo XVI, nació el mito del Golem, otra invención checa. Fue durante el reinado de un monarca obsesionado con la magia negra y la alquimia, Rodolfo II, que convirtió su corte en una barra libre para magos, astrólogos y estafadores.
El rabino Loew, la máxima autoridad judía, preocupado por su comunidad, amasó con barro del Moldava una figura a la que dotó de vida con un encantamiento, el Golem. Aquella criatura ayudaba a los judíos en sus agotadores trabajos y, sobre todo, los protegía de los ataques antisemitas.
La leyenda dice que duerme en lo alto de la sinagoga Staronova (la Vieja-Nueva), en una habitación sellada que los turistas solo pueden contemplar por fuera.
Borges, nuevamente, le dedicó un poema: “En la hora de angustia y de luz vaga, en su Golem los ojos detenía”.
Lamentablemente el Golem no logró proteger a su ciudad durante la invasión nazi entre, 1938 y 1945. La ciudad quedó entonces a merced de Reynhard Heydrich, el jefe de la SS, el carnicero de Praga, que masacró a los judíos y a la resistencia checa.
Las hermanas de Kafka murieron en campos de concentración. Aun así, la comunidad judía sobrevivió y, en la actualidad, su barrio recibe miles de visitantes que recorren sus calles.
Un paseo por la ciudad
Sinagoga española, en el barrio judío
A escasos pasos de la Plaza de la Ciudad Vieja se halla el antiguo cementerio judío, uno de los pocos vestigios del gueto que ha sobrevivido.
Catedral de San Vito
Ubicada en el recinto del Castillo, incluye una capilla decorada con vidrieras de Alfons Mucha, pintor y artista checo, considerado uno de los máximos exponentes del art nouveau europeo.
El Camino Real
Por el Puente de Carlos pasaban los reyes de Bohemia para ser coronados en el castillo. Hasta el siglo XVIII fue la única vía de los praguenses para comunicar las orillas del Moldava.
El reloj astronómico
Este viejo tesoro incrustado en la fachada del Ayuntamiento cuenta con un cuadrante astronómico y un calendario circular que fue fabricado en el siglo XV.
Homenaje a Kafka
Praga dedicó a su escritor más universal este bronce creado por Jaroslav Rona en 2003. Se halla en la calle Vezenska.
Praga vista desde el Moldava
Café Franz Kafka
Los cafés y cervecerías son paradas imprescindibles de la visita a Praga.
Palacio Cernin
El Palacio Cernin tiene una larga fachada columnada. Se encuentra rodeado de jardines, los renacentistas Belvedere y Schwarzenberg.
Jardín Real
El Jardín Real, de 1535, alberga el palacio Belvedere y la Sala del Juego de la Pelota.
El callejón de oro
Estos edificios fueron en su origen viviendas para los 24 guardias del castillo durante el reinado de Rodolfo II, en el siglo XVI.
La ciudad de los puentes
De los 18 que cruzan las aguas del Río Moldava en Praga, el de Carlos IV (1357) es el más icónico. Hasta 1841 fue el único, que unía los dos orillas.
La plaza de la ciudad vieja
El Ayuntamiento está repleto de detalles góticos y barrocos. El reloj astronómico en la base de la torre, es el elemento más atractivo.
Clementinum
La biblioteca barroca es una de las salas más bellas de este antiguo monasterio jesuita. Tras el Castillo, es el segundo mayor complejo de edificios de Praga.
Rudolfinum
Una prestigiosa sala de conciertos de 1896.
El río Moldava
Los cruceros permiten contemplar Praga desde otra perspectiva. Hay excursiones de día y también de noche, de solo unas horas o con almuerzo y cena
Sinagoga española, 1868
Malá Strana
El barrio situado a los pies del Castillo prácticamente no ha cambiado desde el siglo XVIII. En él vivió Jan Neruda (1834-1891), el poeta más querido de Praga y autor del libro Cuentos de Malà Strana. De él tomó Pablo Neruda el apellido para su nom de plume.
Puente de Carlos IV
Dos torres flanquean la puerta que da al barrio de Malá Strana. En la imagen se distingue a la izquierda la figura de San Adalberto, una de las treinta que se erigen a lado y lado del puente.
El Teatro Negro
La sala está a oscuras y, en el escenario, la única iluminación se la llevan unos objetos que parecen flotar. Es el Teatro Negro, un espectáculo mudo que maravilla por su delicadeza y que se representa en el Teatro de Imagen de Luz Negra, el Teatro Blanik, el Teatro Metro y el Teatro Animato.
La cervecería más antigua
En la Ciudad Nueva la cervecería “U Fleku” sirve especialidades checas y cerveza de elaboración propia desde 1499.
Monasterio de Strahov
La sala Teológica custodia volúmenes con hasta diez siglos de antigüedad y esferas astronómicas del siglo XVII.
Ruta gastronomica de Praga
Esta es solo una pequeña parte de la magia de Praga. Aunque siempre será una ciudad, por más que pasen los siglos, que deja a sus visitantes con ganas de volver.