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Primer triunfo de la oposición cubana

Primer triunfo de la oposición cubana

 

Pese a los esfuerzos de la cúpula castrista por hacerlo parecer como una concesión a las gestiones de la Iglesia Católica y del gobierno socialista español, el anuncio hecho este miércoles 7 de julio en La Habana de la próxima excarcelación de 52 prisioneros de conciencia en Cuba es el resultado de la lucha admirable que han sostenido durante siete años las Damas de Blanco, la huelga de hambre del disidente Guillermo Fariñas, y el aumento de la presión internacional contra el régimen cubano.

Un cuarto héroe – anónimo– que hizo posible la primera victoria política opositora en medio siglo fue la tecnología –obviamente “contrarrevolucionaria”–  en manos de la gente sencilla de a pie, que con las cámaras de sus teléfonos celulares captaron clandestinamente y mostraron al mundo imágenes dramáticas de la brutal represión contra mujeres ancianas, golpeadas y arrastradas por la policía política y las brigadas paramilitares del Partido Comunista en las calles de La Habana, y que permitió conocer de cerca las circunstancias de la muerte por hambre del prisionero político Orlando Zapata, así como la huelga de hambre del valeroso psicólogo y escritor Guillermo Fariñas.

Todos estos ingredientes conformaron una situación inédita e inmanejable para el régimen castrista que con toda probabilidad fracturó a la nomenklatura en cuanto si debía o no “aflojar la mano” para escapar de la tormenta que había desatado su comportamiento torpe y fascistoide, que aunque no es nuevo –dura ya 51 años—sí estremeció esta vez a los hermanos Castro y sus allegados.

Es de imaginarse la batalla interna que seguramente tuvo lugar desde febrero pasado –cuando la muerte de Zapata– entre los dinosaurios estalinistas de línea dura y los mamuts con algunas más neuronas y más pragmáticos. Estos últimos, no por ser “compasivos”, sino por tener más desarrollado el instinto de conservación, tuvieron que convencer a sus colegas de que la tecnología lo cambió todo para ellos, que ya no se puede reprimir con métodos tradicionales y que el mundo los observa.

Este tipo de debate en las alturas fue posible porque a diferencia de Fidel Castro su hermano Raúl –igualmente soberbio, pero no tan ególatra– prefiere trabajar en equipo. Pienso que últimamente hay claros indicios de que Fidel, si bien es consultado por Raúl, ya no cuenta mucho en la toma de decisiones. Con Fidel al mando no habría habido nunca tal debate entre duros y pragmáticos, pues como Zeus todopoderoso lo decidía todo sin comentarlo siquiera con nadie.

Todo indica que los intransigentes lidereados por Raúl Castro, Ramiro Valdes y José R. Machado Ventura, fueron persuadidos de que no era posible ya continuar con la represión callejera y el hostigamiento contra las Damas de Blanco, por las razones tecnológicas ya mencionadas, pero no fueron convencidos de la necesidad de soltar a 10 ó 12 presos políticos muy enfermos –como exige Fariñas– para evitar un terremoto político internacional peor que el causado por la muerte de Zapata.

Para no demostrar “debilidad ni blandenguería de la revolución”, el cese de la represión y la autorización a las Damas de Blanco para marchar en silencio cinco  cuadras por la Quinta Avenida de Miramar, y la excarcelación de prisioneros políticos había que presentarla como un “gesto de buena voluntad” ante una petición de la única institución cubana realmente independiente, la Iglesia Católica.  Raúl llamó al cardenal Jaime Ortega y se reunió con él, algo que asombró al mundo y al propio cardenal cubano.

Es muy poco probable que haya partido del cardenal semejante iniciativa a favor de la oposición cubana, y mucho menos que se haya “atrevido” a pedir una reunión personal con el dictador. Su lamentable comportamiento habitual de “perfil bajo” –por no decir otra cosa– ante el régimen me hace pensar así.

El debate entre durísimos y menos duros debió haberse agudizado con el agravamiento del estado de salud de Fariñas. Pero al parecer en este punto los recalcitrantes se niegan a ceder y el gobierno incluso está dispuesto a dejar morir a Fariñas antes que ceder a su “chantaje” como lo califica sin pudor alguno y soltar a los prisioneros enfermos, para decirles a los disidentes: “olvídense de hacer nuevas huelgas de hambre, pues nunca vamos a ceder”.

Es más, probablemente una de las razones por las que el régimen anuncia desde ahora la liberación del resto del grupo de los 75 encarcelados en 2003 es porque quiere sentirse protegido y hasta inmune ante la repercusión internacional que podría tener un desenlace fatal para el valeroso huelguista de hambre. Hasta ahora, nadie ha dicho si entre los futuros presos liberados se encuentran los que pide Fariñas sean excarcelados.

Tres factores clave

A mi modo de ver tres factores inclinaron la balanza a favor de la excarcelación de prisioneros:

1) Es una “vía rápida” para que el gobierno de España logre por fin convencer a la Unión Europea (UE) de que su política de “diálogo” con La Habana da frutos y levante la Posicion Común que supedita las relaciones con Cuba a que haya una mejoría en el respeto a los derechos humanos.

2) El agravamiento de la salud de Fariñas, que el régimen sabe no puede morir si antes no “mueve ficha”, y

3) el deseo de hacer desaparecer a las heroicas Damas de Blanco, que hasta ahora han pedido la liberación de sus seres queridos y de paso quitarse la tremenda presión internacional que padece.

Sin embargo, la cúpula castrista no quiere enviar un mensaje de “debilidad” y mucho menos que la liberación de presos políticos sea percibida por la comunidad internacional como una victoria de la disidencia cubana, sino como una expresión de su sentido “humanitario” ante las gestiones de la Iglesia Católica cubana y el gobierno socialista y aliado de España.

Estoy convencido de que Raúl Castro pidió al canciller español Miguel Angel Moratinos, su amigo y mejor aliado en Europa, que viajase a La Habana para que capitalizase políticamente el anuncio de la próxima excarcelación de gente inocente.

Para Moratinos esta sola promesa es un éxito importante, que tantísima falta le hacía al gobierno de Zapatero para lavar un poco la imagen desastrosa de su política exterior. Y Castro se lava la cara y se quita de encima ese incómodo escrutinio que es la Posición Común (PC). Suprimida la PC –en septiembre próximo– Cuba no tendrá ya esa molesta presión europea –la única, pues la de Estados Unidos no cuenta–, en materia de derechos humanos, lo cual no pinta muy edificante para el pueblo cubano.

No obstante, quisiera creer que el anuncio hecho en La Habana pudiera marcar el inicio de una etapa de más sensatez –forzosa– por parte del régimen, pues ya sabe que con las nuevas tecnologías no puede actuar impunemente contra los ciudadanos de a pie, ni puede ignorar al 100% las presiones internacionales como hizo hasta ahora. Pero francamente no soy demasiado optimista al respecto.

Otro saldo importante es que con esta mediación de la Iglesia Católica –pedida o no por el gobierno—de hecho le da a dicha institución el carácter de único mediador cubano ante el gobierno. Es la primera vez que ello ocurre desde 1959. Espero que ello signifique en el futuro otras mediaciones

Pero lo que quiero enfatizar más es que no debemos ser víctimas del “Síndrome de Estocolmo” (el secuestrado termina simpatizando con el secuestrador). Es clave recordarle al gobierno de España, a la UE y al mundo, que estamos ante la promesa de excarcelar a gente inocente, que fue a prisión por criticar al gobierno o por escribir lo que pensaba, que las leyes fascistas por las que fueron condenados siguen vigentes y se seguirán aplicando mientras sigan existiendo, y que cuando se cumpla la promesa de liberar a esos 52 presos de conciencia quedarán otros 115 en las prisiones de la isla, si es que no encarcelan a más nadie.

En fin, esta prometida excarcelación, reitero, no es una victoria para la dictadura castrista, sino su primera derrota a manos de la sacrificada oposición cubana. Ojalá que se repita muchas veces.

Autor

  • Roberto alvarez quinones

    Roberto Alvarez Quiñones (1941), periodista, economista y licenciado en Historia cubano residente en California, con 40 años de experiencia como columnista en el área económica, primero en Cuba en el periódico “Granma” (1968-1995), y simultáneamente en la Televisión Cubana, donde fue comentarista de economía internacional, desde 1982 a 1992. Profesor de la Facultad de Periodismo de la Universidad de La Habana desde 1982 a 1992. Llegó a EEUU en 1995, y en 1996 comenzó a trabajar en el diario “La Opinión” de Los Angeles, donde fue editor y columnista de las secciones de Negocios, Latinoamérica, El Mundo, y el suplemento “Tu Casa” (bienes raíces), hasta 2008. Actualmente es analista económico de Telemundo (TV), y escribe columnas y artículos para varios medios en español de EEUU y España. Es autor de 6 libros, 4 publicados en La Habana y 2 en Caracas, Venezuela. Ha recibido 11 premios de periodismo.

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