En los días siguientes a la crisis de los rehenes en la sinagoga Beth Israel en Colleyville, Texas, salieron a la luz informes sobre cómo el secuestrador se adhirió repetidamente a teorías de conspiración antisemitas, creyendo que los judíos podían ejercer su poder e influencia sobre el gobierno de Estados Unidos para liberar a una terrorista de Al Qaeda encarcelada.
El mito del control judío tiene miles de años de antigüedad y, sin embargo, sigue muy vivo y se utiliza para culpar a los judíos de los acontecimientos mundiales, ya sean la propagación del coronavirus, el sufrimiento de ciertas economías o el encarcelamiento de una terrorista de Al Qaeda. En los últimos años, con el aumento del antisemitismo en Estados Unidos y en todo el mundo, las teorías conspirativas antisemitas a menudo han sido el origen de los ataques violentos contra los judíos.
Como organización comprometida no solo con la lucha contra el antisemitismo, sino también con trabajar contra todas las formas de odio, la Liga Antidifamación (ADL) se esfuerza por identificar los puntos comunes de los prejuicios. Factores como los estereotipos, la discriminación y tratar a la persona como el «otro» contribuyen al antisemitismo y a otras formas de prejuicio. Al mismo tiempo, en ciertos círculos, existe una resistencia a la realidad o al significado del antisemitismo. «Mira qué bien les va a los judíos», dirán algunos. «Son parte de la clase dirigente blanca, no una minoría verdaderamente discriminada».
Seamos claros. La vida en Estados Unidos durante el último medio siglo ha sido buena para los judíos y el progreso contra el antisemitismo ha sido significativo. Sin embargo, como indican las estadísticas, en los últimos años los incidentes antisemitas han aumentado y existe un nuevo nivel de inseguridad en la comunidad judía.
En su esencia, el antisemitismo es fundamentalmente diferente de otras formas de odio: mientras que los estereotipos, la discriminación y ver a otros como el «otro» contribuyen al antisemitismo, el núcleo del antisemitismo es la noción de un malévolo y secreto poder y control judíos.
Por eso los judíos son los principales objetivos de las teorías conspirativas, como hemos visto durante la actual pandemia de coronavirus. El documento antisemita más pernicioso e influyente a lo largo de los años son los Protocolos de los sabios de Sion, que afirman fraudulentamente ser los planes secretos de los judíos para apoderarse del mundo. Es por eso que el Estado de Israel, la única nación judía, es tan a menudo señalado en las conspiraciones sobre el poder malvado.
Y es por eso que a veces, como en el caso del tirador de la sinagoga Tree of Life de Pittsburgh, el individuo declaró claramente su creencia de que los judíos controlan todo en detrimento de la sociedad. Lo mismo parece ocurrir con el secuestrador de la sinagoga de Texas, que también tomó prestada una página de los Protocolos.
Fue alguien que realmente pensaba que los judíos controlaban el mundo —dijo el Rabino Charlie Cytron-Walker sobre el terrorista que interrumpió el servicio de Sabbat con un chasquido de su pistola—. Pensó que podía entrar en una sinagoga, nosotros podíamos llamar por teléfono al “Gran Rabino de América” y él conseguiría lo que necesitaba.
Parece que el terrorista de Texas eligió ir a una sinagoga en el día más sagrado de la semana judía, sabiendo que los judíos estarían allí rezando y convencido de que la comunidad judía tenía el «poder» de liberar a la terrorista convicta Aafia Siddiqui de una prisión estadounidense. Parece haber pensado que los judíos controlan el gobierno y que tomar a los judíos como rehenes podría llevar al gobierno de Estados Unidos a anular la condena de Siddiqui.
También puede haber pensado que los judíos controlan los medios de comunicación y, por tanto, que entrar en una sinagoga en Sabbat atraería la atención sobre la causa de Siddiqui que ninguna otra cosa podría conseguir.
Aunque es posible que nunca lleguemos a comprender del todo el pensamiento del secuestrador de Texas —a diferencia del asesino de Pittsburgh, que dejó un extenso manifiesto—, las pruebas que tenemos apuntan a que su motivación estaba basada en una creencia muy arraigada en antiguas teorías de conspiración antisemitas.
Los incidentes antisemitas dirigidos contra los judíos durante la oración en Pittsburgh, Poway y Colleyville, Texas, deben recordarnos los dos elementos críticos y únicos del antisemitismo que explican muchas anomalías de esta forma de odio: su letalidad, su durabilidad; su omnipresencia, sus contradicciones.
Esos dos elementos son: su creencia central de que los judíos son malévolos y todopoderosos, y el hecho de que el antisemitismo no tiene un hogar político —puede venir de la derecha, puede venir de la izquierda, puede venir de las comunidades mayoritarias, puede venir de las comunidades minoritarias.
Nuestra tarea es oponernos a él, sea cual sea su origen.
Kenneth Jacobson es Director Nacional Adjunto
de la Liga Antidifamación (ADL).
Esta columna se publicó originalmente
en inglés en The Forward.