La serpiente antisemita levanta su fea cabeza
Los ataques contra judíos superaron el récord del año pasado; son más violentos y más aceptados
Jaime Tran, un hombre de 28 años acechó e hirió separadamente con un arma de fuego a dos hombres judíos cuando salían de dos sinagogas. Fue acusado de un delito de odio y podría pasar el resto de su vida entre rejas.
Esto sucedió aquí, en el barrio Pico Robertson, en Los Ángeles, hace como un mes.
Religiosos y no creyentes
En ese barrio, los judíos religiosos se congregan alrededor de sus sinagogas. Viven muy cerca de ellas, porque los sábados van a ellas caminando. Tienen sus escuelas, restaurantes. Y ahí está el Museo de la Tolerancia, dedicado principalmente a la historia del Holocausto. El exterminio de seis millones de judíos por parte de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.
Es un evento traumático incluso para quien, como quien firma, no lo ha vivido. Sí lo vivieron mis padres y mis abuelos, que desde la Argentina presenciaron horrorizados el exterminio de sus familias en sus países de origen. Un evento despreciado, negado, incluso glorificado y convertido en nada o menos que nada por quienes de uno u otro lado odian a los judíos.
Quienes dicen desde el fascismo que no ocurrió pero que Hitler debía “haber terminado la tarea”. Y quienes desde la izquierda dicen que la conducta de Israel contra los palestinos, que obviamente condeno como ejército de ocupación, violador de derechos humanos y perpetrador de crímenes de guerra, es igual que el Holocausto. No lo es. Lo saben, pero con rabia y golpeando los nudillos, lo siguen repitiendo.
Dentro de la comunidad judía existen diferencias y división, respecto a la observación de los mandamientos de la religión. O si unos son demócratas y los otros republicanos. O, especialmente, en el tema de Israel.
Desde Riverside para matar
Quizás Jaime Tran no pensaba en nada de eso. Eligió a sus víctimas y las atacó para matarlos, por ser judíos. Para eso vino desde su casa en el condado de Riverside, a 65 millas de distancia. Allí lo arrestaron.
A sus víctimas las localizó fácilmente, al dirigir su ataque en un templo y al distinguirlos por la vestimenta que caracteriza a los ultrareligiosos, un grupo minoritario dentro de esta comunidad: con largas chaquetas negras, con la barba sin recortar y la cabeza cubierta en acto de sumisión hacia “el Santo, bendito sea su nombre”, que es como llaman a la deidad, porque se abstienen de, precisamente, pronunciar ese nombre.
Pocas semanas después, el 21 de febrero, la nueva alcaldesa de Los Ángeles Karen Bass y su jefe de policía Michel Moore condenaron el ataque y aseguraron a los 400 presentes en en un «town hall» en una escuela religiosa judía que tomarían medidas para evitar que se repita.
El legado de Trump
Una de las consecuencias del surgimiento funesto de Donald Trump ha sido la legitimación y difusión del odio y su expansión más allá de los parámetros en los que estaba contenido hasta entonces. Como una miasma donde las aguas del pantano se revuelven y comienzan a hedir en ellas en burbujas de violencia, resurgen de las profundidades, odios homicidas.
Los mismos que causaron matanzas, holocaustos, deportaciones, exterminación de minorías.
Hace un año, durante una mesa redonda sobre el tema, dijo Ron Galperin, en ese entonces contralor de Los Ángeles y hoy del estado de California, sobre el antisemitismo: “lo veo en la izquierda, la derecha y todo lo que hay entre ambos. El antisemitismo no es nuevo. Vivimos dos mil años de expulsiones, pogroms, de vida de refugiados, de asesinatos masivos, de conversiones forzadas”.
No tiene caso negarlo: los portadores del odio son parte del pueblo. El fascismo – y el nazismo – tuvieron éxito porque fueron populares. Porque los abrazaron millones de trabajadores frustrados que creyeron encontrar en los objetos de su odio, ahora dirigido por la autoridad, la raíz de sus problemas.
Ahora, aquí, en Estados Unidos, también.
En momentos como este los blancos del odio se expanden más allá de los preferidos desde hace 200 años: los afroamericanos, que fueron catalogados como no humanos para esclavizarlos por millones. Los inmigrantes indocumentados, demonizados como enemigos de la raza blanca, como si fuesen un río maligno que desborda desde la frontera, independientemente de si se trate de familias, mujeres, niños, o verdaderos criminales. Los gay, que existen en todos los estratos de la sociedad y que han sufrido en silencio y ocultos, discriminación y odio irracionales por muchos siglos.
Los musulmanes, identificados como terroristas potenciales o en ejercicio, como peligrosos, rechazados como estadounidenses.
El antisemitismo está de moda
Pero ahora vuelve a ponerse de moda entre los supremacistas – la base MAGA en el partido Republicano, los que adoran a Trump y su actitud – el antisemitismo, el odio contra los judíos.
Nunca desapareció. Pero ahora lo encontramos en todas partes, en todos los sectores. Es como un común denominador, un acuerdo entre quienes están en desacuerdo en casi todo.
Es cierto. Como judío progresista, o radical, o liberal, me ha desanimado y desilusionado el grado de furor antijudío en gente – en amigos incluso, en gente amada – de izquierda. No solamente porque me identifican con el gobierno israelí – he sido un opositor a este durante mis 25 años de vida en Israel – sino también contra judíos billonarios a quienes ven como un doble enemigo. Ese odio es erróneo y quizás pueda repararse.
Es tal su odio al sionismo que lo comparan con el nazismo, algo que hace años causaba revulsión y hoy ya es políticamente correcto en sus filas. Siempre hubo una excusa para el antisemitismo. Si no es una cosa es la otra.
O, a falta de excusas, viene la pregunta demoledora y maligna: “pero ¿por qué los odian tanto?”
Una pregunta tan malvada como la que aún existe entre quienes aceptan tácitamente el exterminio de 30,000 argentinos por parte de su propio ejército durante la mal llamada Guerra Sucia hace más de 40 años: “Por algo será”… “Algo habrán hecho”. “De esa manera convivían con el terror haciéndose eco del discurso oficial-militar”, escribe John Edmund Baron en un estudio.
Lo mismo.
Los supremacistas, antisemitas ´naturales´
Distinta es la situación sobre el antisemitismo que proviene de los supremacistas blancos, de organizaciones neonazis y cada vez más, de gente cercana a los gobiernos local, estatal o federal.
En todo el país, cada día hay más declaraciones racistas en general y últimamente, antisemitas en particular, por personalidades conocidas de la derecha, como el “artista” que se cambió el nombre de Kanye West a “Ye”.
Aquí hay una pequeña recopilación de algunos de sus ataques antisemitas:
«Tengo un poco de sueño esta noche, pero cuando me despierte voy hasta la muerte con los judíos (dijo Death Con 3, una alusión a DEFCON, el estado de alerta máximo en las fuerzas armadas). Lo curioso es que en realidad no puedo ser antisemítico porque los negros son en realidad judíos.»
“Prefiero que mis hijos sepan más sobre Hannukah que sobre Kwanzaa. Al menos vendrá con cierta ingeniería financiera «.
“Planned Parenthood» fue creada por Margaret Sanger, una eugenesia conocida, con el KKK para controlar la población judía. Cuando digo judío, me refiero a las 12 tribus perdidas de Judá, la sangre de Cristo, que realmente son las personas conocidas como la raza negra. Esto es quien es nuestra gente «.
«Esto no es un juego. Es un ejemplo para mostrarle a la gente judía… que nadie puede amenazarme o influir en mí. Le dije que esta es la guerra. Ahora váyase a buscarse un negocio».
Goyim TV
Y le escucharon. La organización militante antisemita, Goyim Tv, que se dedica a esparcir panfletos con diátribas contra los judíos y acciones proselitistas con el mismo efecto, organizó en octubre pasado una manifestación en un paso elevado de la autopista de San Diego en Los Ángeles, donde dieron saludos nazis y mostraron pancartas antisemitas.
Una de ellas, que luego repitieron donde pudieron decía: “Kanye tiene razón respecto a los judíos”.
El grupo recientemente anunció que se trasladó a Florida, en donde pululan organizaciones similares.
Su líder en San Diego, Robert Wilson, en cambio, huyó de la ciudad poco antes de que iniciase su juicio por supuestamente golpear a su vecino al tiempo que le gritaba insultos homofóbicos. Por lo que se sabe, viajó a Polonia, un país que – junto con Hungría – protege puntos de vista supremacistas, desde donde sigue difundiendo mensajes de odio en los medios sociales.
Pocos meses antes, un grupo de la Liga de Defensa de Goyim (otro nombre de Goyim TV) desfiló por la ciudad en una camioneta cubierta con mensajes anti judíos y gritando insultos en un megáfono, lo que aparentemente está protegido por la primera enmienda que asegura la libertad de expresión.
A nivel nacional, otra notoria activista que influye en la conducta de los antisemitas es la congresista republicana Marjorie Taylor Greene, quien recientemente abucheó al presidente Biden durante el discurso de la Unión y quien hace un par de años, afirmó que los incendios forestales en California son “causados por rayos láser secretos operados por los judíos”. Así.
Desde Los Ángeles
Detalla If Not Now, el sitio de un grupo de judíos estadounidenses ( que son precisamente contrarios al “sistema de apartheid de Israel”):
(Taylor Greene) “ha afirmado falsamente que George Soros, un sobreviviente del Holocausto, entregó a otros judíos a los nazis. Lo llama «el enemigo del pueblo» y lo acusa de «financiar la destrucción de Estados Unidos». También ha promocionado un video sobre la teoría de la conspiración antisemita del ‘Genocidio Blanco”.
Los resultados de la incitación contra los judíos son indudables. Los antisemitas se esparcen, se multiplican. Los imitan. Los superan. Se sienten inspirados y lo expresan en manifiestos, en posts anónimos en los medios sociales de la extrema derecha.
Los incidentes antisemitas en Los Ángeles han superado los del año pasado, que fue un año récord, según la ADL, la Liga Contra Difamación.
Escribía yo en enero del pasado año en HispanicLA:
“Los detonantes de las manifestaciones de odio antisemita varían. Por ejemplo, el conflicto entre Israel y la organización Hamas en Gaza motivó un aumento del 100% en los ataques, incluyendo cuando un grupo de personas preguntaron a los comensales en un restaurant frecuentado por judíos quién era judío, para agredirlo».
¿Qué se hace? El antisemitismo es un mal social, consecuencia de problemas sociales que van más allá y que recrudece en tiempos de crisis. Atacando el mal social es atacar al antisemitismo. Pero mientras tanto, condenarlo.
O la reorganización a nivel gubernamental. El gobernador de California Gavin Newsom estableció la comisión sobre el estado del odio dependiente del Departamento de Derechos Civiles del estado.
Esto escribí en 2018 en Hispanic L.A. después de un ataque mortal contra una sinagoga en Pittsburgh
La comunidad latina tiene que prestar mucha atención al atentado. Saber que históricamente, los judíos han sido el blanco preferido de quienes, felices por no encontrar resistencia, siguieron atacando a otras minorías de la misma manera. Solidarizarse con las víctimas y oponerse al ataque no es solamente nuestro deber humano. Pero es nuestra obligación como latinos porque la violencia, si no se la extingue de raíz, es letal. El odio mata.
Porque esto podría tener secuelas.
El antisemitismo – el odio contra los judíos – en Estados Unidos ha levantado su fea cabeza. Debemos pasar a la acción. Como siempre, es “hoy ellos; mañana nosotros”.
Este artículo está respaldado en su totalidad o en parte por fondos proporcionados por el Estado de California, administrado por la Biblioteca del Estado de California en asociación con el Departamento de Servicios Sociales de California y la Comisión de California sobre Asuntos Estadounidenses Asiáticos e Isleños del Pacífico como parte del programa Stop the Hate. Para denunciar un incidente de odio o un delito de odio y obtener apoyo, vaya a CA vs Hate.
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