El rol de los inmigrantes en la reconstrucción de Los Ángeles

Los devastadores incendios en Los Ángeles son quizás el mayor desastre de la historia de California, y uno de los mayores de la de los Estados Unidos. El resultado de destrucción es inimaginable, y la reconstrucción recaerá en toda la comunidad, pero especialmente en trabajadores inmigrantes indocumentados. Pero esta tarea de reconstrucción se deberá producir en un clima político hostil al iniciarse el segundo mandato de Donald Trump.

Este fue el tema de la conferencia de prensa organizada por Ethnic Media Services (EMS), “¿Podría la reconstrucción de LA derribar los planes para deportar a millones de inmigrantes?”, que tuvo lugar el viernes 24 de enero.

La anfitriona y moderadora Pilar Marrero, editora asociada de EMS, introdujo la reunión afirmando: “Mientras Los Ángeles arde una vez más, hablaremos sobre lo que se necesita para recuperarse y si las políticas de inmigración de la administración actual obstaculizarán esos esfuerzos. ¿Podría la reconstrucción de Los Ángeles frustrar los planes de deportar a millones de inmigrantes? ¿O podría suceder lo contrario? Los inmigrantes son la columna vertebral de la economía estadounidense y son clave en la construcción y otros servicios relevantes para la reconstrucción después de un desastre”.

“Los líderes empresariales ya han estado en contacto con la administración entrante, para tratar de reducir el impulso detrás de los planes de deportación masiva, ya que muchas industrias enfrentan una escasez crítica de trabajadores”, agregó.

Las reconstrucciones atraen contratistas y trabajadores

El primero en tomar la palabra fue Nick Theodore, profesor distinguido del Departamento de Planificación Urbana y Políticas de la University of Illinois Chicago, quien durante 25 años ha realizado investigaciones con la Red Nacional de Organización de Jornaleros sobre las condiciones laborales en varias ciudades de Estados Unidos, enfocándose en la construcción.

A partir de sus experiencias luego de desastres climáticos en Houston, Nueva Orleans y Florida, Theodore dijo: “Después de estos hechos, y ahora ocurre en Los Ángeles, quedan toxinas que se filtran en la tierra y quedan suspendidas en el aire, también quedan estructuras inestables, peligrosas, fugas de gas, líneas eléctricas caídas, todo eso exige urgencia en actuar, pero también esta urgencia genera explotación laboral”.

Por otro lado, dijo que, en estos casos, “tanto empleadores como trabajadores son atraídos hacia estas áreas porque hay mucho trabajo por hacer, y ya estamos viendo esto en Los Ángeles. Vienen contratistas sin licencia, a menudo provenientes de otros estados, que llegan al área para hacerse cargo de mucho trabajo. Estos contratistas no traen a su propia gente. Existe la necesidad de formar equipos de trabajo rápidamente, por lo que los trabajadores son atraídos a estos sitios de trabajo y son empleados por estos contratistas, muchos de los cuales operan al margen de la ley”.

En ese contexto, según el profesor de Chicago, “la provisión de equipo de protección personal siempre es inadecuada, los trabajadores desconocen las condiciones a las que se enfrentan, y, por supuesto, está el problema del robo de salarios”.

Esta situación, para Theodore “empeora en el clima político actual, con la retórica antiinmigrante que escuchamos durante la campaña presidencial, y lo que hemos visto de esta administración en sus pocos días en el cargo, las amenazas de deportación son reales y se sienten a nivel comunitario. Uno de los problemas de los que no se habla lo suficiente es el efecto perjudicial de esta retórica, que ha envalentonado a empleadores inescrupulosos para utilizar la represalia basada en la inmigración contra los trabajadores. Los trabajadores temen reclamar el robo de salarios. Temen denunciar condiciones de trabajo inseguras”.

LA no podrá reconstruirse sin los inmigrantes

El siguiente orador fue Pablo Alvarado, codirector del National Day Laborers Organizing Network (NDLON, Red Nacional de Jornaleros), quien trabaja en el Centro de Empleo de Pasadena cerca de uno de los grandes incendios que causaron tanta destrucción en el área de Altadena. Según él, “muchas veces, la ayuda que brindan los centros de trabajadores llega a las áreas afectadas incluso antes que los llamados primeros respondedores”.

En este caso, Alvarado contó: “Hay trabajadores que llegaron a nuestro centro con lo puesto que nos contaban que no solo habían perdido la vivienda, sino también la vivienda donde trabajaban, ya sea de jardineros o limpiando”.

“Nuestro centro –continuó- se transformó en un lugar donde las familias y las personas que han perdido sus hogares vienen a recibir los suministros que necesitan, desde pañales para niños y adultos, ropa, zapatos, hasta comida, y está atendiendo a 1.000 personas por día”.

“Mientras hablamos, hay 15 brigadas retirando escombros por toda la ciudad. Si la ciudad está quedando limpia, no es por la infraestructura que tiene, porque ha sido sobrepasada, es por los jornaleros, son trabajadores inmigrantes los que están haciendo esto. Y no hay manera de que Los Ángeles pueda reconstruirse sin la fuerza laboral migrante indocumentada”, remarcó.

Por último, Alvarado concluyó: “Veremos qué sucede con este presidente que tiene un lado empresarial muy marcado, porque el país está acostumbrado a beneficiarse y disfrutar de los frutos del trabajo migrante, pero no está listo para aceptar la humanidad de las personas, y eso, en términos reales, es otorgarles sus derechos”.

Una reacción popular contra las deportaciones

Luego fue el turno de Jenny Murray, presidenta y directora ejecutiva del National Immigration Forum, quien consideró que “si bien ante esta catástrofe la industria de la construcción es una de las más restringidas, toda la fuerza laboral está muy restringida, porque además actualmente tenemos la tasa de natalidad más baja que jamás hemos tenido”. Por consiguiente, subrayó que “una gran cantidad de la industria depende de talento nacido en el extranjero: la atención médica, la agricultura y la construcción, pero será muy difícil para esta industria no solo encontrar trabajadores, sino también ganarse su confianza para traerlos a Los Ángeles. Sabemos que el 40% de la fuerza laboral en la industria de la construcción en California es extranjera, y dependeremos de otros estados y de países vecinos para reconstruir después de este desastre. Pero la gente tendrá miedo”.

Murray recordó también: “En esta situación, la gente tendrá miedo de presentarse para esos trabajos, el mercado laboral está muy ajustado y necesitamos reconstruir la ciudad, ytambién vienen los Juegos Olímpicos en pocos años. Pero en vez de atraer trabajadores,podríamos perder hasta un millón 400 mil trabajadores temporales autorizados en el mercado laboral con el memo del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) que diceque ahora los individuos con permiso temporal que llegaron durante la administración anterior también podrían perder ese estatus”.

Sin embargo, Murray se mostró esperanzada en una reacción popular en contra de los nuevos lineamientos del gobierno: “Los que se autoidentifican como republicanos, conservadores y evangélicos, votantes de Trump, en un 75 por ciento esperan que las deportaciones se centren solo en criminales violentos y no en aquellos que están aquícontribuyendo. Ellos dicen que esto que está ocurriendo no es lo que apoyaron y que no firmaron un cheque en blanco para las deportaciones masivas”.

Ante una pregunta de los periodistas de EMS, sobre la reacción de los empresarios, Murray respondió: “Los empleadores están extremadamente preocupados por su fuerza laboral actual, necesitan retener a los trabajadores que ya tienen”.

Escuchar, ayudar y seguir luchando

La última en tomar la palabra fue Annabella Bastida, de la Coalition for Humane Immigrant Rights of Los Angeles (CHIRLA), con más de 50.000 miembros, la gran mayoría en el condado de Los Ángeles. Sobre la tarea de CHIRLA, dijo: “La mayor parte de nuestro trabajo es abogar por la comunidad inmigrante, organizar y brindar apoyo, y en estas circunstancias estamos en el terreno escuchando las historias, consolando a las personas, conectándolas con servicios y oportunidades, pero más que nada, escuchando lo que necesitan. Hay familias que han perdido todo, incluyendo sus identificaciones, y tratamos de coordinar, en colaboración con el Departamento de Vivienda y Servicios Comunitarios de Los Ángeles, para proveer asistencia de emergencia”.

En cuanto al temor generalizado entre los inmigrantes, contó que una mujer le dijo: “No voy a arriesgarme a proporcionar mi información al gobierno cuando podría poner en peligro mi sustento”. Según contó: “Se puede sentir el miedo que actualmente existe en nuestra comunidad. Durante varias semanas hemos estado tratando de prepararnos con lo que está a nuestro alcance. Y el mensaje es que no podemos paralizarnos, no podemos seguir sin ir a la escuela, sin ir al hospital y sin recibir la asistencia que necesitamos. El objetivo es seguir luchando, seguir abogando, y unidos. Estoy realmente confiada de que continuaremos adelante”.

Luego hubo una ronda con los oradores sobre el trabajo de difusión que cabe a los medios étnicos.

Theodore: “Creo que estamos frente a una estrategia de agotamiento, la idea de que, si haces la vida lo suficientemente miserable para los inmigrantes, ellos se irán por su propia voluntad. Y creo que los medios étnicos podrían intentar destacar el costo humano de esta retórica con la que estamos lidiando”.

Alvarado: “Lo primero es no caer en la trampa de que esta administración solo quiere ir tras los criminales violentos. Es una mentira, es exactamente lo que hizo el presidente(Barak) Obama cuando utilizó la frase ‘delincuentes, no familias’. Resulta que la gran mayoría de las personas que deportó no representaban ninguna amenaza para la seguridad pública. Así que, por favor, no caigan en esa trampa. Por otro lado, cuenten la historia de quiénes somos los inmigrantes, pero no desde la lástima. Los inmigrantes siempre han estado atrapados entre la lástima y el desprecio. Y somos personas fuertes, el ejemplo que están dando los trabajadores inmigrantes aquí en Pasadena lo demuestra. Sí, hay miedo, pero la gente sigue yendo a trabajar. Lo que va a pasar es que los empujarán más hacia los márgenes y sus derechos serán violados, pero la gente se quedará aquí. La gente no se va a ir a ningún lado, solo se va a esconder más. Así que cuenten por favor la historia desde ese ángulo de fortaleza”.

Murray: “Sabemos que muchos de los decretos ejecutivos continuarán siendo suspendidos en el sistema judicial, y tenemos esperanza en el Congreso. Ellos pueden mover soluciones para tantas personas y estabilizar la economía. También creo que hay muchísimas personas solidarias. Sería genial ver en los medios étnicos las historias de aquellos que brindan bienvenida. Señalar también la esperanza que tenemos en los mecanismos de control es muy importante”.

Bastida: “Hemos estado aquí durante muchos años. Amamos a este país con todo nuestro corazón. Vamos a resistir y vamos a quedarnos”.

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