Historia antigua: propaganda política y la Batalla de Qadesh

¿Nos mienten nuestros políticos? La respuesta a esta pregunta, aplicada a los tiempos modernos, no nos corresponde.

Sin embargo estamos en condiciones de afirmar que la propaganda política en el Antiguo Egipto era algo relativamente común y frecuente. El caso más espectacular quizá sea el de la batalla de Qadesh, librada en el año 1274 a. C. en las llanuras de Siria.

 

Reproducción de uno de los grabados polícromos del templo de Abu Simbel –erigido en tiempos del faraón Ramsés II (reg. ca. 1279-1213 a. C.)– en el que se reproduce una escena de la batalla de Qadesh (1274 a. C.). A la izquierda, los carros de guerra egipcios, ligeros y de dos plazas. A la derecha, los carros hititas, de hasta tres tripulantes. La imagen proviene de la obra I monumento dell’Egitto e della Nubia disegnati dalla spedizione scientifico-letteraria toscana in Egitto, de Ippolito Rosellini (1832).

Constituida como el primer enfrentamiento bélico documentado en fuentes antiguas, la Batalla de Qadesh tuvo lugar en la ciudad que lleva su nombre, ubicada en actual territorio sirio, a finales del mes de mayo de 1274 a.c., cuando tropas militares egipcias dirigidas por el faraón Ramsés II y las hititas conducidas por Muwatalli, se enfrentaron por el dominio de la ciudad. La batalla culminó con el primer tratado de paz acordado entre estados en pugna.

El Creciente fértil en esta época: Egipto (verde claro), zonas de influencia egipcia (verde oscuro), Hatti (amarillo) y Mittani (rojo). Asiria (gris) comenzaba a expandirse.

Justamente, los detalles de esta batalla están en los relieves encontrados en las estructuras de los antiguos templos egipcios, donde el faraón Ramsés II estableció la narrativa de su gesta en los jeroglíficos que adornan esas ruinas, haciendo de este hecho el tema principal de su reinado.

Sin, embargo, los arqueólogos e historiadores encontraron invaluables documentos para cotejar la batalla y la verosimilitud de los textos egipcios, ya que también están dibujados en los templos ubicados en Hattusa, capital hitita, que está a las orillas del río Kizilirmak, en el centro de Anatolia, donde hoy en día está bajo el dominio de Turquía.

Guerrero hitita

La ciudad de Qadesh representaba un punto clave para el control político, militar y comercial de Siria, gracias a su ubicación geográfica. Tanto egipcios como hititas ambicionaban dominar el lugar para su beneficio, desencadenando así un sangriento escenario que dio origen a la conocida batalla de Qadesh.

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Esta ciudad calificaba por una enorme estrategia aduanera del momento, debido a que la mayoría de los buques que transportaban vidrio, cobre, estaño, maderas, joyas, textiles, alimentos, herramientas y metales preciosos entraban y salían de Siria para ser distribuidos por todo el Medio Oriente.

Por esta razón, Egipto e Hitti ambicionaban el control y dominio de estas tierras pues significaba una enorme destreza para catapultarse en una gran potencia mundial de la época.

Mapa de Hitti, el reino de los hititas

La rivalidad entre las dos grandes potencias de la época adquirió mayor fuerza cuando el ejército hitita tomó dominio de varias ciudades sirias que pertenecían al imperio egipcio durante el reinado del faraón Sethi I, padre de Ramsés. Muwatalli, rey de Hatti, consiguió conquistar la ciudad de Qadesh, para convertirla en un punto importante para los planes militares hititas en Siria.

Pero no fue hasta el año 1274 antes de Cristo, cuando esta batalla se libró por las fuerzas militares del recién nombrado faraón Ramsés II y Muwatalli, que aún continuaba en el poder.

Bajorrelieve del templo de Abu Simbel que representa a Ramsés II derrotando a sus enemigos

En esta guerra, Egipto contó con 20,000 hombres distribuidos en cuatro divisiones militares llamadas Amón, Ra, Ptah y Set, que representaban a dioses. Estas divisiones estaban compuestas por sulkys con arqueros y lanceros y estaban reforzadas con auxiliares amorreos en un número difícil de determinar.

Por su parte, la nación Hitita conformó un ejército de 27,000 efectivos tras una alianza realizada con veinte estados de Siria y Anatolia y así poder hacer frente a la fuerza militar de Egipto.

Ramsés II

De acuerdo con los jerogíficos encontrados por los estudiosos de la antigüedad, esta batalla habría sido ganada por el faraón egipcio Ramsés II, quien en el último momento recibió respaldo de una de sus divisiones que logró llegar a la ciudad de Qadesh.

Esto habría permitido que el ejército de Egipto pudiera contraatacar los carros hititas, rodeándoles por el norte, oeste y sur.

Sin embargo, resulta muy extraño que, a pesar de tener el control el faraón, ordenase la retirada de las tropas de la ciudad ocupada, al aceptar un cese de la guerra con el emperador hitita.

Por eso los historiadores consideran que posiblemente ~al ver a su fuerza militar destruida y pensar que así no podría conservar el dominio de la ciudad de Qadesh~ al terminar los combates se vio obligado a regresar a Egipto. Ambos monarcas aceptaron un cese de la guerra por medio de un acuerdo concretado por Ramsés II y Muwatalli.

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En aquellos tiempos lejanos ya existía – tal como sucede hoy – la manipulación de la información, sobre todo de parte de quien ostentaba el poder, por lo que hoy es difícil determinar la exactitud de los hechos, pero lo cierto es que Ramsés II se atribuyó la victoria. En todo caso no tan rimbombante como pasó a la historia.

Detalle de un relieve parietal del templo de Abu Simbel en el que aparece el faraón Ramsés II sometiendo a gran número de enemigos que, a modo de alegorías, refieren a las distintas etnicidades del mundo conocido (árabes, libios, etíopes, y otros). Reproduce una iconografía triunfalista de origen mesopotámico, adoptada más tarde por los egipcios y reforzada por el protagonismo del faraón en el mantenimiento del orden cósmico (maat). De la obra I monumento dell’Egitto e della Nubia disegnati dalla spedizione scientifico-letteraria toscana in Egitto, de Ippolito Rosellini (1832).

Las fuerzas egipcias tenían ya un campamento base en Qadesh, donde estaba el Faraón, sin muchas posibilidades de lograr la victoria, parte de sus fuerzas o divisiones de refuerzo estaban en camino a marcha forzada y apenas llegando a tiempo.

Y los hititas tenían una fuerza abrumadora que contaba con un arma secreta. Un desarrollo tecnológico de la antigüedad no conocido hasta entonces: el carro de guerra. Y Muwatalli había desplegado contra el faraón nada menos que 3.500 de estos veloces vehículos tácticos.

La mañana del combate tres cuerpos del ejército egipcio iban llegando a Qadesh.

Una mentira reflejada en el jeroglífico: los egipcios no tenían carros de guerra sino los hititas, que los estrenaron históricamente en esta batalla.

El cuerpo de ejército Ra apenas estaba entrando a la zona cerca del cauce de Al-Mukadiyah, cuando cientos de carros hititas se abalanzan sobre ellos destrozando la infantería; la parte móvil de la división Ra, logró avanzar y dirigirse hacia el campamento base egipcio donde está la división Amón del Faraón, siendo perseguidos por los temibles carros hititas.

Ramsés apenas tuvo el tiempo para organizar sus fuerzas y preparar la defensa.

El faraón peleó por su vida junto a sus soldados. Según los jeroglíficos, Ramsés – con su deslumbrante vestimenta de guerra y en su carro de caza- era un arquero sobresaliente lo cual seguro infundió fuerza moral a sus tropas.

 

Los vehículos de mimbre egipcios no eran mortales, pero eran más ligeros y tenían mayor maniobrabilidad. En medio de un campamento lleno de tiendas, barreras y cuerpos de hombres y caballos, esto tuvo su importancia.

Restos de la ciudad hitita de Ugarit, su capital. En Anatolia, Turquía.

Finalmente, muchas de las tropas hititas se entregaron al pillaje y saqueo de los cadáveres de los egipcios muertos, descuidando su objetivo y restando fuerza a su ataque.

Debido a las grandes pérdidas de ambos ejércitos -así como al elevado número de carros de combate e infantería de refresco con los que contaba todavía en desventurado gobernante hitita- el belicoso faraón decidió atender al consejo de sus oficiales y desandar el camino hacia la tierra del Nilo.

Yenicekale, entre la ciudad exterior y la puerta del león.

Las consecuencias fueron muchas. Miles de soldados muertos (una cifra estimada en los cincuenta mil entre ambos bandos, territorios devastados por la acción de la guerra, asentamientos o poblados pequeños que fueron completamente eliminados del mapa (debido al voraz avance de las tropas militares que arrasaban con todos) y demás. Pero lo más importante, un tratado; el tratado de Qadesh.

Restos arqueológicos de la ciudad de Ugarit, en territorio Libanés.

El tratado de Qadesh fue el acuerdo de paz formalizado por Egipto y el Imperio hitita que marco un suceso importante en la historia, pues significó el primer tratado de paz documentado entre ambas naciones.

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Semejante pacto tuvo lugar recién 16 años después de la batalla, cuando Hattusil III, hermano de Muwatalli, fue coronado como rey de Hitti tras la muerte de Muwatalli.

El acuerdo tenía como finalidad establecer la demarcación de nuevas fronteras entre ambas naciones, el compromiso de sus líderes a no volver a guerrear entre sí y el arreglo de un acuerdo que mantuviera la sucesión al trono de ambos gobiernos.

Un hallazgo revelador: el primer tratado de paz de la Historia. Tabla de arcilla conteniendo el Tratado de Qadesh, hallado en las ruinas hititas de Anatolia. Se exhibe en el Museo de Arqueología de Estambul.

Con este documento Egipto renunció al dominio de la ciudad de Qadesh y del resto de estados del valle del río Litani, y – para sellar el acuerdo de forma definitiva de ambas partes- se estableció que, tiempo después de firmarse el tratado de paz, el rey Ramsés II se casaría con una princesa del pueblo hitita, en este caso una hija de Khattushili III.

Fuentes

  1. Cau, Paolo: “Batallas del mundo. Militaria”. Tikal, 2013. ISBN 8499280676.
  2. Desroches, Christiane: “Ramsés II: la verdadera historia”. Destino, 1976. ISBN 978-84-233-3642-5.
  3. Frischler, Kurt: “Historia de las Armas Prodigiosas”. Editorial Martínez Roca, Barcelona, 1969. ASIN: B00GX6LTNM
  4. Healy, Mark: “Qadesh 1300 B.C.· Clash of the Warrior Kings”. Osprey Publishing, 1993. ISBN 9781855323001.
  5. Jacq, Christian: “Ramsés: La batalla de Qadesh”. Barcelona: Planeta, 1980. ISBN 84-08-02211-3.
  6. Tyldesley, Joyce: “Ramesses: Egypt’s Greatest Pharaoh”. Penguin Books, 2000. ISBN 9780140280975.
  7. La furia divina del «victorioso» faraón Ramsés II en la batalla de Qadesh
  8. https://www.despertaferro-ediciones.com/2018/propaganda-politica-en-el-antiguo-egipto/

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