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Origen y perspectiva del Spanglish (II), por Aurelia Fierros

Inglanol, espanglés, español bastardo, caló pachuco,  pocho  y otros, han sido términos utilizados por largo tiempo casi como un reproche en referencia a la existencia de un lenguaje mutilado y remendado, a la mezcla ilegitima de dos idiomas, a lo que hoy se conoce como Spanglish; el que, al extenderse como práctica inevitable en la cotidianeidad del biculturalismo en los Estados Unidos, se ganó el derecho de proclamar su existencia.

Aunque el término de mayor popularidad actual es «Spanglish» y su composición filológica fácil de descifrar (Spanish + English), precisar de dónde y cómo surgen el resto de sus términos que han dado nombre y origen a la lengua híbrida entre el español y el inglés, es tarea ardua incluso recurriendo a su etimología. Por ejemplo, la raíz de la palabra pachuco se atribuye a la lengua náhuatl:

Pachuco (náhuatl pachoacan [lugar donde se gobierna]). Otras voces sostienen que ‘pachuco’ es una mutación del vocablo ‘pocho’, expresión igualmente utilizada en ambos lados de la frontera México-Estados Unidos por décadas, aunque varias monografías sobre el tema hacen una distinción tajante entre los dos términos.

Según estudios realizados por el Centro de Investigaciones y Estudios Chicanos de UCLA (UCLA Chicano Studies Research Center), el término pocho aparece públicamente en la década de los 1920s. Así lo estable el finado Guillermo E Hernandez, en su ensayo Sátira Chicana (Chicano Satire1).

“El término pocho aparece públicamente en libros, periódicos,  musicales teatrales y canciones chicanas, durante la década de 1920. Su uso asume un entendimiento tácito de su significado por una amplia audiencia, aunque sugiere la posibilidad de su empleo a un nivel informal, durante algún tiempo previo a esa fecha. La evidencia que tenemos de ese periodo se encuentra mayormente en la prensa de inmigrantes que floreció luego de la Revolución Mexicana”.

“Un uso temprano del término pocho aparece asociado a californianos cuyo carácter cultural estaba  fuertemente influenciado por el lenguaje y estilo de vida angloamericano. Pero también era aplicado a mexicanos originarios de áreas rurales quienes burdamente imitaban los principios lingüísticos angloamericanos. Arnold R. Rojas, en un ensayo sobre el lenguaje de los californianos en el siglo XIX, sugiere que la palabra es de origen indígena: ‘la única palabra indígena (que se dice es derivada del Yaqui [Sonora] – lo que es debatible) es pochi (…), Los californianos se convirtieron en pochos o pochis cuando la Alta California fue separada de México”.

Según el ensayo de Hernandez, un tratamiento más completo sobre el origen de la palabra y lo que significa ser y hablar pocho se puede encontrar en el periódico Hispano América en San Francisco, en las columnas tituladas ‘Crónicas diabólicas’ de Jorge Ulica (Julio G. Arce), publicadas entre 1916 y 1926. Bajo encabezados como «Do You Speak pocho?», «Los parladores de Spanish,» y «No hay que hablar en pocho«, Ulica satiriza a un inmigrante ingenuo, proveniente de áreas rurales, que mezcla anglicismos con expresiones en su propio dialecto y adopta burdamente las costumbres angloamericanas.

Según Ulica:

“El pocho se está extendiendo de una manera alarmante. Me refiero al dialecto que hablan muchos de los ‘Spanish’ que vienen a California y que es un revoltijo, cada día más enredado, de palabras españolas, vocablos ingleses, expresiones populares y terrible ‘slang’.

De seguir las cosas así, va a ser necesario fundar una Academia y publicar un diccionario español-pocho, a fin de entendernos con los nuestros”.

Y pareciera que Ilan Stavans2 le tomó la palabra a Ulica. En 2003, este escritor y catedrático universitario publicó  el libro Spanglish: The Making of a New American Language, (Spanglish: La construcción de un nuevo leguaje americano), que incluye un vocabulario de aproximadamente 6,000 palabras y la traducción a Spanglish del primer capítulo de Don Quijote de la Mancha.

Para Stavans, quien actualmente imparte un curso de Spanglish como parte de el currículo del Amherst College en Massachusetts,  el Spanglish es un vehículo subterráneo de comunicación que durante los últimos 150 años ha cobrado impulso. En su ensayo crítico Spanglish: Tickling the Tongue (Spanglish: un cosquilleo en la lengua; originalmente escrito en inglés), expone:

“El Spanglish no es sólo una forma de cambio de código, es en su conjunto, una lengua fresca”.

A los lingüistas y eruditos en el tema que se oponen a reconocerle siquiera como una sub-lengua, Stavans dice:

“No me sorprende que la diseminación del Spanglish en Estados Unidos haya dado lugar a una atmósfera de ansiedad, o incluso xenofobia, tanto en núcleos hispanos como anglosajones.  En Estados Unidos su impacto anuncia una ‘hispanización’ total de la sociedad, mientras que en las Américas genera el temor de que la lengua regional, vista por muchos como el último baluarte del orgullo cultural, esté siendo devastada por el imperialismo estadounidense”.

Rita Cano Alcalá3, académica de la facultad de Estudios Hispanos y Estudios Chicanos en el Scripps College en Claremont, relata que la existencia de discriminación por hablar español en este país, fue algo de lo que se enteró en su niñez.

“Mi experiencia personal como chicana fue muy peculiar; en mi casa se trataba de mantener un español correcto. Siendo chicanos, mis padres mexicoamericanos no tenían un vocabulario muy sofisticado”, dice Alcalá en conversación con hispanicLA.

“Cuando regresé a la universidad decidí estudiar español, porque nunca había tenido la oportunidad de aprenderlo correctamente…todo el español que conocía de una fuente original [México] era a través de las cartas que le escribía a mi abuelita”.

El estigma que persiste en torno a los chicanos y que en su momento existió con el pachuquismo, lleva a que “no todos los chicanos se refieren a sí mismos como chicanos”, dice esta apasionada linguista.

“Los pachucos son una generación que ha sobrevivido a través de los ‘cholos’ que incluyen en su léxico muchas palabras de ese caló; entre ellos hay una yuxtaposición  lingüística”.

Alcalá, al igual que otros estudiosos del tema, encuentra una marcada diferencia entre el español que llegó a este país con la generación de sus padres, que incluía palabras utilizadas en ambientes rurales tales como ‘trujo’ (trajo) y el léxico utilizado por los pachucos, que incluía palabras como ‘tira’ (camisa), o ‘ruca’ (mujer).

“La formación lingüística en el período de 1930 a 1950 creó un ambiente bicultural en que los padres se apegaban a su cultura original ya sumergida en la cultural popular de aqu  y a la vez eran muy discriminados. Pero ellos [los pachucos] se apropiaron de esa cultura en la creación de esa jerga y caló. Y este es un aspecto muy particular del léxico que forma parte del Spanglish de hoy, pero no se puede decir que [el Spanglish de los pachucos, el de los cholos y el que conocemos hoy] son la misma cosa”.

Retrospectiva

California en general y Los Ángeles en particular fue asociada históricamente con una tradición de biculturalismo cuya existencia data de mediados del siglo XIX, cuando Estados Unidos se apropia de la mitad del territorio mexicano y del siglo XX, con las migraciones masivas consecuentes del levantamiento revolucionario mexicano y luego del Programa Bracero. Esos fueron los primeros eventos que impulsaron la fusión lingüística inglés-español luego de generar una recomposición étnica parcial de Estados Unidos.

Mientras que durante los años 50 los hispanos se acercaban tímidamente a la lucha por los derechos civiles, durante los 60 directamente revelaron su presencia en este país.

La comunidades mexicoamericanas en California y en Texas dieron origen al Movimiento Chicano4, que se convirtió a su vez en una corriente defensora de los derechos de todos los latinos.  Así surgen líderes como Dolores Huerta y Cesar Chávez, quienes forman el Sindicato de Trabajadores del Campo (United Farm Workers  o UFW), con base en el Valle Central de California. El español en esos núcleos sigue vivo mientras continúa su proceso de transformación.

La comunidad hispana participó en el activismo en todo el país y comenzó a reconfigurar la composición misma de Estados Unidos. Nueva York atrajo para sus luchas a inmigrantes puertorriqueños, mientras que Florida hizo lo mismo con los cubanos.

Entre 1970 y 1990 las guerras civiles en Guatemala, El Salvador y Nicaragua generan una fuerte ola inmigratoria desde Centroamérica y aceleran la conversión de los latinos, para 1980, en un grupo visible por el notable incremento de su población. En la economía nacional representaban ya una fuerza sustancial; los políticos de ascendencia hispana fueron subiendo de rango y jerarquía. A sus audiencias hispanas se dirigían en español o en su defecto, en ‘plain Spanglish’.

En 2004, la población de origen hispano superó a la afroamericana como la minoría más numerosa en este país. La cifra actual de casi 47 millones de hispanos6 en Estados Unidos, se traduce en una influencia significativa en la economía, la política, la educación, en lo social y en la cultura.

El lenguaje español y sus múltiples matices, incluyendo su parcial fusión con el inglés – objeto de este análisis – es su forma de expresión propia, innegable e imparable.

Perspectiva

El perfil dialectológico del español hablado -y más recientemente, el escrito- en  Estados Unidos se configura como un mosaico enriquecido por los flujos migratorios provenientes de determinadas áreas hispanoamericanas. Cada uno  de esos grupos lingüísticos ha contribuido a la matización del español y del Spanglish que hoy conocemos, y que ineludiblemente seguirá su evolución.

Dicha evolución se ve impactada al mismo tiempo por la influencia que dichos grupos han experimentado al contacto con el bilingüismo anglohispano que caracteriza a un gran porcentaje de los hispanohablantes nacidos o criados en este país.

En ese sentido, existe la percepción generalizada de que los distintos ‘tipos’ de español importados por inmigrantes se van convirtiendo en híbridos, como resultado de la actividad comunicativa de quienes individual o grupalmente, piensan en español al tiempo que hablan en inglés, o de quienes  inversamente, piensan en inglés y se ven en la necesidad de hablar en español.

Nada nuevo existe respecto a los préstamos léxicos del inglés al español y viceversa; el elemento innovador es precisamente ese creciente crisol en que se ha convertido este país, al permitir un significativo grado de integración sociolingüística de las comunidades hispánicas que han llegado para quedarse.

Los detractores del Spanglish señalan en éste una descomposición del sistema gramatical y aun fonológico del español de acuerdo con los patrones del inglés, [recordemos la tendencia de dar una terminación en infinitivo español a un verbo originalmente inglés, como en: to park + estacionar = park+ ar = parkiar] de manera que hay que admitir la eventual y parcial posibilidad de transformación de un bilingüismo puro a un hibrido bilectal en un largo plazo.

Otra arista para el ataque del Spanglish encuentra pretexto en la asociación que de éste se hace con el lingo de los desposeídos, cuya notoriedad se hizo más evidente a través de los años en la expresión callejera de los cholos y las pandillas del Este de Los Ángeles; sin embargo, también en ese estereotipo, se ha gestado un cambio.

En otras palabras, no se puede seguir acusando al Spanglish de ser un lingo callejero. En años recientes, el perfil de un porcentaje importante de inmigrantes hispanos llegados a Estados Unidos ha cambiado: no sólo lo hacen legalmente, sino que también poseen un mayor grado de preparación académica. Muchos de ellos son incluso bilingües, por lo que no vienen a aprender el idioma inglés aquí, aunque si muestran tendencia a adquirir modismos locales y con ello, son proclives también a hablar en Spanglish.

A la vez, terceras y cuartas generaciones de hispanos terminan sus estudios medios y superiores. Algunos de ellos conservan parte del idioma de sus padres o abuelos, por lo que también de una forma u otra recurren al Spanglish como herramienta de comunicación.  La trayectoria de estos nuevos grupos de ascendencia hispana rompe con el estereotipo tradicional y expande el espectro de quiénes utilizan el Spanglish cotidianamente y de como lo hacen.

Ilan Stavans también toca ese aspecto en su ensayo Spanglish: Tickling the Tongue:

“El Spanglish (…) no se define por la clase, ya que la gente de todos los estratos sociales, desde trabajadores migrantes hasta otros de clase más alta como congresistas, presentadores de TV y comediantes, lo usan regularmente. Al sur del Rio Grande, el Spanglish tampoco conoce límites ya que se ha permeado a todos los niveles del sistema socioeconómico”.

En ese sentido, Rita Cano Alcalá afirma que en términos lingüísticos y pese a sus adversarios, hoy en día hay una mayor aceptación del Spanglish. No sólo por su adopción por parte de hispanos con mayor nivel educativo o social, sino por el simple hecho de que un universo lingüístico de tecnicismos se ha puesto a disposición del mundo entero a través del internet, donde los nombres de nuevas tecnologías son adoptados por cientos de idiomas, lo que hace la fusión de esos términos –generalmente en inglés- en nuestro caso con el español, algo más cotidiano y aceptable.

“Al mismo tiempo hay un aspecto mundial del Spanglish, con la tecnología y ahora se aceptan muchos términos del inglés al español.  Por ejemplo, la gente ya no juzga el uso de la palabra web, ya que es una de las más aceptadas y que no se maneja como ‘corrupción’ del idioma”.

Vemos así que, en definitiva, no existe un solo Spanglish, sino que su evolución está siendo enriquecida por contribuciones provenientes de factores como la nacionalidad, grupos de edad, nivel educativo, clase social y hasta los avances tecnológicos.

Es decir que si bien existe un Spanglish a este punto ‘universal’, para todos los hispanoparlantes, también es importante reconocer que el lingo de los cubano-americanos de Miami es diferente al Spanglish neoyorquino y a su vez al del Este de Los Ángeles. Las distinciones generacionales juegan también un papel importante en la práctica evolutiva de esta sublengua.

Para quienes han devastado la presencia del Spanglish en EE.UU es válido reconocer que, en efecto, las culturas están formadas y logran identidad a través de componentes diferentes, y que uno de los más importantes es la existencia de una lengua común. Sin embargo, la división política que separa geográficamente a las naciones, su cultura y su lenguaje, ha mostrado que existe la excepción a la regla. Ahí tenemos el caso de Suiza7, país con cuatro idiomas oficiales que tradicionalmente se hablan en diferentes regiones de su territorio: alemán [74%], francés [21%], italiano [4%] y romanche [1%].

Con ello, no se sugiere aquí que, el español -o en su defecto, en un futuro el Spanglish- deban ser adoptados como una segunda lengua o sublengua oficial en Estados Unidos. Al menos, no todavía. Lo que se intenta es sugerir que la armónica coexistencia de dos o más lenguajes oficiales en un solo país es posible. Sin ir más lejos, tenemos también el caso de Canadá8, donde el inglés [67%] es tan oficial como el idioma francés [21.5%].

Aquí la pregunta que nos debemos de frente a la cultura estadounidense y la hispana es: ¿el spanglish,  nos acerca o nos separa? Parafraseando al gran Octavio Paz en uno de los cuentos de su Laberinto de la Soledad, surge también el cuestionamiento “¿Un idioma o dos?”, “¿Qué podemos desde nuestras mutuas otredades ofrecernos los unos a los otros y al resto del mundo, particularmente en nuestro siglo cuando el encuentro o reencuentro entre nos(otros) parece ser inevitable?”.  Y como Paz, nos preguntamos también si es acaso posible que las fronteras dejen de ser un límite y una limitación para convertirse en punto de reunión, de comunión entre nosotros.

Tiene razón Ilan Stavans cuando critica que los militantes de izquierda en América Latina creen que algo se tiene que hacer para contraatacar la llegada e influencia del spanglish y gritan “¡Muera Hollywood!”, “¡Muera el espanglés!”; mientras de este lado la frontera, los detractores de derecha temen que su propia nación esté en el curso de un declive que inevitablemente lleve a un cambio de su lengua.   Más aún, Stavans no puede ser más certero que cuando dice:

“Pero el lenguaje no puede ser legislado; es la forma de expresión más libre y democrática del espíritu humano. Y por ello, cada ataque en su contra sirve de estimulo, porque nada es más tentador que lo que es prohibido”.

*

Fecha de publicación original: 6 de diciembre de 2009.

Notas 

1. Chicano Satire (Sátira Chicana). Ensayo de Guillermo E  Hernández, catedrático finado del Departamento de Español y Portugués de UCLA y Director del Centro de Investigaciones y Estudios Chicanos de UCLA (UCLA Chicano Studies Research Center).

2. Ilan Stavans. Catedrático, crítico, lingüista, traductor, conferencista, editor, escritor, y presentador de TV, su trabajo más prominente se centra en el estudio del lenguaje, identidad, política e historia. Nació en la Ciudad de México en 1961, en una familia judía de raíces en Europa del Este.

3. Rita Cano Alcalá. Associate Professor of Hispanic Studies and Chicano Studies at Scripps College, Claremont, CA. (Profesora Asociado de Estudios Hispanos y Estudios Chicanos en el Scripps College, Claremont, CA).

4. Chicano Movement (Movimiento Chicano).

5. United Farm Workers of America, UFW (Trabajadores Campesinos Unidos de América).

6. U.S. Census Bureau. General Demographic Characteristics: July 2008.  (Actualización al 2008 de las características demográficas generales. Oficina del Censo de los Estados Unidos).

7. Lenguajes oficiales de Suiza.

8. Lenguajes oficiales de Canadá.

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